tag:blogger.com,1999:blog-38068024662065635462024-03-06T01:29:54.062+01:00Relatos Eróticos de Alice CarrollAlice Carrollhttp://www.blogger.com/profile/02898316486550822840noreply@blogger.comBlogger88125tag:blogger.com,1999:blog-3806802466206563546.post-43598728116152921492015-05-02T11:28:00.000+02:002015-05-02T11:28:48.496+02:00Entre espumas
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<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: 14pt;">Después de haberse
depilado concienzudamente se preparó un buen baño de espuma, se lo merecía. Esa
tarde tenía que estar realmente espectacular, iría de tiendas con su madre y
buscaría su vestido de novia, faltaban sólo cuatro meses para su boda. Mientras
se acariciaba pensando en la tela que besaría su piel, su móvil emitió un leve
aunque familiar sonido: su whatsapp reclamaba su atención. Lo abrió y vio que
era de un número desconocido que enviaba una imagen. Esperó hasta que por fin
se abrió. La contempló sorprendida, mientras le llegaba otro mensaje. “Estreno
mi nuevo teléfono y número contigo, ¿me mandas una foto tuya amor?” La imagen
no era perfecta. Aunque algo borrosa y carente de luminosidad, sí se distinguía
perfectamente de qué se trataba, un torso desnudo y un miembro erecto en toda
su plenitud. No cabía duda alguna de que era de su prometido. </span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: 14pt;">Su corazón
comenzó a latir rápidamente. Jamás hubiera pensado que Javier se atrevería a
mandar imágenes tan explícitas. Era un buen hombre, trabajador, cariñoso, pero
a veces mostraba ser algo tranquilo a la hora de querer tener relaciones con
ella. Cuando vivieran juntos todo cambiaría, pensaba ella cuando le entraban
dudas. Antes de que ella comenzara a enviar un mensaje, volvió a recibir otro:
“Mastúrbate y envíame las fotos de tu placer…” Arancha sonrió, quitó el tapón
del desagüe hasta que tan sólo quedó la espuma en su cuerpo, mandó un mensaje
rápido a su contrincante “espera, que te las mando ahora” y se dispuso a
hacerse las fotos. Abrió sus piernas empapadas y contempló su vulva a través de
la pantalla del móvil, era espectacular con la espuma jugando con sus pliegues.
Se las mandaría todas juntas, como si se tratara de los fotogramas de una
película de cine mudo. </span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: 14pt;">Posó su mano sobre su clítoris y lo rozó una y otra vez
con su mano izquierda mientras que con su mano derecha iba haciéndose más
fotos. Era realmente excitante mandar fotos a su novio, era la primera vez que
lo hacían pero no sería la última vez. Sólo pensar que sus fotos llegarían
hasta él la excitaba aún más. Acarició su cuerpo y se humedeció ligeramente sus
labios con la lengua. La espuma resbalaba mimosa por su cuerpo, su pelo castaño
mojado cosquilleaba sus hombros y se sintió terriblemente sexy. Contempló las
cremas que tenía a mano y cogió un tubo de crema nutritiva que le pareció muy
adecuado para sus juegos. Impregnó su sexo con la crema blanca, lo extendió sin
prisa gozando con cada caricia y jugó con el bote rozando su entrada y
haciéndose otra foto. Se sintió osada y lo se lo introdujo lentamente en su
interior. Sintió un escalofrío mientras se hacía otra foto. Sentía algo de frío
en su cuerpo, estaba extendida a lo largo de la bañera y aún mojada. La espuma
languidecía en su piel. Sus piernas abiertas y el improvisado juguete entrando
y saliendo con firmeza de su sexo formaban una excitante imagen. Dejó a bien
recaudo en su oquedad su juguete erótico para acariciar sus pechos, los amasó,
tocó con sus yemas los pezones hasta que se pusieron firmes y los contempló en
su teléfono, eran grandes y turgentes. Volvió a su sexo y a su voluntarioso ayudante
improvisado, sus movimientos se hicieron rítmicos y más acelerados, sus piernas
se abrían y cerraban para sentir aún más el contacto con aquel miembro de plástico,
hasta que por fin explotó en un intenso orgasmo que fotografió sin dudarlo, así
como su rostro, extenuado por el placer. </span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">
</span><div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: 14pt;">Cogió su teléfono mientras
aún respiraba agitadamente y adjuntó todas las imágenes a la vez. Mientras iban
subiendo, Arancha recibió otro mensaje: “Esta tarde mi novia va con su madre a
comprar el vestido para la boda así que tenemos toda la tarde para nosotros
dos, estoy deseando sentir tu miembro dentro de mí Roberto…”</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">
</span><div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: 14pt;">Las imágenes de Arancha
estaban siendo abiertas en ese mismo instante por Javier, esta vez le palpitaba
el corazón, pero no era de placer, el orgasmo se había quedado ya muy lejano y
su cabeza le daba vueltas hasta sentir incluso mareo. Tan sólo fue capaz de
enviar un mensaje antes de tirar su móvil encima de la toalla: “Cabrón”.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Su teléfono empezó a sonar insistentemente
mientras ella se envolvió en una toalla y caminó hasta el dormitorio con rabia.
Empezó a buscar los regalos que le había hecho su novio ya convertido en ex y
desfogándose con ellos, pensó que su vida no había hecho más que empezar.</span></span></div>
Alice Carrollhttp://www.blogger.com/profile/02898316486550822840noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-3806802466206563546.post-48514134127948631042013-04-23T20:17:00.001+02:002013-04-23T20:21:04.205+02:00Concurso de Relatos Eróticos Karma Sensual 9 "Secreta Pasión"<style>
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</i></span>
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</style><br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="color: #f4cccc; font-size: large;"><i>De nuevo el Concurso de Relatos Eróticos Karma Sensual nos
reta a que saquemos a la luz todos nuestros deseos, anhelos ocultos mucho
tiempo cerrados en un oscuro cofre de salvajes pasiones. Amores secretos,
amantes insospechados desatan nuestro lado más lujurioso. Atreveos a plasmarlo
con palabras, dejad una huella indeleble de aquello que en otros tiempos fue
algo inolvidable, o que aún es presente en vuestro día día, quizás a base de
engaños y argucias diversas a maridos y esposas, novios o novias, inocentes
advenedizos de las pócimas de pasión que domináis con otros u otras. Sacadlo a
la luz, compartidlo con nosotros, lectores sedientos de nuevas historias que
despierten nuestra sensualidad más libidinosa. Y si sólo está en vuestro
pensamiento, si aún es sólo un embrión de lo que os gustaría hacer, mucho
mejor, posiblemente vuestra imaginación supere todas nuestras expectativas…</i></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="font-size: large;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;"><span style="color: #f4cccc; font-size: large;"><i>Alice Carroll </i></span></span></div>
<div align="center" class="ecxmsonormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div align="center" class="ecxmsonormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div align="center" class="ecxmsonormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><span style="color: yellow;"><b><span lang="ES" style="color: green; font-family: "Comic Sans MS"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Concurso de relatos eróticos Karma Sensual 9</span></b></span></span></div>
<div align="center" class="ecxmsonormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><span style="color: yellow;"><b><span lang="ES" style="color: green; font-family: "Comic Sans MS"; font-size: 16.0pt; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">“Secreta pasión”</span></b></span></span></div>
<div align="center" class="ecxmsonormal" style="text-align: center;">
<span style="color: #9fc5e8;"><b><span lang="ES" style="color: purple; font-family: "Comic Sans MS"; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">Auspicia Ediciones Literarte</span></b></span></div>
<div class="ecxmsonormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="color: #9fc5e8;"><br /></span></div>
<div align="center" class="ecxmsonormal" style="text-align: center;">
<span style="color: #9fc5e8;"><b><span lang="ES" style="color: #92cddc; font-family: "Lucida Calligraphy"; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-themecolor: accent5; mso-themetint: 153;">Este
concurso fue creado en el año 2004 por la escritora </span></b></span></div>
<div align="center" class="ecxmsonormal" style="text-align: center;">
<span style="color: #9fc5e8;"><b><span lang="ES" style="color: #92cddc; font-family: "Lucida Calligraphy"; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-themecolor: accent5; mso-themetint: 153;">italo-argentina
Marta Roldán.</span></b></span></div>
<div align="center" class="ecxmsonormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div align="center" class="ecxmsonormal" style="text-align: center;">
<span style="color: #f1c232;"><span style="font-size: large;"><b><span lang="ES" style="color: #e0d92b; font-family: "Comic Sans MS"; font-size: 14.0pt; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";">BASES</span></b></span></span></div>
<div class="ecxmsonormal">
<br /></div>
<div class="ecxmsonormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="color: #e0d92b; font-family: Arial; font-size: x-small; mso-ansi-language: ES;">1- Podrán participar autores argentinos y extranjeros de
habla hispana, mayores de 18 años, radicados en cualquier lugar del mundo,
excepto los miembros del jurado. Pueden participar los ganadores incluidos en
antologías “Karma sensual” de años anteriores a esta edición siempre que usen
un seudónimo diferente al usado con anterioridad.</span><span style="color: #e0d92b; font-size: x-small; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"></span></div>
<div class="ecxmsonormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="ecxmsonormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES" style="color: #e0d92b; font-family: Arial; mso-ansi-language: ES;">2- <u>Los
relatos deberán estar escritos en español global, sin modismos territoriales,
cumpliendo con un discreto y adecuado nivel erótico literario, no se aceptarán
vulgaridades. Quedarán automáticamente descalificadas las obras con
apología de violencia sexual, pornografía, pedofilia o prostitución</u>. Los
textos deberán ser originales e inéditos, no haber sido premiados ni estar
pendientes de resolución en otros certámenes.</span><span lang="ES" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES;"> <span style="color: red;">El tema
de este concurso es</span> <b><span style="color: red;">“Secreta </span><span style="color: #e0d92b;"><span style="color: red;">pasión</span><span style="color: #cc0000;">”</span></span></b></span></div>
<div class="ecxmsonormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES" style="color: #e0d92b; font-family: Arial; mso-ansi-language: ES;">3- Cada
autor podrá participar con un relato cuya extensión máxima deberá ser de 1200
palabras, a doble espacio, fuente: Arial 12, firmada con seudónimo.</span><span style="color: #e0d92b; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"></span></div>
<div class="ecxmsonormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES" style="color: #e0d92b; font-family: Arial; mso-ansi-language: ES;">4-
La participación es libre y gratuita.</span><span style="color: #e0d92b; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"></span></div>
<div class="ecxmsonormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES" style="color: #e0d92b; font-family: Arial; mso-ansi-language: ES;">5- La obra
y datos del participante deberán ser enviados por correo electrónico a</span><span lang="ES" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES;"> <span style="background-color: yellow;"><span style="color: #ffe599;"><b><a href="mailto:karmasensual9@gmail.com">karmasensual9@gmail.com</a> </b></span></span> <span style="color: #e0d92b;">de la siguiente manera:</span> </span><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"></span></div>
<div class="ecxmsonormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<b><span lang="ES" style="color: #e0d92b; font-family: Arial; mso-ansi-language: ES;">
a</span></b><span lang="ES" style="color: #e0d92b; font-family: Arial; mso-ansi-language: ES;">) El relato a concursar, firmado con seudónimo, diagramado en papel
A4, con tipografía Arial, tamaño 12, a doble espacio, en un archivo word al que
se le pondrá como título <b>OBRA</b>. </span><span style="color: #e0d92b; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"></span></div>
<div class="ecxmsonormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES" style="color: #e0d92b; font-family: Arial; mso-ansi-language: ES;">
<b>b</b>) En otro archivo word al que se titulará <b>AUTOR,</b> los datos
personales completos del participante: <b><i>Apellido y nombre, edad, documento
de identidad (copia en jpeg), domicilio completo, teléfono (fijo y celular),
correo electrónico, título de la obra, seudónimo y breve curriculum literario
(no más de 5 líneas; indispensable para integrar el libro en caso de ser
seleccionado)</i></b></span><span style="color: #e0d92b; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"></span></div>
<div class="ecxmsonormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES" style="color: #e0d92b; font-family: Arial; mso-ansi-language: ES;">6- No se
tendrán en cuenta las obras que no cumplan con los requisitos especificados en
los puntos anteriores</span><span style="color: #e0d92b; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"></span></div>
<div class="ecxmsonormal">
<span lang="ES" style="color: #e0d92b; font-family: Arial; mso-ansi-language: ES;">7- Asunto obligatorio del e-mail: <b>Concurso Karma
sensual9 + nombre del relato+seudónimo</b>. (por ejemplo, si mi relato se
llamara “Secreta pasión”, y el seudónimo fuera Diamante, el asunto deberá
decir: Concurso Karma sensual9 -“Secreta psión” - Diamante)</span><span style="color: #e0d92b; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"></span></div>
<div class="ecxmsonormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES" style="color: #e0d92b; font-family: Arial; mso-ansi-language: ES;">8- Se
establecen los siguientes premios: </span><span style="color: #e0d92b; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"></span></div>
<div class="ecxmsonormal">
<span lang="ES" style="color: #e0d92b; font-family: Arial; mso-ansi-language: ES;">
<b># Ediciones Literarte
Publicará una antología con los 12 relatos ganadores. La edición será bajo
demanda</b></span><span style="color: #e0d92b; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"></span></div>
<div class="ecxmsonormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<b><span lang="ES" style="color: #e0d92b; font-family: Arial; mso-ansi-language: ES;">
# Diploma acreditando el premio recibido</span></b><span style="color: #e0d92b; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"></span></div>
<div class="ecxmsonormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<b><span lang="ES" style="color: #e0d92b; font-family: Arial; mso-ansi-language: ES;">
# Participación (opcional) como Jurado Ambulatorio en el concurso Karma Sensual
10 del año 2014, para los tres primeros calificados</span></b><span style="color: #e0d92b; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"></span></div>
<div class="ecxmsonormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES" style="color: #e0d92b; font-family: Arial; mso-ansi-language: ES;">9- El
plazo de inscripción cerrará el</span><span lang="ES" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES;"> <b><span style="color: red;">15 de Septiembre de 2013</span></b></span><span style="mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"></span></div>
<div class="ecxmsonormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES" style="color: #e0d92b; font-family: Arial; mso-ansi-language: ES;">10- El
jurado, estará integrado por escritores del ámbito local(Argentina) e
internacional, y su fallo será inapelable. El material presentado
incorrectamente será descalificado del concurso. </span><span style="color: #e0d92b; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"></span></div>
<div class="ecxmsonormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES" style="color: #e0d92b; font-family: Arial; mso-ansi-language: ES;">11- El
concurso no podrá ser declarado desierto</span><span style="color: #e0d92b; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"></span></div>
<div class="ecxmsonormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES" style="color: #e0d92b; font-family: Arial; mso-ansi-language: ES;">12- Los
resultados se darán a conocer en el mes de </span><b><span lang="ES" style="color: red; font-family: Arial; mso-ansi-language: ES;">Diciembre de 2013</span></b><span lang="ES" style="color: red; font-family: Arial; mso-ansi-language: ES;">. </span><span style="color: red; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"></span></div>
<div class="ecxmsonormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES" style="color: #e0d92b; font-family: Arial; mso-ansi-language: ES;">13- <span class="ecxtxth4norm">Por el sólo hecho de participar, los concursantes reconocen
y declaran que las obras son de su autoría, tomando conocimiento y aceptando
las bases y el reglamento del certamen, y el incumplimiento de cualquiera de
dichos requisitos invalida su participación.</span></span><span style="color: #e0d92b; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"></span></div>
<div class="ecxmsonormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span lang="ES" style="color: #e0d92b; font-family: Arial; mso-ansi-language: ES;">13- Para
consultas: </span><b><span lang="ES" style="color: red; font-family: Arial; mso-ansi-language: ES;"><a href="mailto:karmasensual9@gmail.com"><span style="color: red;">karmasensual9@gmail.com</span></a> </span></b><span style="color: #e0d92b; mso-bidi-font-family: "Times New Roman";"></span></div>
<div class="ecxmsonormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
Alice Carrollhttp://www.blogger.com/profile/02898316486550822840noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-3806802466206563546.post-91616103772033272242012-06-01T20:51:00.000+02:002012-06-01T20:51:26.664+02:00Concurso de Relatos Eróticos KARMA SENSUAL 8 " Me desordenas, amor"<i><span style="color: #3d85c6;">Os animo a todos a que os dejéis llevar por la imaginación y participéis en el Concurso de Relatos Eróticos KARMA SENSUAL, uno de los concursos más valorados, serios y con gran calidad literaria que se celebran sobre este apasionante tema. ¿Qué os sugiere el título? Os invito a que me dejéis comentarios sobre ello. Os dejo las bases del concurso. Besos. Alice Carroll.</span></i><br />
<br />
<div class="ecxMsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES" style="font-family: "Lucida Calligraphy";">Este concurso fue creado hace 8 años por la escritora
italo-argentina Marta Roldán. A partir de este año 2012 la organización del
mismo estará a cargo de las escritoras argentinas Graciela Pucci y Cecilia
Ortiz y auspiciado por Ediciones Literarte</span></b><b><span lang="ES" style="font-family: Arial;">.</span></b></div>
<div align="center" class="ecxMsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div align="center" class="ecxMsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div align="center" class="ecxMsoNormal" style="text-align: center;">
<b><span lang="ES" style="font-family: "Comic Sans MS"; font-size: 14.0pt;">BASES</span></b></div>
<div class="ecxMsoNormal">
<br /></div>
<div class="ecxMsoNormal">
<span lang="ES" style="font-family: Arial;">1- Podrán participar autores argentinos y
extranjeros de habla hispana, mayores de 18 años, radicados en cualquier lugar
del mundo, excepto los miembros del jurado. Pueden participar los ganadores
incluidos en antologías “Karma sensual” de años anteriores a esta edición
siempre que usen un seudónimo diferente al usado con anterioridad.</span></div>
<div class="ecxMsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="ecxMsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-family: Arial;">2- Los relatos deberán estar escritos en español
global, sin modismos territoriales, cumpliendo con un discreto y adecuado nivel
erótico literario, no se aceptarán vulgaridades. Quedarán automáticamente
descalificadas las obras con<span> </span>apología de
violencia sexual, pornografía, pedofilia o prostitución. Los textos deberán ser
originales e inéditos, no haber sido premiados ni estar pendientes de
resolución en otros certámenes. <span style="color: red;">El tema de este
concurso es</span> <b><span style="color: red;">“Me desordenas, amor”</span></b></span></div>
<div class="ecxMsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-family: Arial;">3- Cada autor podrá participar con un relato cuya extensión
máxima deberá ser de 1200 palabras, a doble espacio, fuente: Arial 12, firmada
con seudónimo.</span></div>
<div class="ecxMsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-family: Arial;">4-<span> </span>La
participación es libre y gratuita.</span></div>
<div class="ecxMsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-family: Arial;">5- La obra y datos del participante deberán ser
enviados por correo electrónico a <b><a href="mailto:karmasensual8@gmail.com">karmasensual8@gmail.com</a> </b><span> </span>de la siguiente manera: </span></div>
<div class="ecxMsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES" style="font-family: Arial;"><span> </span>a</span></b><span lang="ES" style="font-family: Arial;">) El relato<span>
</span>a concursar, firmado con seudónimo, diagramado en papel A4, con
tipografía Arial, tamaño 12, a
doble espacio, en un archivo word al que se le pondrá como título <b>OBRA</b>.<span>
</span></span></div>
<div class="ecxMsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-family: Arial;"><span> </span><b>b</b>) En otro archivo word al que se
titulará <b>AUTOR,</b> los datos personales
completos del participante: Apellido y nombre, edad, documento de identidad
(copia en jpeg), domicilio completo, teléfono (fijo y celular), correo
electrónico, título de la obra, seudónimo y breve curriculum literario (no más
de 5 líneas; indispensable para integrar el libro en caso de ser seleccionado)</span></div>
<div class="ecxMsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-family: Arial;">6- No se tendrán en cuenta las obras que no cumplan
con los requisitos especificados en los puntos anteriores</span></div>
<div class="ecxMsoNormal">
<span lang="ES" style="font-family: Arial;">7- Asunto obligatorio del e-mail: <b>Concurso Karma sensual8 + nombre del
relato+seudónimo</b>. (por ejemplo, si mi relato se llamara “Me desordenas,
amor”, el asunto debe ser: Concurso Karma sensual8 “El vecino de al lado” + el
seudónimo)</span></div>
<div class="ecxMsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-family: Arial;">8- Se establecen los siguientes premios: </span></div>
<div class="ecxMsoNormal">
<span lang="ES" style="font-family: Arial;"><span> </span><span> </span><b># Publicación de una antología con los 12
relatos ganadores, a cargo <span> </span>de Ediciones
Literarte (la edición será por demanda)</b></span></div>
<div class="ecxMsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES" style="font-family: Arial;"><span> </span># Diploma acreditando el premio
recibido</span></b></div>
<div class="ecxMsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES" style="font-family: Arial;"><span> </span># Participación (opcional) como
Jurado Ambulatorio en el concurso Karma Sensual 9 del año 2013, para los tres
primeros calificados</span></b></div>
<div class="ecxMsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES" style="font-family: Arial;"><span> </span></span></b><span lang="ES" style="font-family: Arial;">9- El plazo de inscripción cerrará
el <b><span style="color: red;">30 de Septiembre
de 2012</span></b></span></div>
<div class="ecxMsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-family: Arial;">10- El jurado, estará integrado por escritores del
ámbito local e internacional, y su fallo será inapelable. El material
presentado incorrectamente será descalificado del concurso. </span></div>
<div class="ecxMsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-family: Arial;">11- El concurso no podrá ser declarado desierto</span></div>
<div class="ecxMsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-family: Arial;">12- Los resultados se darán a conocer en el mes de <b><span style="color: green;">Diciembre de 2012</span></b>.
</span></div>
<div class="ecxMsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-family: Arial;">13- <span class="ecxtxth4norm">Por el sólo hecho de
participar, los concursantes reconocen y declaran que las obras son de su
autoría, tomando conocimiento y aceptando las bases y el reglamento del
certamen, y el incumplimiento de cualquiera de dichos requisitos invalida su
participación.</span></span></div>
<div class="ecxMsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-family: Arial;">13- Para consultas: <b><a href="mailto:karmasensual8@gmail.com">karmasensual8@gmail.com</a> </b></span></div>Alice Carrollhttp://www.blogger.com/profile/02898316486550822840noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-3806802466206563546.post-76389311204556026402012-05-31T16:09:00.027+02:002021-07-04T10:27:55.961+02:00"Secretos de un seductor" de David del Bass<div style="text-align: center;">
<a href="http://seduccionysuperacion.com/mi-libro/"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5748700381560476226" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg85zNl-GUFUrhVz_3IRSJjCJMjMTKxe1_g5QknN1yg5lcWhNqWZoCIIGBs91bN9dgJhC0Q5GHBtBdHoLlarFHH36GHLYQ_gZkvirjrFTD1cHADJwiLiu-YkvDZCaR5DsaWpVRUJaXR2UA/s400/Captura+de+pantalla+2012-05-31+a+las+16.09.35.png" style="cursor: pointer; height: 400px; width: 248px;" /></a></div>
<style>
<!-- /* Font Definitions */ @font-face {font-family:Times; panose-1:2 0 5 0 0 0 0 0 0 0; mso-font-charset:0; mso-generic-font-family:auto; mso-font-pitch:variable; mso-font-signature:3 0 0 0 1 0;} @font-face {font-family:"MS 明朝"; mso-font-charset:78; mso-generic-font-family:auto; mso-font-pitch:variable; mso-font-signature:-536870145 1791491579 18 0 131231 0;} @font-face {font-family:"Cambria Math"; panose-1:2 4 5 3 5 4 6 3 2 4; mso-font-charset:0; mso-generic-font-family:auto; mso-font-pitch:variable; mso-font-signature:-536870145 1107305727 0 0 415 0;} @font-face {font-family:Cambria; panose-1:2 4 5 3 5 4 6 3 2 4; mso-font-charset:0; mso-generic-font-family:auto; mso-font-pitch:variable; mso-font-signature:-536870145 1073743103 0 0 415 0;} /* Style Definitions */ p.MsoNormal, li.MsoNormal, div.MsoNormal {mso-style-unhide:no; mso-style-qformat:yes; mso-style-parent:""; margin:0cm; margin-bottom:.0001pt; mso-pagination:widow-orphan; font-size:12.0pt; font-family:Cambria; mso-ascii-font-family:Cambria; mso-ascii-theme-font:minor-latin; mso-fareast-font-family:"MS 明朝"; mso-fareast-theme-font:minor-fareast; mso-hansi-font-family:Cambria; mso-hansi-theme-font:minor-latin; mso-bidi-font-family:"Times New Roman"; mso-bidi-theme-font:minor-bidi;} .MsoChpDefault {mso-style-type:export-only; mso-default-props:yes; font-family:Cambria; mso-ascii-font-family:Cambria; mso-ascii-theme-font:minor-latin; mso-fareast-font-family:"MS 明朝"; mso-fareast-theme-font:minor-fareast; mso-hansi-font-family:Cambria; mso-hansi-theme-font:minor-latin; mso-bidi-font-family:"Times New Roman"; mso-bidi-theme-font:minor-bidi;} @page WordSection1 {size:612.0pt 792.0pt; margin:70.85pt 3.0cm 70.85pt 3.0cm; mso-header-margin:36.0pt; mso-footer-margin:36.0pt; mso-paper-source:0;} div.WordSection1 {page:WordSection1;} -->
</style><span style="color: #ffff99; font-family: georgia; font-style: italic;"><br /></span> <style>
<!-- /* Font Definitions */ @font-face {font-family:"MS 明朝"; mso-font-charset:78; mso-generic-font-family:auto; mso-font-pitch:variable; mso-font-signature:-536870145 1791491579 18 0 131231 0;} @font-face {font-family:"Cambria Math"; panose-1:2 4 5 3 5 4 6 3 2 4; mso-font-charset:0; mso-generic-font-family:auto; mso-font-pitch:variable; mso-font-signature:-536870145 1107305727 0 0 415 0;} @font-face {font-family:Cambria; panose-1:2 4 5 3 5 4 6 3 2 4; mso-font-charset:0; mso-generic-font-family:auto; mso-font-pitch:variable; mso-font-signature:-536870145 1073743103 0 0 415 0;} @font-face {font-family:Georgia; panose-1:2 4 5 2 5 4 5 2 3 3; mso-font-charset:0; mso-generic-font-family:auto; mso-font-pitch:variable; mso-font-signature:3 0 0 0 1 0;} /* Style Definitions */ p.MsoNormal, li.MsoNormal, div.MsoNormal {mso-style-unhide:no; mso-style-qformat:yes; mso-style-parent:""; margin:0cm; margin-bottom:.0001pt; mso-pagination:widow-orphan; font-size:12.0pt; font-family:Cambria; mso-ascii-font-family:Cambria; mso-ascii-theme-font:minor-latin; mso-fareast-font-family:"MS 明朝"; mso-fareast-theme-font:minor-fareast; mso-hansi-font-family:Cambria; mso-hansi-theme-font:minor-latin; mso-bidi-font-family:"Times New Roman"; mso-bidi-theme-font:minor-bidi;} .MsoChpDefault {mso-style-type:export-only; mso-default-props:yes; font-family:Cambria; mso-ascii-font-family:Cambria; mso-ascii-theme-font:minor-latin; mso-fareast-font-family:"MS 明朝"; mso-fareast-theme-font:minor-fareast; mso-hansi-font-family:Cambria; mso-hansi-theme-font:minor-latin; mso-bidi-font-family:"Times New Roman"; mso-bidi-theme-font:minor-bidi;} @page WordSection1 {size:612.0pt 792.0pt; margin:70.85pt 3.0cm 70.85pt 3.0cm; mso-header-margin:36.0pt; mso-footer-margin:36.0pt; mso-paper-source:0;} div.WordSection1 {page:WordSection1;} -->
</style><span style="color: #ffff99;"> </span><style>
<!-- /* Font Definitions */ @font-face {font-family:"MS 明朝"; mso-font-charset:78; mso-generic-font-family:auto; mso-font-pitch:variable; mso-font-signature:-536870145 1791491579 18 0 131231 0;} @font-face {font-family:"Cambria Math"; panose-1:2 4 5 3 5 4 6 3 2 4; mso-font-charset:0; mso-generic-font-family:auto; mso-font-pitch:variable; mso-font-signature:-536870145 1107305727 0 0 415 0;} @font-face {font-family:Cambria; panose-1:2 4 5 3 5 4 6 3 2 4; mso-font-charset:0; mso-generic-font-family:auto; mso-font-pitch:variable; mso-font-signature:-536870145 1073743103 0 0 415 0;} @font-face {font-family:Georgia; panose-1:2 4 5 2 5 4 5 2 3 3; mso-font-charset:0; mso-generic-font-family:auto; mso-font-pitch:variable; mso-font-signature:3 0 0 0 1 0;} /* Style Definitions */ p.MsoNormal, li.MsoNormal, div.MsoNormal {mso-style-unhide:no; mso-style-qformat:yes; mso-style-parent:""; margin:0cm; margin-bottom:.0001pt; mso-pagination:widow-orphan; font-size:12.0pt; font-family:Cambria; mso-ascii-font-family:Cambria; mso-ascii-theme-font:minor-latin; mso-fareast-font-family:"MS 明朝"; mso-fareast-theme-font:minor-fareast; mso-hansi-font-family:Cambria; mso-hansi-theme-font:minor-latin; mso-bidi-font-family:"Times New Roman"; mso-bidi-theme-font:minor-bidi;} .MsoChpDefault {mso-style-type:export-only; mso-default-props:yes; font-family:Cambria; mso-ascii-font-family:Cambria; mso-ascii-theme-font:minor-latin; mso-fareast-font-family:"MS 明朝"; mso-fareast-theme-font:minor-fareast; mso-hansi-font-family:Cambria; mso-hansi-theme-font:minor-latin; mso-bidi-font-family:"Times New Roman"; mso-bidi-theme-font:minor-bidi;} @page WordSection1 {size:612.0pt 792.0pt; margin:70.85pt 3.0cm 70.85pt 3.0cm; mso-header-margin:36.0pt; mso-footer-margin:36.0pt; mso-paper-source:0;} div.WordSection1 {page:WordSection1;} -->
</style> <span style="color: #e69138;"><br />
</span><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="color: #e69138;"><span style="font-family: Georgia; font-size: 13.5pt;">Hoy os voy a hablar de un libro que ha llegado hasta mí. Su título es ya de por sí sugerente y atractivo: “Secretos de un Seductor” de David del Bass, donde se narra, en forma autobiográfica y a modo de diario sus progresos en el mundo de la seducción, dando un extenso número de consejos para ser el mejor en dicho terreno, algo difícil y fangoso para algunos.</span><span style="font-family: Georgia; font-size: 10pt;"> </span></span></div><span style="color: #e69138;">
</span><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="color: #e69138;"><span style="font-family: Georgia; font-size: 10pt;"> </span></span></div><span style="color: #e69138;">
</span><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="color: #e69138;"><span style="font-family: Georgia; font-size: 13.5pt;">El escepticismo se apoderó de mí de inmediato: ¿Acaso un hombre había descubierto la llave de nuestra caja de Pandora? ¿Podía ser que no fuéramos las mujeres más que seres previsibles como para que alguien nos pudiera encajonar dentro de unas tasadas conductas?</span><span style="font-family: Georgia; font-size: 10pt;"> </span></span></div><span style="color: #e69138;">
</span><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="color: #e69138;"><span style="font-family: Georgia; font-size: 10pt;"> </span></span></div><span style="color: #e69138;">
</span><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="color: #e69138;"><span style="font-family: Georgia; font-size: 13.5pt;">Se agolparon en mi mente imágenes de seductores o aspirantes a seductores que de una u otra forma habían aparecido en mi vida llegando a la conclusión de que los buenos, realmente buenos se podían contar perfectamente con los dedos de una mano. Predominaba la mediocridad, “¿el estudias o trabajas?”, el “hola, ¿qué haces tú tan sola por aquí?” y otros métodos del estilo. Se distingue de lejos al buen seductor, es una forma de mirar, de caminar y de gesticular, da igual si es innato o si ha pasado por un largo proceso de aprendizaje. Intuimos que nos va a llevar por su camino, y aunque él piense que casi todo ha sido fruto de su trabajo, no lo es, nos gusta que nos seduzcan, nos excita la sola presencia del buen seductor a nuestro lado y facilitamos su labor para que todo sea acorde él había previsto. Él triunfa, pero nosotras también, hemos conseguido lo que en ese momento queríamos, un hombre que sabe lo que quiere, que no tiene pudor en acercarse a nosotras, que no te pide perdón por besarte y menos por llevarte a la cama.</span><span style="font-family: Georgia; font-size: 10pt;"> </span></span></div><span style="color: #e69138;">
</span><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="color: #e69138;"><span style="font-family: Georgia; font-size: 10pt;"> </span></span></div><span style="color: #e69138;">
</span><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="color: #e69138;"><span style="font-family: Georgia; font-size: 13.5pt;">Antes de abrir el libro, me acordé de los clásicos, ¿sería el protagonista del libro alguien parecido al apasionado y sexual Casanova amante de las mujeres? ¿O quizás sería más parecido al Don Juan de siempre, al que yo recuerdo más como al Don Giovanni del libreto de Da Ponte que al Don Juan de Zorrilla? Don Giovanni realmente despreciaba a las mujeres, no tenía reparos en hacerlas sufrir, en llegar incluso a la violación en caso de que alguna se le resistiera. Su misoginia y seguramente algún problema mental eran más que evidentes.</span><span style="font-family: Georgia; font-size: 10pt;"> </span></span></div><span style="color: #e69138;">
</span><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="color: #e69138;"><span style="font-family: Georgia; font-size: 10pt;"> </span></span></div><span style="color: #e69138;">
</span><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="color: #e69138;"><span style="font-family: Georgia; font-size: 13.5pt;">La duda me atenazaba así que cogí el libro y comencé a leerlo. Se suponía que era un libro destinado al sector masculino, así que yo entré en él con la curiosidad de una fisgona que intenta descubrir lo que hay al otro lado de la puerta. La mirilla era en este caso amplia y con buenas vistas, y el paisaje que se divisaba comenzó a encandilarme.</span><span style="font-family: Georgia; font-size: 10pt;"> </span></span></div><span style="color: #e69138;">
</span><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="color: #e69138;"><span style="font-family: Georgia; font-size: 10pt;"> </span></span></div><span style="color: #e69138;">
</span><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="color: #e69138;"><span style="font-family: Georgia; font-size: 13.5pt;">Porque David va lentamente desgranando sus secretos, sabe que ha de ir con mesura y no precipitarse para así enganchar al lector y animarle a seguir leyendo. Sus primeros pasos en el mundo de la seducción, los errores más frecuentes que se cometen y por fin, todos los detalles para ser un perfecto seductor. No era Don Giovanni, ni Don Juan, era David con toda su artillería para conseguir una nueva amante. </span></span></div><span style="color: #e69138;">
</span><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="color: #e69138;"><span style="font-family: Georgia; font-size: 10pt;"> </span></span></div><span style="color: #e69138;">
</span><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="color: #e69138;"><span style="font-family: Georgia; font-size: 13.5pt;">Y los consejos son buenos, quizás algunos evidentes o más que evidentes para nosotras, las mujeres, en este caso el bando contrario. Huyo como de la peste de los hombres que se apoyan en la barra del bar calculando cuál va a ser su nueva presa, del brazo en el hombro, de que invadan mi espacio de forma inadecuada, de que me descubran todo de su personalidad y se desnuden con su palabrería antes de tiempo. Me gusta que el hombre sepa lo que quiere en todo momento, que me intrigue, que me haga reír pero que no sea el típico pesado que cuenta chistes hasta la extenuación, quizás pase un buen rato con él pero jamás conseguirá llevarme a la cama. </span></span></div><span style="color: #e69138;">
</span><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="color: #e69138;"><span style="font-family: Georgia; font-size: 10pt;"> </span></span></div><span style="color: #e69138;">
</span><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="color: #e69138;"><span style="font-family: Georgia; font-size: 13.5pt;">Leyendo el libro me he imaginado cuál sería mi reacción ante los distintos ataques, tanto de los malos seductores, hombres que realmente no conocen el significado en profundidad de la palabra “seducir”, borde y fría hasta el extremo, como de los buenos seductores, aquellos a los que me he rendido y con los que he tenido más de una aventura…Pero eso lo dejaremos para otra ocasión, ¿otro relato de Alice Carroll quizás?</span><span style="font-family: Georgia; font-size: 10pt;"> </span></span></div><span style="color: #e69138;">
</span><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="color: #e69138;"><span style="font-family: Georgia; font-size: 10pt;"> </span></span></div><span style="color: #e69138;">
</span><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="color: #e69138;"><span style="font-family: Georgia; font-size: 13.5pt;">Recomendable y fácil lectura para este verano que ya nos comienza a acariciar, para pasar un buen rato, y muy útil para aquellos que quieren progresar como seductores. No sólo deberían leerlo los hombres, aconsejo a las mujeres que también lo hagan, es de vital importancia conocer al enemigo, que se preparen para los nuevos abordajes, y que disfruten de aquellos más avezados que han sabido conquistarlas y llevarlas donde ellos…y ellas querían.</span></span></div><span style="color: #e69138;">
</span><div class="MsoNormal" style="font-family: lucida grande; font-style: italic; text-align: justify;">
<span style="color: #e69138;"><span style="font-size: 100%;"><br /></span></span></div><span style="color: #e69138;">
</span><div class="MsoNormal" style="font-family: georgia; font-style: italic; text-align: justify;">
<span style="color: #e69138;"><style>
<!-- /* Font Definitions */ @font-face {font-family:"MS 明朝"; mso-font-charset:78; mso-generic-font-family:auto; mso-font-pitch:variable; mso-font-signature:-536870145 1791491579 18 0 131231 0;} @font-face {font-family:"Cambria Math"; panose-1:2 4 5 3 5 4 6 3 2 4; mso-font-charset:0; mso-generic-font-family:auto; mso-font-pitch:variable; mso-font-signature:-536870145 1107305727 0 0 415 0;} @font-face {font-family:Cambria; panose-1:2 4 5 3 5 4 6 3 2 4; mso-font-charset:0; mso-generic-font-family:auto; mso-font-pitch:variable; mso-font-signature:-536870145 1073743103 0 0 415 0;} /* Style Definitions */ p.MsoNormal, li.MsoNormal, div.MsoNormal {mso-style-unhide:no; mso-style-qformat:yes; mso-style-parent:""; margin:0cm; margin-bottom:.0001pt; mso-pagination:widow-orphan; font-size:12.0pt; font-family:Cambria; mso-ascii-font-family:Cambria; mso-ascii-theme-font:minor-latin; mso-fareast-font-family:"MS 明朝"; mso-fareast-theme-font:minor-fareast; mso-hansi-font-family:Cambria; mso-hansi-theme-font:minor-latin; mso-bidi-font-family:"Times New Roman"; mso-bidi-theme-font:minor-bidi;} .MsoChpDefault {mso-style-type:export-only; mso-default-props:yes; font-family:Cambria; mso-ascii-font-family:Cambria; mso-ascii-theme-font:minor-latin; mso-fareast-font-family:"MS 明朝"; mso-fareast-theme-font:minor-fareast; mso-hansi-font-family:Cambria; mso-hansi-theme-font:minor-latin; mso-bidi-font-family:"Times New Roman"; mso-bidi-theme-font:minor-bidi;} @page WordSection1 {size:595.0pt 842.0pt; margin:70.85pt 3.0cm 70.85pt 3.0cm; mso-header-margin:35.4pt; mso-footer-margin:35.4pt; mso-paper-source:0;} div.WordSection1 {page:WordSection1;} -->
</style></span> </div><span style="color: #e69138;">
</span><div class="MsoNormal" style="font-family: lucida grande; font-style: italic; text-align: justify;">
<span style="color: #e69138;"><span style="font-size: 100%;">Podéis encontrar mucho más sobre el autor y su libro en su blog: <a href="http://daviddelbass.blogspot.com.es/">Seducción y Superación</a>, donde tendréis la oportunidad de leer algunos capítulos de “Sueños de un seductor” así como de su nuevo trabajo “Seducción Élite”. David se define a sí mismo como un chico normal que aprovecha cualquier momento para conocer mujeres. En 2007 comenzó a estudiar sobre el mundo de la seducción y en 2008 empezó a impartir en Madrid talleres sobre seducción. Podéis preguntarle en su blog cualquier duda sobre el tema que él sin duda os responderá y orientará sobre este apasionante mundo.</span></span></div><span style="color: #e69138;">
</span><div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="color: #e69138;">
</span><br />
<span style="color: #ffff66; font-family: georgia; font-size: 13.5pt;"></span><span style="font-family: Times; font-size: 10pt;"></span></div>Alice Carrollhttp://www.blogger.com/profile/02898316486550822840noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-3806802466206563546.post-18351490151782612052011-08-01T14:22:00.005+02:002021-07-04T10:33:17.664+02:00Él último cliente<iframe allowfullscreen="" frameborder="0" height="344" src="http://www.youtube.com/embed/pNerPgBe40I?fs=1" width="425"></iframe>
<style>@font-face { font-family: "MS 明朝"; }@font-face { font-family: "MS 明朝"; }@font-face { font-family: "Cambria"; }@font-face { font-family: "Comic Sans MS"; }p.MsoNormal, li.MsoNormal, div.MsoNormal { margin: 0cm 0cm 0.0001pt; font-size: 12pt; font-family: Cambria; }.MsoChpDefault { font-size: 10pt; font-family: Cambria; }div.WordSection1 { page: WordSection1; }</style>
<div style="text-align: justify;"><span style="color: #ffcc66;">Eran las 8 menos cinco y Alice abrió la caja para hacer el balance diario. No había sido un día demasiado bueno, se notaba que el calor del mes de julio había hecho mella en las ganas de comprar de los viandantes, aunque no se podía engañar, la crisis económica había hecho descender sus ventas drásticamente. Menos mal que aún quedaba más de un caprichoso que no tenía problema en adquirir el último modelo del mercado. Si no hubiera sido por ellos, Alice tendría que haber cerrado su tienda hacía ya unos meses. </span>
<span style="color: #ffcc66;"> Mesó su pelo rubio y respiró profundamente. Acababa de apagar el aire acondicionado y había dejado de sentir la caricia del aire fresco artificial en su rostro. Estaba realmente cansada, había dormido mal la noche anterior y lo único que deseaba era tumbarse para recuperar fuerzas. Había aprovechado el cierre de la tienda a las horas del mediodía para hacer la habitual compra semanal y no había podido descansar siquiera unos instantes, como hacía habitualmente tras el almuerzo. Cogió las llaves y se dirigió a la puerta para cerrar el local, sin embargo, un último cliente le sorprendió en su camino a la puerta. Guardó sus llaves en el bolsillo derecho de su minifalda turquesa y ella misma le abrió.</span>
<span style="color: #ffcc66;"> <span style="color: #33ffff;">-Estaba a punto de cerrar.</span> –Sentenció Alice.</span>
<span style="color: #ffcc66;"> <span style="color: #ff99ff;"> -¿Puedo pasar?</span> –Afirmó aquel hombre sin esperar respuesta, entrando directamente a la tienda.</span>
<span style="color: #ffcc66;"> Para evitar que entraran nuevos e inesperados clientes, cerró la puerta del local, bajó la persiana veneciana hasta la mitad y volvió el cartel mostrando al exterior que la tienda ya estaba cerrada.</span>
<span style="color: #ffcc66;"> Alice volvió al mostrador y el cliente comenzó a mirar detenidamente cada una de las vitrinas con los artículos que allí había expuestos. No estaba mal, pensó Alice, quizás se equivocaba, pero parecía tener más de cuarenta años, quizás incluso había alcanzado la cincuentena, pero su porte era atlético, tremendamente musculoso, pensó Alice. Se intuían sus pectorales bajo su camiseta azul oscura, su culo era estrecho y sus hombros anchos, su pelo era oscuro, casi negro y corto, apenas lucía un mechón canoso en la parte delantera de su cabeza. Sus labios eran prominentes y bien perfilados. Alice movió la cabeza para obligar a su mente a centrarse en su tarea. No le gustaba mezclar el trabajo con el placer, pero le comenzaba a resultar difícil, parecía que los últimos meses de sequía habían acentuado su libido. El onanismo reiterado no era la solución perfecta pese a todo, pensó por un instante.</span>
<span style="color: #ffcc66;"> <span style="color: #66ffff;"> -¿Estaba buscando algo en concreto?-</span> Preguntó Alice.</span>
<span style="color: #ffcc66;"><span style="color: #ffccff;"> <span style="color: #ff99ff;"> -No, bueno, quería comprar algo tipo blackberry o un iphone.</span></span>-Respondió el cliente.</span>
<span style="color: #66ffff;"> -Tenemos muchos modelos actualmente, la verdad es que ese tipo de teléfonos ahora lo lleva mucho la gente. Se han puesto de moda. Le mostraré algunos.</span>
<span style="color: #ffcc66;"> Alice sacó sus llaves del bolsillo y abrió una de las vitrinas centrales. El hombre se aproximó y ella pudo apreciar su aroma. Llevaba un perfume caro, no tenía la menor duda. Podía notar el olor a almizcle, algo de sándalo y un pequeño toque de cítricos. Era excitante y lo agradeció. Estaba cansada de aquellos clientes que expedían mal olor, quizás a alguno de ellos le hubiera podido podía por el bochornoso calor imperante en la ciudad, pero otros hubieran debido ser quemados en la hoguera por falta de higiene.</span>
<span style="color: #ffcc66;"> Cogió el móvil y Alice le fue mostrando a su cliente todas las propiedades con un entusiasmo estudiado. Conocía cada detalle de todos y cada uno de los aparatos que vendía. Era primordial familiarizarse con el producto antes de ofrecerlo en la tienda dado que muchos clientes venían con las lecciones aprendidas de Internet y pedían características muy determinadas. Alice sinceramente pensaba que jamás utilizarían la mitad de los recursos que sus aparatos ofrecían, pero eso daba igual, había que satisfacer a los clientes y lograr la venta.</span>
<span style="color: #ffcc66;"> Había aprendido a ser coqueta y algo insinuante con los hombres maduros, a pecar de ingenuidad y dejar que las clientes femeninas pensaran que sabían más que ella, a ponerse del lado de los adolescentes y hablarles con su lenguaje. Hacía mucho tiempo que conocía y practicaba todos los trucos.</span>
<span style="color: #d9d2e9;">
<span> <span> Por eso se inclinó ligeramente sobre el mostrador mientras enseñaba el móvil a su cliente, para que su generoso escote de estilo francés mostrara su abundancia carnal, sus pechos lucían apretados uno contra otro sin que hubiera espacio siquiera para meter un bolígrafo. Ella también olía a perfume, pero no le gustaba abusar de él y embriagar a su clientela. Un ligero toque rosal era suficiente para que toda la tienda oliera suavemente a ella. Sintió la mirada del cliente enfocada en sus pechos y se sintió poderosa.</span></span>
<span> El cliente le pidió que le enseñara otro de sus teléfonos, esta vez era uno de los más antiguos, ni siquiera tenía la pantalla táctil y se sorprendió por ello, no obstante, cuando se puso de puntillas para acceder a él comprendió que su cliente posiblemente quería observar sus largas piernas, podía sentir cómo contemplaba con detalle sus muslos torneados e incluso adivinó que incluso su escuálida tanga de encaje negro que tapaba tímidamente la línea que dividía sus muslos era objetivo de su mirada.</span>
<span> Le explicó parcamente las características del teléfono y miró el reloj, eran las 8 y cinco. Comenzó a pensar que aquel hombre no le iba a comprar nada y simplemente venía a echar un vistazo. No obstante, su presencia le gustaba, sus miradas se cruzaron por un instante y Alice sintió inesperadamente un ligero estremecimiento entre sus piernas. Ya no sólo se mostraba insinuante, había pasado a coquetear descaradamente con él. Realmente hacía mucho que no sentía un hombre encima de su cuerpo.</span></span>
<span style="color: #ffcc66;"> Parecía que su cliente estuviera sintiendo lo mismo que ella, no sólo su pícara mirada, sus acercamientos al mostrador hasta casi rozar sus cuerpos, su respiración algo agitada. ¿Se estaría equivocando? ¿Y si realmente era un ladrón que lo único que quería era robar la recaudación de su caja y unos cuantos teléfonos? ¿Y si lo que quería era arrancarla la blusa y forzarla? Sintió cierto calor entre sus piernas pensando en cada una de las posibilidades, y se sorprendió porque alguna de ellas no le molestaba en absoluto. Mientras le seguía mostrando más teléfonos se imaginaba a sí misma semi desnuda, en el suelo y atada mientras era poseída por su último cliente del día. Retiró las imágenes calenturientas de su mente para poder centrarse en su trabajo. Si hubiera sido otro quizás le hubiera mandado a paseo, era de los típicos clientes que no dejan de preguntar por uno y otro producto y no se deciden por nada. Pero éste…ese perfume la estaba semihipnotizando cual mago.</span>
<span style="color: #ffcc66;"> El calor del local era ya notorio, Alice lo sintió como una bofetada en su nuca, su larga cabellera era en esos instantes un incordio así que cogió su cabello con una mano haciéndose con ella una coleta y lo movió para refrescarse. Decidió que debía ir guardando los teléfonos descartados y no alargar más su jornada de trabajo. Cogió tres de los teléfonos para guardarlos en la parte superior de la vitrina central y el hombre se acercó estrechamente a ella por detrás. Alice se quedó inmóvil esperando sus movimientos. Era el momento en que le sacaría un cuchillo o quizás una pistola. No quería morir tan joven, sin embargo, aquel hombre lo único que hizo fue cogerle los teléfonos para depositarlos él mismo en la vitrina. Su respiración se agitó y sintió cómo su pecho subía y bajaba con más celeridad, en parte por el miedo que había invadido su mente y en parte porque la cercanía le había excitado.</span>
<span style="color: #ffcc66;"> Sin embargo sus pensamientos no estaban tan equivocados. El hombre apartó el pelo de Alice con sus dedos y rozó sus labios contra su cuello por un breve segundo, apartándose de inmediato, quizás esperando una respuesta negativa de ella. Pero Alice tan sólo emitió un breve gemido, permaneciendo en el sitio, deseando algo más que un leve roce. Hacía calor, demasiado calor, pero esa misma temperatura parecía subir la que surgía de su interior, de su deseo hace tiempo no saciado y de su hambre en mayúsculas de un hombre.</span>
<span style="color: #ffcc66;"> <span style="color: #d9d2e9;"><span>El cliente acarició sus brazos y avanzó tímidamente hasta alcanzar sus pechos. El canal que los unía ahora estaba ligeramente sudoroso. Abarcó ambos pechos y apretó su pelvis contra las nalgas de Alice, ella se irguió, dejando que sus nalgas se mostraran ahora más protuberantes. Alice le apartó para sorpresa de él, sorpresa que fue aún mayor cuando vio que Alice se sentaba insinuante en el mostrador abriendo sus piernas. El hombre se acercó sin premura, reconoció todo el cuerpo de Alice sintiendo cómo se estremecía y sin más preámbulos le quitó sus bragas, guardándoselas en el bolsillo de sus pantalones. Alice observó con asombro ese pequeño detalle, no obstante, ahora lo único que le importaba era que se acercara más a ella. Necesitaba un contacto carnal sin demora o se moriría de deseo. No tuvo que decirle nada. El hombre bajó la cremallera de sus pantalones y dejó asomar su miembro viril completamente erecto, aliviado por ser liberado. Alice se dejó abrazar por aquel desconocido y ella misma se quitó la blusa con premura, estaba tremendamente sofocada. El cliente completó la tarea desprendiéndola del sostén y dejando a su libre albedrío aquellos grandes pechos. No tardó en sobarlos y hacer que sus pezones consiguieran ser tan puntiagudos como lanzas recién afiladas. Él cogió los pechos entre sus manos, hundió su cara en ellos, los mordió y besó reiteradamente haciendo que Alice sintiera un indescriptible placer. Su sexo estaba henchido y el cliente, adivinado la necesidad imperiosa de ella lo acarició con sus dedos, recorriendo su vulva y abriendo sus labios hasta internarse en su acalorada cavidad de carne. Alice apoyando sus manos en el mostrador, abrió sus piernas más aún y se deshizo de sus sandalias de estrecho tacón para poder agarrar entre sus piernas a su cliente.</span></span></span><span style="color: #d9d2e9;">
<span> Cerró los ojos para disfrutar de las sensaciones, sin embargo, de repente notó algo templado y duro entre sus piernas, abrió sus ojos intentando adivinar lo que su cliente tenía entre manos, pero no lo fue capaz. Sin embargo el ruido y la vibración que sintió en su sexo le hizo por fin darse cuenta de lo que se trataba. El propio teléfono de aquel hombre se había convertido por arte de magia en un hábil consolador vibratorio. Sintió el cuerpo extraño rozando su culo, adentrándose entre sus nalgas, haciendo pequeños círculos en la abertura de su sexo que ahora se mostraba totalmente entregada. El hombre sabía lo que se hacía, masturbó a Alice de forma tal eficaz que le arrancó un orgasmo, haciendo que se mostrara aún más receptiva. La cogió de un brazo y la llevó hasta la parte de atrás del mostrador. Alice aún sentía los temblores de placer en su sexo, y aún no se sentía saciada. No habían más que comenzado. El cliente instó a Alice a agacharse invitando a Alice a comerse su verga. Ella accedió sin reparos y cogiendo el miembro del cliente entre sus manos lo engulló, lamiendo con su lengua la parte posterior y dejando que sus dientes se apoyaran ligera e intermitentemente en su parte anterior . Mientras la boca de Alice saboreaba rítmicamente el pene de su cliente, acarició sus testículos, achuchándolos de forma frecuente hasta hacerle gemir de placer. </span></span>
<span style="color: #ffcc66;"> La temperatura del local era ya insoportable, no sólo en parte a la falta de aire acondicionado, sino también al terrible calor que ambos cuerpos desprendían. Alice se levantó, orgullosa, y sentándose de nuevo en el mostrador, abrió sus piernas impaciente de ser penetrada. El hombre, agarrando sus brazos se acercó a ella y con una embestida lenta y continua, la llenó por completo, soltando en ese instado un leve quejido de satisfacción. Alice sintió el miembro llenando su cuerpo por entero, echó su cabeza hacia atrás y cerró sus ojos mientras él, de pie, inclinado sobre ella, empujaba su cuerpo contra su sexo una y otra vez mientras mesaba sus húmedos pechos, rebosantes de diminutas gotas de sudor. El ritmo alternaba, a veces cansino y eterno y a veces alocado y frenético, volviendo completamente loca a Alice, que entregada al desconocido, sentía ya cómo le dolía su clítoris de excitación culminada.</span>
<span style="color: #ffcc66;"> El hombre la embistió por última vez, sacó su miembro y arrodillándose sobre el mostrador, se derramó sobre los pechos de Alice, que, exhausta, aceptó aquella ducha inesperada.</span>
<span style="color: #ffcc66;"> El cliente se recolocó las prendas y tras unos breves segundos, Alice intentó hacer lo mismo con las suyas, no obstante, recordó que le faltaban sus bragas. Le haría falta pasar por el servicio para poder salir de allí. Estaba pringosa y sudaba profusamente.</span>
<span style="color: #ffcc66;"> <span style="color: #ff99ff;"> -Realmente no me decido por ningún móvil.</span>-Comentó él.</span>
<span style="color: #ffcc66;"><span style="color: #33ffff;"> -No importa</span>-Contestó Alice-<span style="color: #33ffff;">Puede venir otro día.</span></span>
<span style="color: #ffcc66;"><span style="color: #ff99ff;"> -Lo haré.-</span>Afirmó el cliente con una sonrisa en sus labios mientras Alice abría la puerta y dejaba que su último cliente se marchara.</span>
<span style="color: #ffcc66;"> Alice volvió a cerrar la puerta y se dirigió al baño. Ahora si que necesitaba descansar. El día había sido realmente fructífero, aunque no lo hubiera sido monetariamente hablando…</span>
</div>Alice Carrollhttp://www.blogger.com/profile/02898316486550822840noreply@blogger.com23tag:blogger.com,1999:blog-3806802466206563546.post-22100771638181634182011-07-14T22:41:00.011+02:002011-07-14T23:39:29.086+02:00CONCURSO DE RELATOS EROTICOS “Karma sensual 7: Pasiones prohibidas ”(2011)<style>@font-face { font-family: "Arial"; }@font-face { font-family: "Arial"; }@font-face { font-family: "Garamond"; }p.MsoNormal, li.MsoNormal, div.MsoNormal { margin: 0cm 0cm 0.0001pt; font-size: 12pt; font-family: "Times New Roman"; }h1 { margin-right: 0cm; margin-left: 0cm; font-size: 24pt; font-family: "Times New Roman"; }a:visited, span.MsoHyperlinkFollowed { color: purple; text-decoration: underline; }span.Ttulo1Car { font-weight: bold; }.MsoChpDefault { font-size: 10pt; }div.WordSection1 { page: WordSection1; }</style><div style="text-align: justify;"><span style="font-size:100%;"><span style="color: rgb(255, 153, 255); font-style: italic;">Como todos los años, Marta Roldán vuelve a convocar el ya conocido y consolidado concurso "Karma sensual". El concurso partió de una idea de Sonia Aldama en el año 2005, ¿qué mejor que escribir sobre los siete pecados capitales, y en concreto sobre uno de los más divertidos: la lujuria?</span></span><br /><br /><br /><span style="font-size:100%;"><span style="color: rgb(255, 153, 255); font-style: italic;">Este año el tema es "Pasiones prohibidas". Os animo a escribir sobre todo aquello que hubierais deseado hacer y que no hicisteis precisamente por el calificativo de prohibido, o que sí realizasteis, cumpliendo vuestros deseos más oscuros. El tema da mucho juego: dos matrimonios que se conocen desde hace años, que siempre han deseado a las respectivas parejas y que un buen día con ayuda de un poco de alcohol acaban mezclando sus salivas, o el ardiente deseo de una mujer por tener varios hombres mimando sus ansias de sexo, o la imperiosa necesidad de un adolescente por masturbar su miembro aún virginal mientras contempla extasiado a su profesora de literatura. Cerrad los ojos y pensad en más historias, os sorprenderéis por la cantidad de pasiones prohibidas que surgen de vosotros...</span></span><br /><br /><span style="font-size:100%;"><span style="color: rgb(255, 153, 255); font-style: italic;">Alice Carroll</span></span><br /></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span lang="ES-AR" style="font-family:Arial;"> </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; color: rgb(255, 153, 0);"><b style=""><span lang="ES-AR" style="font-family:Arial;">Bases del concurso:</span></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span lang="ES-AR" style="font-family:Arial;"> </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style=""><i style=""><span style="color: rgb(31, 73, 125);font-family:Arial;" lang="ES-AR"><span style="color: rgb(51, 255, 51);">Literatura erótica no es la mera descripción del acto sexual, es contar una historia de amor y deseo con ribetes sensuales.</span><span style=""> </span></span></i></b></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span lang="ES-AR" style="font-family:Arial;"> </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;">1)</span><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;"> </span><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;">Pueden participar solamente personas mayores de 18 años de edad, residentes en cualquier país del mundo. Prohibida la participación a los miembros del Jurado. Pueden participar (siempre de forma anónima encubierta con seudónimo diverso) los ganadores incluidos en antologías “Karma sensual” de años anteriores a esta edición.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;">2)</span><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;"> </span><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;">Los relatos deberán estar escritos en español global, sin modismos territoriales, cumpliendo con un discreto y adecuado nivel erótico literario, no se aceptarán vulgaridades. No a la apología de la violencia sexual, no a la pornografía, no a la pedofilia ni a la prostitución.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;">3)</span><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;"> </span><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;">Se puede presentar <b style="">una</b> <b style="">obra por persona</b>, inédita, que no esté participando ni haya obtenido premios en otros concursos. El jurado de “Karma sensual” lleva adelante este concurso de buena fe, esperamos que los participantes cumplan con las bases o de lo contrario se hagan responsables de sus actos y las consecuencias de sus actos. Los derechos quedan en posesión del autor.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;"><span style=""> </span><span style="background: none repeat scroll 0% 0% lime; color: rgb(255, 255, 255);">Tema: el erotismo. Subtema<b style="">: Pasiones prohibidas</b>. </span></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span style="background: none repeat scroll 0% 0% lime; color: rgb(255, 255, 255);font-size:100%;" lang="ES-AR" >Participación gratuita.</span><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;"></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;">4)</span><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;"> </span><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;">Extensión máxima de 1200 palabras, a doble espacio, fuente: Arial 12. Firmar con seudónimo.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;">5)</span><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;"> </span><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;">Enviar solamente por e-mail a: <b style=""><span style="color: rgb(79, 129, 189);"><a href="mailto:karmasensual7@gmail.com">karmasensual7@gmail.com</a></span> <span style=""> </span></b>. Presentar el texto en el cuerpo del mensaje, firmado con seudónimo y, en archivo adjunto de Word, detallar los datos personales: nombre y apellido, dirección, país de procedencia y de residencia, número de teléfono, dirección de correo electrónico alternativo, página web personal o weblog y breve curriculum literario (no más de 5 líneas; indispensable para integrar el libro en caso de ser seleccionado); agregando indefectiblemente una copia del Documento de Identidad.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;">Asunto obligatorio del e-mail: <b style="">Concurso Karma sensual7 + nombre del relato</b>. (por ejemplo, si mi relato se llamara “El vecino de al lado”, el asunto debe ser: Concurso Karma sensual7 “El vecino de al lado”</span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify; text-indent: -18pt; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span style="background: none repeat scroll 0% 0% lime;font-size:100%;" lang="ES-AR" >6)</span><span style="background: none repeat scroll 0% 0% lime;font-size:100%;" lang="ES-AR" > </span><span style="background: none repeat scroll 0% 0% lime;font-size:100%;" lang="ES-AR" >Premio: </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span style="background: none repeat scroll 0% 0% lime;font-size:100%;" lang="ES-AR" ><span style=""> </span>- Publicación de una antología con los 12 mejores relatos por Ediciones Literarte de</span><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;"> <span style="background: none repeat scroll 0% 0% lime;">Graciela Pucci.</span></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span style="background: none repeat scroll 0% 0% lime;font-size:100%;" lang="ES-AR" >- Diploma.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span style="background: none repeat scroll 0% 0% lime;font-size:100%;" lang="ES-AR" >- Participación opcional como Jurado Ambulativo del concurso “Karma Sensual8 2012” para los tres primeros clasificados.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span style="background: none repeat scroll 0% 0% lime;font-size:100%;" lang="ES-AR" ><span style=""> </span></span><span style="background: none repeat scroll 0% 0% lime;font-size:100%;" lang="ES-AR" >7)</span><span style="background: none repeat scroll 0% 0% lime;font-size:100%;" lang="ES-AR" > </span><span style="background: none repeat scroll 0% 0% lime;font-size:100%;" lang="ES-AR" >Fecha límite de cierre del concurso y recepción de trabajos: 15 de septiembre de 2011.</span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify; text-indent: -18pt; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span style="background: none repeat scroll 0% 0% lime;font-size:100%;" lang="ES-AR" >8)</span><span style="background: none repeat scroll 0% 0% lime;font-size:100%;" lang="ES-AR" > </span><span style="background: none repeat scroll 0% 0% lime;font-size:100%;" lang="ES-AR" >Fecha para hacer público el fallo del jurado e informar personalmente a los <span style=""> </span>ganadores: 30 de noviembre de 2011.</span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify; text-indent: -18pt; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span style="font-size:100%;">El resultado del concurso será publicado en las siguientes páginas web:<u><span lang="ES-AR"><a href="http://www.friulinelweb.it/crearparaleer"><br /></a></span></u></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify; text-indent: -18pt; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span style="font-size:100%;"><u><span lang="ES-AR"><a href="http://www.friulinelweb.it/crearparaleer">www.friulinelweb.it/crearparaleer</a></span></u></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify; text-indent: -18pt; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span style="font-size:100%;"><u><span lang="ES-AR"><span style="text-decoration: none;"> </span></span></u></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify; text-indent: -18pt; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;"><u><span lang="ES-AR">http://concursokarmase.bitacoras.com/</span></u> Los seleccionados serán notificados por e-mail.</span><span class="MsoHyperlink" style="font-size:100%;"><span style="font-weight: normal;" lang="ES-AR"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify; text-indent: -18pt; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span class="MsoHyperlink" style="font-size:100%;"><span style="font-weight: normal;" lang="ES-AR">9)Los textos no incluidos en la antología serán eliminados de nuestros archivos.</span></span><span class="MsoHyperlink" style="font-size:100%;"><span style="font-weight: normal;" lang="ES-AR"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify; text-indent: -18pt; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span class="MsoHyperlink" style="font-size:100%;"><span style="font-weight: normal;" lang="ES-AR">10) Condiciones para que se edite el libro: la editorial “</span></span><span style="font-weight: normal;font-size:100%;" lang="ES" >Ediciones Literarte” se compromete a publicar el libro “Karma sensual: Pasiones prohibidas” si los autores integrantes del libro o todo aquel interesado en adquirirlo asegura la cantidad de libros que cada uno comprará; de esta forma, cubiertos los gastos de edición, se publicará el libro anual de Karma sensual 2011. Hacer y confirmar los pedidos directamente a la editora Graciela Pucci a la siguiente dirección de e-mail: </span><a href="mailto:gdpucci06@gmail.com">gdpucci06@gmail.com</a><span class="MsoHyperlink" style="font-size:100%;"><span style="font-weight: normal;" lang="ES-AR"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify; text-indent: -18pt; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span class="MsoHyperlink" style="font-size:100%;"><span style="font-weight: normal;" lang="ES-AR">11)Será competencia de cada autor integrante de la antología el hecho de organizar, si es su deseo, armar y llevar a cabo la presentación del libro donde, cuando y como quiera.</span></span></p> <h1 style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span lang="ES" style="font-size:100%;"> </span><span style="font-weight: normal;font-size:100%;" lang="ES" ><span style=""> </span></span></h1> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;">12)</span><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;"> </span><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;"> El libro será publicado en febrero de 2012, luego de las correcciones pertinentes al caso y con la autorización de los autores seleccionados.</span><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;"> </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span style="font-size:100%;"><b style=""><span lang="ES-AR">Madrina: </span></b></span><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;">Sonia Aldama(España)</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span style="font-size:100%;"><b style=""><span lang="ES-AR">Organizadora general:</span></b></span><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;"> Marta Roldan (Italia)</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span style="font-size:100%;"><b style=""><span lang="ES-AR">Jurado Estable:</span></b></span><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;"> Israel Benavidez (Alemania), Pilar Pedraza (Bolivia), Graciela Pucci (Argentina).<br /><b style="">Jurado A<strong>mbulativo</strong></b> (cambiará cada año): Carolina Pastor Jordá – España; Marina López Martínez – España; Enrique Luque de Gregorio – España.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;">Pueden obtener datos sobre los integrantes del Jurado Estable:</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;">De Marta Roldan: <b style=""><a href="http://www.friulinelweb.it/crearparaleer">www.friulinelweb.it/crearparaleer</a> </b></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;">Noticias literarias: <b style=""><a href="http://noticiasliterarias.bitacoras.com/">http://noticiasliterarias.bitacoras.com</a> </b><br />De Israel Benavidez: <span class="MsoHyperlink"><b style=""><a href="http://eltrotamundos.blogspot.com/"><u>http://eltrotamundos.blogspot.com</u></a></b></span></span><span class="MsoHyperlink" style="font-size:100%;"><span lang="IT"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span class="MsoHyperlink" style="font-size:100%;"><span lang="IT">De Graciela Pucci: </span></span><span style="font-weight: normal;font-size:100%;" lang="IT" >http://librocuartodeespejos.blogspot.com</span><br /></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;">REVISTA LITERARTE: <span style=""><span class="MsoHyperlink">www.revistaliterartedigital.blogspot.com</span></span><span style="font-weight: normal;font-size:100%;" lang="IT" ><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span style="font-weight: normal;font-size:100%;" lang="IT" >EDICIONES LITERARTE: <span style=""><span class="MsoHyperlink">www.edicionesliterarte.blogspot.com</span></span> </span><span class="MsoHyperlink" style="font-size:100%;"><span style="font-weight: normal;" lang="ES-AR"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span class="MsoHyperlink" style="font-size:100%;"><span style="font-weight: normal;" lang="ES-AR">Los tres primeros seleccionados de cada año participarán como Jurado Ambulativo del año siguiente, por lo cual, este Jurado Ambulativo cambiará en cada edición del concurso.</span></span><span class="MsoHyperlink" style="font-size:100%;"><span style="font-weight: normal;" lang="ES-AR"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span class="MsoHyperlink" style="font-size:100%;"><span style="font-weight: normal;" lang="ES-AR">14) Los autores ganadores, ya por el hecho de participar en el concurso, ceden el derecho de publicar su obra, en caso de resultar seleccionada, en el libro “Karma sensual: Pasiones prohibidas” sin requerir remuneración alguna por tal publicación. De todas maneras los derechos quedan siempre en posesión del autor, indiscutiblemente.</span></span><span class="MsoHyperlink" style="font-size:100%;"><span style="font-weight: normal;" lang="ES-AR"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span class="MsoHyperlink" style="font-size:100%;"><span style="font-weight: normal;" lang="ES-AR">15)La participación en este concurso presupone la aceptación de sus bases. Seguramente habrá cosas que no he dejado en claro, pueden comunicarse conmigo ante cualquier duda, especificando el asunto, a: </span></span><a href="mailto:roldan.marta@gmail.com"><u>roldan.marta@gmail.com</u></a><span class="MsoHyperlink" style="font-size:100%;"><span style="font-weight: normal;" lang="ES-AR"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span class="MsoHyperlink" style="font-size:100%;"><span style="font-weight: normal;" lang="ES-AR">Sitio: </span></span><span class="MsoHyperlink" style="font-size:100%;"><span style="font-weight: normal;" lang="IT"><a href="http://www.friulinelweb.it/crearparaleer"><b><span style="" lang="ES">www.friulinelweb.it/crearparaleer</span></b></a></span></span><br /></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;">E-mail:<span style=""> </span>fama@friulinelweb.it<span class="MsoHyperlink" style="font-size:100%;"><span style="font-weight: normal;" lang="PT-BR"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span class="MsoHyperlink" style="font-size:100%;"><span style="font-weight: normal;" lang="PT-BR">Noticias literarias: </span></span><span lang="IT" style="font-size:100%;"><a href="http://noticiasliterarias.bitacoras.com/"><u><span style="font-weight: normal;" lang="PT-BR">http://noticiasliterarias.bitacoras.com</span></u></a></span><br /></p><p class="MsoNormal" face="arial" style="text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);">Información sobre el Jurado Ambulativo:<br /></p> <h1 style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span class="MsoHyperlink" style="font-size:100%;"><span lang="ES-AR"> </span></span></h1> <h1 style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; text-align: justify; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span lang="ES" style="font-size:100%;"> </span></h1> <h1 style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span style="font-size:100%;"><strong><span style="font-weight: normal;" lang="IT"><br /></span></strong></span></h1> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm; line-height: 150%; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"><span style="font-size:100%;"><b style=""><span style="line-height: 150%;" lang="ES-AR">Carolina Pastor Jordá – España</span></b><b style=""><span style="line-height: 150%;" lang="ES">:</span></b></span><span style="line-height: 150%;font-size:100%;" lang="ES" > Hace unos tres años participó en “El Reto”, un concurso que se realiza sin periodicidad fija en el foro de Asshai.com, y a partir de ahí se centró en escribir relatos de fantasía no épica y terror, así como otros de temática realista.</span></p> <div style="border-width: medium medium 1pt; border-style: none none solid; color: rgb(255, 255, 0);font-family:arial;"> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm; line-height: 150%; border: medium none; padding: 0cm;"><span style="line-height: 150%;font-size:100%;" lang="ES" >Ha publicado un relato en la web </span><span style="line-height: 150%;font-size:100%;" lang="ES-AR" ><a href="http://www.tauradk.com/"><span style="" lang="ES">www.tauradk.com</span></a></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm; line-height: 150%; border: medium none; padding: 0cm;"><span style="line-height: 150%;font-size:100%;" lang="ES-AR" > </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm; line-height: 150%; border: medium none; padding: 0cm;"><span style="font-size:100%;"><b style=""><span style="line-height: 150%;" lang="ES-AR">Marina López Martínez – España:</span></b></span><span style="line-height: 150%;font-size:100%;" lang="ES-AR" > Profesora de lengua y literatura francesas en la Universidad Jaume I de Castellón. Su principal línea de investigación es la escritura contemporánea en femenino y principalmente la novela negra escrita por mujeres francófonas como recoge su tesis Le polar au féminin. Tiene varias publicaciones académicas como por ejemplo: (2010) “Representación insolente de La justicia en La novela negra femenina” en Ficción criminal “Justicia y Castigo”/ “Law & Punishment in Crime Fiction”. Ed. Universidad de León.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm; line-height: 150%; border: medium none; padding: 0cm;"><span lang="ES-AR" style="font-size:100%;"> </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm; line-height: 150%; border: medium none; padding: 0cm;"><span style="font-size:100%;"><b style=""><span style="line-height: 150%;" lang="ES-AR">Enrique Luque de Gregorio: </span></b></span><span style="line-height: 150%;font-size:100%;" lang="ES-AR" >Redactor de la página web Ociojoven.com y Ojgames.com.Colaborador de la revista Cibergamers. Redactor<span style=""> </span>de la página web Mundogamers.com. Colaborador de la revista Nintendo Acción.Colaborador de la revista Guías y Trucos de Hobby Consolas.Colaborador en la revista literaria Biblioteca Fosca. Redactor de la revista Teammanía. Redactor jefe de la revista Gamers Magazine.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm; line-height: 150%; border: medium none; padding: 0cm;"><span style="line-height: 150%;font-size:100%;" lang="ES-AR" >Colaborador en las revistas FNAC Gamers y Save the Gam</span></p> </div>Alice Carrollhttp://www.blogger.com/profile/02898316486550822840noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-3806802466206563546.post-33025103416475459972009-08-12T15:35:00.009+02:002021-07-04T10:29:14.617+02:00Las Confesiones de Ninetta<div align="justify"><a href="http://www.lulu.com/content/libro-tapa-blanda/las-confesiones-de-ninetta/7465536"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5369072325813679250" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7IDJ0PPy-472PaFziqhpMfGstP0DwiPYeum2LQMqpIjS5WfEvsNFDdcbO52w5WNfGwW5xnpk72iVt0_hMGpDmVNPeXJQgOYk2rpDPTjVyzBNQWp4D3b7nYPGQdzDLFxJFE24YR95nCfo/s400/Ninetta+portada+lulu.jpg" style="display: block; height: 400px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 266px;" /></a>
<div align="justify"><span style="color: #f9cb9c;"><span>Tras un largo camino, la novela </span><a href="http://www.lulu.com/content/libro-tapa-blanda/las-confesiones-de-ninetta/7465536"><span>"<span>Las Confesiones de Ninetta</span>"</span></a><span> está ya finalizada y en formato libro. Ninetta es una joven divorciada con la que muchas mujeres se sentirán identificadas, al ser un personaje cercano lleno de dudas, deseos y ganas de pasarlo bien. Tras su divorcio con Manolo, hombre bueno pero soso con el que jamás conoció lo que era un orgasmo en compañía, se adentra en un mundo nuevo plagado d</span><span>e emociones, hombres, sexo y amor. Una novela llena de humor, ironía y diversión para pasar un buen rato este verano.</span></span></div><div align="justify"><span style="color: #f9cb9c;"></span></div><span style="color: #f9cb9c;">
<span>¡Espero que os guste! Besos,</span>
<span>Alice Carroll</span></span> </div>Alice Carrollhttp://www.blogger.com/profile/02898316486550822840noreply@blogger.com21tag:blogger.com,1999:blog-3806802466206563546.post-48649423885235825362009-08-02T10:38:00.001+02:002021-07-04T10:30:41.104+02:00Mi hermosa lavandería<object height="344" width="425"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/PY9s3uf7Vcc&hl=es&fs=1&" /><param name="allowFullScreen" value="true" /><param name="allowscriptaccess" value="always" /><embed allowfullscreen="true" allowscriptaccess="always" height="344" src="http://www.youtube.com/v/PY9s3uf7Vcc&hl=es&fs=1&" type="application/x-shockwave-flash" width="425"></embed></object>
<div align="justify"><span style="color: #b4a7d6;"><span>Llevaba ya dos años en aquella lluviosa ciudad. Miraba atrás en el tiempo y me sorprendía la capacidad que había demostrado para adaptarme a ella y no sucumbir a la nostalgia de mi soleada tierra del sur. Había viajado a Londres no sólo para aprender inglés y completar mis estudios universitarios como le había dicho a mi familia, sino también para huir de una relación con un hombre que me había dejado más tocada de lo que yo creía. Era necesario no sólo poner tiempo para superarlo sino también una larga distancia que me impidiera cualquier acercamiento en caso de debilidad por mi parte a aquel hombre que me había herido. Necesitaba una especie de parón en mi vida, un replantearme lo que yo realmente quería hacer, lo que yo buscaba en la vida profesionalmente hablando y por qué no, reflexionar sobre mis relaciones con los hombres, siempre plagadas de problemas.
Pero no fue fácil en los primeros momentos. Encontrar trabajo resultó una ardua tarea, buscar un sitio donde vivir tampoco y adaptarme a la diferente forma de ser y actuar de los ingleses tampoco. Todo era distinto a lo que había vivido antes, además de la dificultad añadida de no tener a nadie al que contar las penas para poder desahogarme.
Lo cierto es que lentamente todo fue encajando en el puzzle: encontré trabajo en una hamburguesería, que no es que fuese el trabajo de mi vida, pero me daba margen suficiente para tener dinero para vivir y plantearme buscar otro trabajo como profesora de español, que era de lo que yo pretendía ejercer. También encontré, a través de un compañero de trabajo, un pequeño estudio que bien podía haber sido en otra vida una caja de zapatos de segunda mano, dado su reducido tamaño y el olor a sucio de la moqueta ennegrecida que había en el suelo y que fui incapaz de quitar, ni siquiera suplicando a la dueña e intentar convencerla a través de un estudio sobre ácaros, moquetas y alfombras que había encontrado en Internet.
Aquella mini morada se componía de lo imprescindible para poder vivir sin más alharacas: una zona de salón-comedor-dormitorio donde se ubicaba una cama de 80 que hacía las veces de sofá y asiento cuando comía, la zona propiamente de la cocina que tan sólo la separaba del salón una estrecha barra que hacía también de aparador, una estantería, un armario diminuto al que jamás pude ver ordenado dada la diferencia entre lo que podía contener y lo que yo quería que contuviera, una mesa baja con la que más de un día me tropecé y un pequeño aseo independiente al que habían tenido el detalle de ponerle una ducha que seguramente la habían robado de una clínica para anoréxicas que jamás se hubieran mirado en el roñoso espejo que había en el baño dado que distaba mucho de irradiar felicidad ajena.
<span>Pero en mi pequeño espacio para vivir faltaba algo que jamás hubiera pensado que se obviaría en ningún hogar, y era una lavadora. Fue al buscar piso cuando me di cuenta de ese pequeño detalle: prácticamente en todos los lugares que visitaba brillaba por su ausencia. Al principio rechacé todas las ofertas de alquiler que no dispusieran de aquel útil complemento, pero tras desesperarme completamente por lo que iban viendo mis ojos, me rendí y decidí que, dada la abundancia de lavanderías que había en las calles de Londres, alquilaría un piso algo más decente y llevaría mi ropa a lavar a un sitio público, igual que mi bisabuela había lavado su ropa al lado del río cuando vivía en el pueblo.
El pequeño estudio que había alquilado se encontraba en una de las zonas de Londres que eran territorio de los “paquis”, habían pasado ya años desde que los primeros poblaran Londres y lo que allí había era ya una segunda e incluso una tercera generación de los mismos. Siempre me atrajeron los hombres de rostro algo oscuro, mas no negro, y los hindúes y paquis que pasaban a mi lado por las calles de Londres me provocaban un revuelo de emociones en todo mi ser. No me importaba su pequeño tamaño, eran sus ojos de mirada profunda, su cara redondeada y su piel morena los que me revolvían.
Mi trabajo terminaba cada día a las 12 de la noche, pero era difícil que jamás saliera antes de la una de madrugada, todo tenía que estar pulcramente recogido y ordenado para la mañana siguiente y nadie podía escaparse hasta que la jefa no nos diera su bendición. Al salir, me encontraba extenuada y el simple aroma a carne, independientemente del animal de que se tratara, me provocaba más de un vómito que tenía que aplacar con unas inspiraciones profundas intentando relajarme. Evidentemente no tardé ni dos meses en cambiar mi dieta carnívora de toda la vida por una dieta vegetariana ausente de todo recuerdo del lugar donde trabajaba.
Al llegar a mi casa y hacer una liviana cena apenas me quedaba tiempo siquiera para pensar en mí misma. Poco le podía dedicar a la limpieza de mi hogar pero se hacía inexcusable llevar una vez por semana la ropa a la lavandería de la calle donde yo vivía así que cogía una bolsa grande de basura negra, metía todo lo que debía lavarse y con el hatillo al hombro salía a la calle de madrugada. A pesar de los horarios de los habitantes de la city, la ciudad tenía vida, aunque fuera más sútil. El hecho de que la lavandería estuviera abierta a esas horas era prueba evidente de ello.
Cuando llegaba, me embargaba la soledad de las máquinas esperando ser utilizadas. Solía ponerme siempre en la que había al fondo, justo al lado del banco que utilizaba para esperar que el proceso de lavado y secado finalizara.
Pero no tardé en disfrutar de compañía al cambiar mi día de visita y coincidir con un hombre atizonado de mirada penetrante y pelo sombrío. Ni siquiera saludó al entrar y verme ya sentada en mi banco de siempre con un libro en la mano. Depositó sus prendas en una lavadora cercana a la mía y sin más, se sentó a mi lado a esperar. Estando acostumbrada a vivir en una tierra sociable donde la gente no sólo se saludaba sino que además, hasta conversaba aunque fuera de temas banales, me sentía algo incómoda con la escena de mutismo absoluto a pesar de la corta distancia que nos separaba.
Lo cierto es que me resultaba atractivo, mucho, pero era en esos casos cuando mis feronomas bloqueaban completamente mi cerebro y a pesar de mis ganas de hablar, permanecí en completo silencio como él hasta que mi lavadora finalizó, recogí mi ropa y salí del lugar con un tímido “bye”.
Mi encuentro fue suficiente para que mi poderosa imaginación elucubrara mil encuentros con él, cómo empezaríamos a conversar, la primera cita en un café y los besos posteriores. Era fácil, sólo era cuestión de trasvasar la barrera que le imponía el mundo virtual para hacerlo real.
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Pero nada de eso sucedió. Ni en el segundo encuentro, ni en el tercero. Seguíamos siendo dos completos desconocidos a pesar de conocer al dedillo la ropa interior que cada uno usaba.
Fue en una noche excepcional de cielo estrellado cuando todo cambió. Cuando llegué, ya estaba sentado esperando en el banco. Me dirigí a mi lavadora y fui metiendo toda mi ropa poco a poco. A pesar del ruido de su lavadora funcionando oí su respiración tan cerca de mí, que no pude sino volverme. Y ahí estaba él, el hombre sin nombre, a menos de veinte centímetros de distancia de mí. Por un instante sentí miedo y me imaginé que realmente era un ladrón de lavanderías que acechaba a las trabajadoras de las hamburgueserías en un cuidado ritual de cuatro encuentros o un asesino en serie que esa noche tenía que cumplir con su necesidad de matar. Creo que toda mi vida pasó por delante hasta que sentí sus manos en su cadera y sus labios en mi cuello. Me estremecí pero aún fui capaz de dar al botón de “start” y que mi ropa comenzara su lavado. Ni me moví, ni siquiera volví la cabeza para preguntarle qué hacía. De sobra lo sabía, tanto, como que hasta lo había soñado en más de una ocasión en mi pequeño cuarto.
Aquel moreno de ojos penetrantes inspeccionó mi cuerpo hasta que fue encontrando sus rincones favoritos: rodeó mis pechos alertas con sus pequeñas manos y las bajó por mi blusa hasta llegar a mi falda. Mi corta falda entre sus manos parecía ser incluso más escasa, pues no tardó en adivinar por su tacto el aspecto de mi sexo. Sentía sus dedos bajó mis bragas y comencé a gemir con algo de timidez. La distancia que nos separaba había desaparecido y podía sentir su miembro erecto frotándose entre mis nalgas. En un instante sentí su calor, mi compañero de lavandería me había bajado mis bragas hasta la rodilla, había subido mi falda por detrás y ahora palpaba a sus anchas los melocotones que se le ponían tan a la vista. Sus caricias me enloquecían de placer, y más cuando sentí que deslizaba su mano desde atrás hacia delante, acariciando toda mi intimidad, ahora a la vista.
<span>Me empujó suavemente contra mi lavadora y aclimató su miembro al calor de mi sexo, penetrándome firmemente hasta que me sentí completamente llena. Aquel moreno comenzó un ritmo de empujes constantes, quizás muy parecidos al que marcaba el electrodoméstico, mientras yo, inclinada levemente sobre la lavadora, sentía en toda su plenitud ambas cadencias. Me gustaba sentir bajo mi cuerpo aquellas vibraciones que emitía la lavadora, aumentaban el placer que me proporcionaba mi amigo nocturno.
A medida que me embestía, yo dejaba caer mi cuerpo sobre la lavadora, hasta sentir mis pechos sobre ella. Era entonces cuando él me ayudaba a levantarme para poder amasar mis pechos con sus manos. Lo cierto es que mi amigo se tomaba el ataque con calma, quizás quería degustar todo lo que en otros encuentros no habíamos hecho. Nada nos preocupaba que entrara alguien y pudiera vernos. ¿Quién se acuerda de esos pequeños detalles cuando se ha ascendido al Paraíso por unos instantes? Mi compañero sin nombre agarró mis nalgas cual jinete y aceleró sus embestidas mientras yo, apenas recordaba si ya había disfrutado de dos o tres orgasmos. Quizás fueron cuatro. Su montura estaba a su disposición para seguir cuanto quisiera.
En esos momentos, mi lavadora había iniciado su proceso de centrifugado y mi amigo, contagiado por el frenético ritmo que le imponían, se dejó llevar hasta que un leve gemido y su calor invadiendo mis entrañas, me anunció que había terminado. También mi ropa estaba lista para ser sacada de allí. Mi compañero en un curioso gesto con su dedo haciéndome una especie de garabatos en mi espalda se apartó de mí y como si nada hubiera pasado, se fue hasta su lavadora a recoger la ropa que hacía unos minutos había finalizado.
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Me recompuse mis prendas y metí en la bolsa toda la ropa lavada y ya seca aunque arrugada. Me volví para verle pero sorprendentemente se había marchado. Se había ido sin decirme siquiera adiós.
Caminé a mi casa pensando en lo raros que eran los insulares, pero con una sensación de bienestar que hacía mucho no tenía. Esa noche dormiría de un tirón a pesar de los ruidos que a veces tenían las cañerías de mi hogar, si se le podía llamar así al lugar donde habitaba.
Al llegar a mi casa me desvestí para entrar en la ducha y al mirarme en el espejo pude ver que en mi espalda había escrito a rotulador dos palabras en inglés “See you”. Estaba claro que no sería la última vez que aquel desconocido y yo lavaríamos juntos la ropa…</span></span></div>Alice Carrollhttp://www.blogger.com/profile/02898316486550822840noreply@blogger.com26tag:blogger.com,1999:blog-3806802466206563546.post-22773861712034915412009-04-25T10:10:00.004+02:002009-04-25T18:02:59.059+02:00Dos años de blog<em>Muchas gracias por estar al otro lado de la red y por leerme. Tan sólo deseo que disfrutéis de mis relatos y que sean capaces de llenaros de deseo.</em><br /><em>Besos</em><br /><em></em><br /><em>Alice Carroll</em><br /><br /><object height="350" width="425"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/al9PVRwZ4tE"><param name="wmode" value="transparent"><embed src="http://www.youtube.com/v/al9PVRwZ4tE" type="application/x-shockwave-flash" wmode="transparent" width="425" height="350"></embed></object>Alice Carrollhttp://www.blogger.com/profile/02898316486550822840noreply@blogger.com13tag:blogger.com,1999:blog-3806802466206563546.post-90781288696263263762009-04-25T09:51:00.004+02:002009-04-25T18:01:40.480+02:00Los deberes de Mario XI: El comienzo<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJ4NZr7d6QXIrl8WVacrxxUXzZMrrbVJYVEvxKv9zC0S4UHvrcrB2wii0q5p8gwZcVU11nLW6U1LsMquvm8EhmXMILZJfM8Yj7-cMIcLf-oSRvD0w4dIohd5Gl2v2okZ3AB3gS_39XFko/s1600-h/el+comienzo.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5328659747128984850" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 211px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJ4NZr7d6QXIrl8WVacrxxUXzZMrrbVJYVEvxKv9zC0S4UHvrcrB2wii0q5p8gwZcVU11nLW6U1LsMquvm8EhmXMILZJfM8Yj7-cMIcLf-oSRvD0w4dIohd5Gl2v2okZ3AB3gS_39XFko/s400/el+comienzo.jpg" border="0" /></a> <div align="justify"><span style="color:#33ff33;"></span></div><div align="justify"><span style="color:#33ff33;">La conocí ya hace dos años, en aquel bar de un amigo mío en el que me encontraba mejor que en mi propia casa. Las caras ya eran conocidas y la música de mi estilo. Me sorprendió que estuviera sola, pero no parecía importarle. En la barra del bar demostraba más seguridad que todos los que se le querían acercar. Ella les apartaba con un giro negativo de cabeza, una media sonrisa o un “no” rotundo si el candidato se ponía muy pesado. Yo la observaba atentamente. Era alta y delgada, tenía el cabello ondulado y de color castaño claro. Me sorprendieron sus grandes ojos verdes, era difícil no quedarse ensimismado mirándolos.<br /><br />Me acerqué a la barra y pedí una copa, estaba a dos metros de ella y pensaba cómo podría acercarme sin que fuera otro candidato rechazado. Su vestido negro y corto con un generoso escote era toda una invitación a perderse en un mar de sugerentes pensamientos.<br /><br />Sentía mi propia excitación dentro de los pantalones. Sabía que tenía que ser cauteloso, que no podía abordarla sin más, tenía que encontrar la mejor manera de poder empezar a hablar con ella y no dejarla indiferente. Pero no se me ocurrió nada más que mirarla intensamente. Su instinto advirtió mis ojos y lejos de sentirse abrumada me sostuvo la mirada.<br /><br />No sé cuánto tiempo pasó, si fueron apenas unos segundos o varios minutos. Pero sentí toda su fuerza sexual en su mirada, quizás incluso sintió la mía. Sus ojos me hablaban de deseo, de imaginación, de curiosidad. Y sin saber muy bien cómo, me acerqué a ella y le pregunté algo que jamás hubiera dicho a otra mujer sin conocer siquiera su nombre. Ella respondió como yo quería: tras unos segundos algo confusa por aquella pregunta tan directa y extraña, me sonrió y obtuve un “sí” por respuesta.<br /><br /><span style="color:#ff99ff;">-Por cierto-</span> dijo ella cuando salíamos del bar en dirección a su apartamento- <span style="color:#ff99ff;">mi nombre es Alice Carroll. ¿El tuyo?<br /></span><span style="color:#66ffff;">-Puedes llamarme Mario.</span><br /><br />Al entrar en su apartamento lo primero que sentí fue el intenso olor a rosas que había en él. Al encender la luz, pude comprobar que varios ramos de rosas multicolores reposaban en jarrones distribuidos por todo el salón.<br /><span style="color:#66ffff;">-¿Todas esas flores son de tus amantes?</span><br /><br />Alice se río pero no contestó, se limitó a acercarse a mí y con su voz sensual me retó al juego que yo le había propuesto en el bar.<br /><span style="color:#ff99ff;">-¿No ibas a hacerme tu esclava sexual? ¿Cuándo empiezas?<br /></span><br />Sus palabras entraron por mi cerebro y alertaron a todo mi cuerpo excitándolo como hacía tiempo no lo estaba. La besé y recorrí aquel cuerpo que hasta ese momento desconocía disfrutando de sus formas curvilíneas, amasé sus pechos hasta forzarlos a salir de su enconsertado cubículo, subí el vestido por detrás hasta hacer mías sus perfectas nalgas. Saber que no llevaba ropa interior me puso aún más caliente. Alice gemía mientras acariciaba mi cuerpo y me iba desnudando lentamente. Yo empecé mi juego, cogí la tela del escote de su vestido con ambas manos y lo rasgué por completo.<br /><span style="color:#66ffff;">-Te compraré unas rosas para compensarte por el vestido</span> -Dije yo irónicamente.<br /><br />La abracé y nos tiramos en la alfombra. Mordí suavemente su cuello y ella gimió intensamente. Cogió mi miembro con sus manos y con sus húmedas yemas inspeccionó cada milímetro de él. Aparté su mano y agarrando sus brazos con mi mano derecha, zambullí mis dedos de la otra mano en su sexo, acuoso y cálido. Estaba completamente depilado, algo que me encantaba. Alice se retorció de placer cuando los introduje más profundamente hasta encontrar su punto G. Quería desasirse de mí, pero no podía. Mi miembro ya no podía aguantar fuera de tan cálido lugar así que quité mi mano y de un empujón, la poseí. Alice tenía una cara de intenso placer. Rodeó mi cintura con sus piernas y mi miembro penetró más profundamente hasta sentir que hacía tope. Liberé sus brazos y ella me abrazó, arañando suavemente mi espalda. Levanté sus piernas y la embestí repetidas veces.<br /><span style="color:#66ffff;">-¿Vas a ser mi puta?</span> –Dije yo<br /><span style="color:#ff99ff;">-Sí, claro que sí</span>-Dijo ella sin apenas dudarlo.<br /><br />La insté a que se pusiera a cuatro patas y ella obedeció de inmediato ofreciéndome un hermoso culo que yo agarré con mis manos a modo de asideros para penetrarla de nuevo en aquella posición. Veía sus pechos moverse ante mis embestidas en un espejo que tenía en una de las paredes. Estaba más hermosa así incluso que cuando la conocí en el bar. Sus paredes vaginales se comprimían rítmicamente una y otra vez en compulsivos orgasmos. Sujeté su pelo cual si fuera mi montura y cabalgué hasta que sentí que un torrente de semen salía de mí. Me dejé caer sobre ella cuando sentí que mis piernas ya no me sostenían tras gozar.<br /><br />Después de unos segundos nos sentamos en la alfombra recuperándonos de la intensa sesión de sexo.<br /><br /><span style="color:#ff99ff;">-¿Cuándo te volveré a ver?</span> –Dijo Alice intuyendo que yo era el que ponía las normas.<br /><span style="color:#66ffff;">-Yo te llamo, tendrás que hacer deberes para mí, si no los haces no me volverás a ver.-</span>Contesté yo.<br /><span style="color:#ff99ff;">-De acuerdo.<br /></span><br />Por primera vez, miré su apartamento con una mayor atención. Me sorprendió ver su mesa llena de papeles escritos a mano, algunos arrugados víctimas de un destino peor.<br /><span style="color:#66ffff;">-¿Y todos esos papeles?</span><br />Alice sonrió.<br /><span style="color:#ff99ff;">-Soy escritora. Escribo relatos eróticos.<br /></span><span style="color:#66ffff;">-¿Y son producto de tu imaginación o de tus experiencias?</span> –Pregunté yo intrigado.<br /><span style="color:#ff99ff;">-Eso no te lo voy a decir. Tendrás que descubrirlo…</span><br /><span style="color:#33ffff;">-Lo haré-</span> dije yo levantándome del suelo-<br /><br />Me despedí de ella con un hasta pronto y volví a casa. Estaba convencido de que había encontrado por fin lo que yo había buscado muchas veces en una cama con una mujer.<br /><br />La había encontrado a ella.<br /></div></span><br /><br /><object height="344" width="425"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/yYY7tTqfCyY&hl=es&fs=1"><param name="allowFullScreen" value="true"><param name="allowscriptaccess" value="always"><br /><embed src="http://www.youtube.com/v/yYY7tTqfCyY&hl=es&fs=1" type="application/x-shockwave-flash" allowscriptaccess="always" allowfullscreen="true" width="425" height="344"></embed></object>Alice Carrollhttp://www.blogger.com/profile/02898316486550822840noreply@blogger.com9tag:blogger.com,1999:blog-3806802466206563546.post-69509886977268903982009-03-01T11:20:00.002+01:002009-03-01T11:26:39.825+01:00El uniforme<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEif_sY3N6ST4KKgo4loX8EpzDIdIHCoa3ZrbW3FmI9O0mX7cS5bJq5cHmaIpeyxQqpPqi3BCjbafNLUnBeEztwnRRlzNg_aTRqGsR6oY9fVLwa2lHsII3M3PLpocFP5T4-ua8bKGblaryY/s1600-h/El+uniforme.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5308162991495281666" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 262px; CURSOR: hand; HEIGHT: 400px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEif_sY3N6ST4KKgo4loX8EpzDIdIHCoa3ZrbW3FmI9O0mX7cS5bJq5cHmaIpeyxQqpPqi3BCjbafNLUnBeEztwnRRlzNg_aTRqGsR6oY9fVLwa2lHsII3M3PLpocFP5T4-ua8bKGblaryY/s400/El+uniforme.jpg" border="0" /></a><br /><div align="justify"><span style="color:#ffcc33;">A pesar de que todas las mañanas seguía la misma rutina aprendida, no dejaba de sobresaltarme el insolente sonido del despertador avisándome de la necesidad de abrir mis ojos. Me gustaba remolonear unos minutos estirando mis piernas y ocupar el sitio que hacía apenas media hora había dejado mi marido. Aún podía sentir su calor bajo las sábanas. Era mi momento de máxima satisfacción, el tiempo suficiente que necesitaba para desperezarme y mentalizarme positivamente para afrontar un nuevo día. Me forzaba a ello tras dejar mi trabajo al tener mi segundo hijo. No me arrepentía de haber renunciado a mi carrera, pero sabía que me faltaba una dosis de novedad que hiciera que los pequeños problemas diarios, que ahora eran mi principal preocupación, se difuminaran como antes, cuando disponía de una vida profesional que me daba algo más de emoción al día a día.<br /><br />Me di de nuevo la vuelta y tras comprobar que la luz del día comenzaba a colorear las paredes de mi habitación, miré de nuevo el despertador y me levanté. Necesitaba toda una hora para ducharme, preparar desayunos y almuerzos y conseguir que los niños por fin se sentaran en el coche para irnos todos juntos al colegio. Era mi pequeño momento de estrés en el que tenía que luchar con el sueño de mis hijos y su pereza para vestirse y desayunar. Una vez que los tenía montados y cuando por fin podía acariciar el volante con mis dedos comenzaba a relajarme. Conducir para mí era un auténtico placer y nada podía alterarme del estado semi hipnótico en el que entraba: ni los niños gritándose entre ellos, ni los atascos diarios, ni los eternos semáforos en rojo. Mi cuerpo parecía estar más receptivo a cualquier estímulo externo y mi mente se encontraba por fin despejada y en estado de alerta.<br /><br />Tras dejar a los niños en el colegio y sufrir la marabunta que se formaba de vehículos mal aparcados y madres nerviosas por no querer llegar tarde, solía volver a casa, no sin antes pasar por el supermercado y hacer la compra diaria, excepto los miércoles, que era el día en que quedaba con otras madres no trabajadoras con las que desayunaba. No es que tuviera nada en común con ellas, pero era casi obligatorio asistir a aquellas reuniones para estar en son de paz con el pequeño grupo que solía manejar las reuniones de la asociación de padres. Realmente no me hubiera importado que los desayunos se repitieran más días entre semana, porque precisamente desde la mesa en la que nos sentábamos, podía observarle a él a través del ventanal con toda claridad. No sé si era su altura y su cuerpo bien formado el que me atraía, la sonrisa con la que solía saludar o más bien su uniforme azul marino impolutamente planchado. Lo cierto es que mientras tomaba mi café y asentía los comentarios de las mujeres que me acompañaban intentando disimular que les prestaba la debida atención, yo miraba extasiada a aquel policía de barrio que patrullaba la calle y que sustituía al viejo policía recién jubilado.<br /><br /><span style="color:#66ffff;">A</span><span style="color:#33ffff;"> pesar de llevar una vida relativamente feliz al lado de Julio, mi marido, no podía evitar sentir una feroz atracción por aquel hombre de uniforme. No me bastaba que apareciera en mis sueños nocturnos, a veces su imagen se interponía entre mi marido y yo mientras hacíamos el amor. Cerraba mis ojos y podía verle con la cremallera de sus pantalones bajada, su camisa y chaqueta de color azul desabrochadas enseñando su pecho algo velludo. En mis sueños ni siquiera le quitaba su gorra y sus zapatos. Era precisamente la sensación de estar siendo poseída por un uniforme lo que me sacaba de mis casillas. Le veía sobre mí embistiéndome una y otra vez, mientras acariciaba con su porra de trabajo cada palmo de mi piel haciendo que me estremeciera.<br /><br />Las imágenes se agolpaban en mi cabeza en ese pequeño rato en el que desayunábamos. Al finalizar y despedirnos hasta la siguiente semana, caminaba lentamente hasta mi coche mientras intentaba buscar una excusa para acercarme a él y entablar una conversación. Pero era incapaz de que se me ocurriera nada y al final arrancaba mi vehículo sin poder evitar sentirme algo frustrada por no haberlo intentado.<br /><br />Tal era mi desesperación por sentir en mi carne el influjo de una tela almidonada, que un buen día decidí comprar en una tienda de disfraces todo un uniforme de policía local con porra incluida que aproveché para regalárselo a Julio el día de su cumpleaños.<br /></span><br /><span style="color:#33ff33;">-¿Pero que es esto?</span> –Dijo Julio con sorpresa al ver que realmente el regalo no era un traje sino algo un poco más especial.<br /><span style="color:#ffccff;">-Es un disfraz de policía, ya sabes, para divertirnos un poco por las noches.<br /></span>-<span style="color:#33ff33;">No jorobes Marisa. ¿Quieres que me ponga esto para hacerte el amor? ¿Te has cansado ya de mí y quieres que me parezca a otro?</span><br /><span style="color:#ffccff;">-No seas gilipollas, si no quieres no te lo pongas, qué más da.</span><br /><br />Salí del salón bastante cabreada pensando que mi marido era el hombre más aburrido del mundo que no tenía la más mínima capacidad de innovar en sus relaciones sexuales. Lo cierto es que lo mismo podía pensar él de mí tras largos años de matrimonio y sábados de lecho. Me metí en la cama y me tapé rabiosa intentando olvidarme de todo y cual fue mi sorpresa cuando a los pocos minutos, apareció con el disfraz puesto.<br /><br /><span style="color:#ffccff;">-¡Qué guapo estás!</span> –Dije yo sincera.<br />Julio se dio unas vueltas de forma teatral mostrando su aspecto general. No era como el policía del colegio, pero me bastaba verle vestido de esa manera para comenzar a excitarme como hacía mucho que no lo hacía. Julio se comenzó a quitar los pantalones y yo de inmediato le frené.<br /><span style="color:#ffccff;">-No, no, no te lo quites, quiero que me folles con el uniforme entero.</span><br />Julio me miró por unos segundos intentando reconocerme, pero le caía algo grande que la modosa de su mujer, que jamás había mostrado el más mínimo interés en tener la iniciativa en el sexo, ahora fuera tan espontánea de proponer, exigir y mandar. Pese a todo, Julio obedeció mis órdenes e hicimos el amor.<br />Pero eso no consiguió satisfacer mis deseos totalmente, esos que ni siquiera yo sabía que tenía y que poco a poco parecían destaparse.<br /><br /><span style="color:#33ffff;">Los días trascurrieron sin novedad. Parecía imposible que el policía del colegio me hiciera el más mínimo caso, es más yo creo que ni siquiera sabía que existía, así que, tras unos pequeños acercamientos sin resultado y comprobar que más que un fogoso policía parecía un pequeño cachorro, desistí definitivamente. Yo necesitaba un hombre que dignificara el uniforme que llevara, que lo llenara con sus músculos y que supiera utilizar la porra en mi beneficio.<br /><br />Así que tras dar muchas vueltas decidí hacer algo que jamás pensé que haría en la vida: contraté los servicios de un stripper. No sabía lo que me estaba pasando, pero dentro de mí se removía algo que no era capaz de parar ¿Serían las clases de Pilates a las que iba desde hace algún tiempo?<br /><br />Aproveché un día de cumpleaños de un primo de mis hijos en el que no tenía que recoger a los niños hasta avanzada la tarde. Pietro vino puntual a la cita y vestido como yo le había comentado. Estaba nerviosa porque por primera vez en mi vida iba a serle infiel a mi marido, aunque me justificaba pensando que realmente era una forma de conocerme mejor y de evolucionar en mi vida. Algo se había despertado al lado del colegio de mis hijos y necesitaba saber qué era exactamente, así que tras una pequeña conversación con él, enseguida tomó la iniciativa: aireó mis pechos tras desabrocharme la blusa, me lanzó contra el sofá del salón y bajando insinuantemente su bragueta, me ofreció un maravilloso espectáculo. Desabrochó con parsimonia su camisa al ritmo de la música que había traído para la ocasión, cogió mi mano y me forzó a acariciar su miembro mientras él hacía excitantes movimientos pélvicos hacia detrás y hacia delante. Alzó su porra en su mano derecha y provocó que mi piel se estremeciera con su contacto. Pietro me despojó de toda mi ropa, me incitó a abrir las piernas con aquel instrumento largo y grueso y lo presionó contra mi sexo hasta que mi calentura fue dejándole un pequeño paso, su grosor era considerable, pero parecía que mi excitación superaba todos los problemas. Sacó aquel inesperado pero excitante consolador y me penetró mientras agarraba firmemente mis brazos y mi pecho impidiendo que el aire entrara libremente en mis pulmones. Sentía tal excitación con el salvaje encuentro que me deshice en orgasmos. Pietro movía su cuerpo con un ritmo encomiable, digno de atleta. Aproveché unos instantes de tregua para tirar de su pelo moreno y acariciar su cuerpo maravillosamente formado. Me gustaba su rudeza y el dominio que tenía sobre mi cuerpo y mi voluntad. Me dio la vuelta y me colocó a cuatro patas para envestirme también por detrás. La experiencia fue realmente intensa y sublime, el grosor y la largura del miembro de aquel desconocido consiguieron arrancarme otro dulce orgasmo.<br /></span><br />Pietro palmeaba mis nalgas hasta dejarlas encarnadas mientras yo me relamía mientras era azotada por un desconocido disfrazado. Tras marcharse de mi casa, me quedé un rato en la cama intentando averiguar qué es lo que me estaba pasando y por qué no podía encadenar de alguna forma aquellos impulsos que afloraran cada vez más insistentemente. Lo cierto es que era como si alguien que no era yo mandara sobre mí. Cada nueva experiencia cumplida requería una nueva por cumplir.<br /><br />Seguía con la rutina normal, pero mi parcela de vida “anormal” ocupaba ya gran parte de mi vida. Fue tras mi encuentro con Pietro cuando se me ocurrió que realmente yo también deseaba disfrazarme y deambular por las calles en busca de clientes. Una mañana me dirigí a una tienda de productos eróticos y busqué lo más sugerente e indecente que encontré. No quería salir de casa vestida de esa forma para no ser descubierta casualmente por algún vecino, así que me aproximé a la zona donde yo sabía que paseaban las putas de la ciudad fuera la hora que fuera: en el polígono industrial. Dentro del coche, me vestí y pinte como si fuera una fulana y salí a la calle paseando mi figura con mis altos zapatos de tacón y una faldita tableada que dejaba contemplar por detrás mis pálidas nalgas.<br /><br />Estaba nerviosa pero me sentía segura dentro de mi nuevo atuendo. A lo lejos se podía ver a alguna mujer, que como yo, paseaba la calle en busca de algún trabajador que se tomara una pausa en su jornada de trabajo. Vestida de esa manera me sentía otra persona y me gustaba comprobar que en mí no sólo habitaba la sosa madre de familia con esposo y fregona sino que habitaba un volcán a punto de explosionar que buscaba cada día nuevas emociones.<br /><br />Una mano agarrando mi brazo izquierdo me sacó de mis ensoñaciones.<br /><span style="color:#33ff33;">-¿Hola guapa? ¿Qué te parece si te vienes a mi despacho un ratito?<br /></span><span style="color:#ffccff;">-Claro que sí, encantada.-</span>Respondí de inmediato.<br /><br />Por un instante me sentí confusa y dudé interiormente, pero algo me impelía a seguirle y terminar lo que había empezado, así que, agarrando su brazo y tocando su paquete mientras soltaba una admiración, le seguí hasta el pequeño despacho donde trabajaba. Cerró la puerta y apoyándome sobre su mesa me instó a abrir la cremallera y llevarme su miembro a la boca. Lo cogí entre mis manos y lo engullí hasta que sentí su glande en mi garganta. Se suponía que era una profesional así que tenía que demostrar una práctica encomiable. Cogí un ritmo continuo de entrada y salida, mientras mis labios giraban en torno a él y mi lengua en punta lamía su tronco. De inmediato comenzó a jadear mientras tiraba de mi pelo adornado con purpurina. Noté la dureza de su miembro en mi paladar y sentí deseos de tenerlo dentro de mí, pero no era yo la que decidía así que seguí degustando su pene hasta que por fin pareció satisfecho, me inclinó sobre la mesa apoyando mi cara sobre ella y de pie, tras ponerse un higiénico preservativo, me clavó su miembro en mi sexo y comenzó a empujarlo en mi interior. No podía creerme que no me reconociera lo más mínimo, lo cierto es que, a pesar de ser mi marido, tampoco yo le reconocía, su comportamiento conmigo, con una puta, no tenía nada que ver con la forma de ser que tenía en casa cuando hacíamos el amor. Era morboso y placentero, me resultaba muy excitante saber que mi marido me ponía los cuernos con una fulana que no era otra que yo.<br /><br />Julio sacó su miembro y me lo volvió a introducir por detrás, la estrechez habitual del agujero forzó un intenso rozamiento que le hizo gemir más intensamente, a la par que yo, que hacía rato me había abandonado al placer más absoluto. Julio acabó por fin y salió de mí, traté de incorporarme, pero sentía que me temblaban las piernas y tuve que sujetarme a él para no caer al suelo.<br /><span style="color:#33ff33;">-¿Cuánto te debo?</span> –Dijo él sorprendiéndome.<br />La verdad es que hasta ese momento no había caído en la cuenta del tema monetario. Era algo que hacía por placer, nada más, me resultaba algo difícil cobrar precisamente a mi marido, pero al final, todo quedaba en casa, así que le pedí 50€ que él pagó sin rechistar.<br /><br />Me despedí de él y, ante su insistencia, le prometí volver en otra ocasión. Mientras caminaba lentamente de vuelta a mi coche, a mi casa y a mi vida normal, pensé que podía haber tiempo para todo, para seguir con la rutina de siempre, para continuar experimentando hasta dónde podían llegar mis ansias de conocer nuevos mundos y para seguir siendo la fulana de mi marido cuando yo deseara…</span> </div><br /><br /><object width="425" height="355"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/q560xzzkOxE&hl=en"></param><param name="wmode" value="transparent"></param><embed src="http://www.youtube.com/v/q560xzzkOxE&hl=en" type="application/x-shockwave-flash" wmode="transparent" width="425" height="355"></embed></object>Alice Carrollhttp://www.blogger.com/profile/02898316486550822840noreply@blogger.com15tag:blogger.com,1999:blog-3806802466206563546.post-69513817070811478262009-01-30T23:44:00.005+01:002009-01-30T23:52:27.922+01:00La chica de la azada<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEic3WDkBQ83NkrSAmRr9w6DYI7gCONFDd51NComxKt-Z5AEKWq4VAQ8cTSxzxWObyO_lPHHpVAq2Jmtl5G7-puW4Mawlf9wWQ5vUcAcQaQ5sxNQe_f4UznPQBIjnOYFeg1AHJM70BktKrw/s1600-h/La+chica+de+la+azada.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5297222079400112626" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 375px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEic3WDkBQ83NkrSAmRr9w6DYI7gCONFDd51NComxKt-Z5AEKWq4VAQ8cTSxzxWObyO_lPHHpVAq2Jmtl5G7-puW4Mawlf9wWQ5vUcAcQaQ5sxNQe_f4UznPQBIjnOYFeg1AHJM70BktKrw/s400/La+chica+de+la+azada.jpg" border="0" /></a> <span style="color:#33ff33;">Cuando levanté la vista de los folios y miré por la ventana, busqué su silueta recortada entre los arbustos que ornamentaban el jardín de la urbanización. Solía venir siempre a la misma hora, vestida con unos shorts vaqueros gastados de fábrica, una camiseta blanca y unas zapatillas de deporte. Era el capricho del nuevo presidente de nuestra comunidad, jubilado anticipadamente pero con demasiada energía y fogosidad como para quedarse en casa viendo pasar la vida que le restaba por disfrutar. Volví la vista de nuevo a la mesa y al tedioso tema que me tocaba aprender ese día. Los artículos me bailaban en mi cabeza y los confundía por mucho que intentara domarlos con tesón y paciencia. Ese día estaba cansado, había dormido mal y me costaba concentrarme. La noche anterior había tenido una pelea con mi novia, que como yo, arrastraba el mismo cansancio y estado de nervios típico de los aspirantes a notarios. Miraba hacia atrás y me entraba vértigo pensar que nada menos cinco años de mi vida los había pasado recluido entre códigos y temarios. No quería reconocerlo, pero de alguna manera, me había dejado arrastrar por las circunstancias. Primero por mi padre, que por arte de magia logró hacerme creer que mi verdadera vocación era el derecho, luego por mi madre, que no podía dejar de repetir lo buen notario que sería, como mi padre, posteriormente por la misma oposición, que fue acaparando cada vez más parcelas de mi vida hasta que ya no cupo siquiera la novia que había tenido durante toda la carrera y a la que aún, pese a todo, seguía queriendo. Ahora tenía una novia de conveniencia, otra opositora como yo que había conocido en la academia donde preparaba las oposiciones a notarías. Era una relación donde el objetivo a seguir por ambos superaba todo lo demás: nuestra pasión, las ganas de salir con los amigos, de ver una película en el cine. Todo giraba en torno a las oposiciones, el resto era secundario. No podía permitirme otro tipo de relación, ninguna mujer hubiera aguantado la desatención que yo le proporcionaba a Verónica, la misma con la que ella me obsequiaba. Pero no había malas palabras, ni malentendidos, sabíamos que primero había que nutrir a aquella bestia que cada vez pedía más.<br /><br />Miré de nuevo con cierta frustración por la ventana mientras mesaba mis cabellos haciendo relucir mi estado de ánimo. Mi corazón pegó un vuelco cuando la vi aparecer. Jamás pensé que las jardineras pudieran llegar a ser tan hermosas. Su ineficiencia para cuidar el jardín se veía recompensada con creces por el cariño que mostraba a la naturaleza que le rodeaba. Era alta y curvilínea, de altivos pechos y nalgas prominentes. Su pelo era dorado, no en vano el largo tiempo que pasaba al sol debía de habérselo aclarado. Lo llevaba recogido con una coleta baja, su cabello cimbreaba de un lado a otro de los hombros, juguetón y remolón a quedarse quieto en mitad de la espalda. Su mirada era limpia, sus ojos, de color miel y su boca larga y fina.<br /><br /><span style="color:#ff99ff;">Hoy no ha aparecido el pesado de Antonio, sabía que le debía un favor por haberme contratado y a veces hasta le dejaba que se acercara a mí para que siguiera requiriendo mis servicios, pero no le soportaba, era de ese tipo de hombres que constantemente chupaban sus labios, dejándolos siempre húmedos. He descubierto gracias a él, sin embargo, una faceta oculta en mí, el placer de trabajar al aire libre. Espero seguir pensando lo mismo cuando llegue el invierno.<br /></span><br />Sentía envidia de Ruth, que así dijo que se llamaba un día cuando saludó a mi padre mientras se encontraba en una de las tumbonas leyendo en nuestro jardín. Fue en su primer día de trabajo cuando ofreció a mi padre ocuparse de nuestro jardín privado una vez hubiera terminado su jornada en el de la comunidad. Lamentablemente, mi padre rehusó de inmediato la propuesta. Era el típico manitas que le gustaba ocuparse de todo y que además disfrutaba y se relajaba cuidando del jardín.<br /><br /><span style="color:#66ffff;">Desde que ella apareció, sentí un resurgir en mi monótona vida sexual, mis erecciones se volvieron constantes, y eso hacía siglos que no me pasaba. El caso es que estaba convencido de que sus movimientos no eran inocentes, la había pillado ya varias veces mirándome y mi pene había reaccionado de inmediato. Me gustaba retarla cuando no estaba mi mujer y manoseaba mi miembro para que se diera cuenta de lo mucho que me excitaba. Volvía a sentirme un adolescente.<br /></span><br />Ruth llevaba siempre en sus manos unas tijeras de podar y una azada para quitar las malas hierbas, eran sus armas de destrucción masiva con las que arrasaba no sólo la grama y el trébol, sino también los bulbos guardados con mimo bajo tierra meses antes y alguna que otra flor que sin querer, acababa desfalleciendo entre sus manos. Porque es cierto que tenía algo de patosa, pero era tremendamente dulce y cariñosa con lo que mataba. Creo que Verónica jamás me trató de la forma en que ella trataba a las plantas que atacaba, bien es cierto que de vegetal tenía poco, por lo menos la sangre seguía fluyendo por mi cuerpo a pesar de la terrible vida que llevaba. La apodé cariñosamente la chica de la azada.<br /><br /><span style="color:#ff99ff;">Sabía que me observaba, me seguía constantemente con sus ojos tras las gafas, simulando estudiar. Era atractivo aunque sentía cierta lástima por su eterno enclaustramiento. No era como su padre, que a pesar de haber rehusado mi oferta no me quitaba ojo, y lo hacía además con descaro, intentando provocarme posando la mano sobre la entrepierna. Me excitaba saberme deseada, deseada por ambos. Me gustaba el juego y yo misma lo seguía, mi cuerpo era todo deseo, hacía tanto que no hacía el amor tras la ruptura con Pedro, que dudaba si se me habría olvidado ya practicar sexo.<br /></span><br />La chica de la azada comenzaba a despistarme cada vez más frecuentemente de mis estudios. Sus movimientos me parecían todos tremendamente sexuales. Su forma de abrir las piernas sobre el suelo manteniendo el equilibrio mientras trabajaba con la azada, su manera de ponerse de rodillas sobre el césped cuando plantaba alguna nueva flor. Me gustaba verla empapada por completo en sudor, mojando su camiseta hasta que su sostén se podía claramente percibir bajo la tela. Ruth alzaba su brazo sobre la frente y con el antebrazo se quitaba el sudor que le corría por el rostro. Era morboso y excitante, tanto, que mi erección en esos momentos era tan fulminante, que de inmediato me iba al baño y calmaba mis ansias de tenerla entre mis brazos.<br /><br /><span style="color:#66ffff;">Mi mujer había decidido acudir a clases de tai chi, cualquier cosa era buena siempre que me dejara solo. Me fastidiaba no haberla podido contratar para tenerla más cerca, las mujeres tienen un molesto sexto sentido para estas cosas. Daba igual. Iba a aprovechar las clases de mi mujer para relajarme. Era evidente que ella me deseaba.<br /></span><br />Mi necesidad de sexo la aplacaba con mi novia de conveniencia, aprovechábamos los fines de semana para hacerlo, cuando mis padres me dejaban solo para irse a cenar fuera. Verónica no era nada apasionada, los estudios habían hecho el mismo efecto en ella que hacía el bromuro. A pesar de todo, habíamos cogido una rutina en hacerlo, igual que si se tratara de otra tarea más en nuestro largo camino hacia el aprobado.<br /><br />Poco a poco mi concentración se debilitó y el tiempo que pasaba contemplando a la chica de la azada por la ventana superaba el que pasaba leyendo y releyendo mis manoseados apuntes. Por una parte la deseaba con todo mi ser, pero por otra, también la envidiaba, al poder estar bajo el sol sin más preocupaciones que la de ejercer un trabajo físico que en ese momento anhelaba mi cansado cerebro.<br /><br /><span style="color:#ff99ff;">Hoy Javier me ha acorralado en el cuartucho donde guardo las herramientas. Apenas nos hemos mirado y hemos sabido que nos deseábamos intensamente. No han hecho falta siquiera palabras, Javier ha bajado sus pantalones y yo he hecho lo mismo con mis shorts de trabajo. Hacía mucho que no follaba de pie, pero ha sido tremendamente morboso y placentero. Cuando he tenido que seguir con mi trabajo, he sentido como resbalaba el semen de mi sexo mojando ligeramente mis shorts. Estoy acalorada y mis poros rezuman sudor por todo mi cuerpo. Me siento tremendamente relajada.<br /></span><br />No sabía qué extraña relación mantenía con el presidente de la comunidad, pero mis largas estancias frente a la ventana me permitieron contemplar algún que otro acercamiento por parte de éste a mi jardinera. Odiaba que la tocara, pero ella se dejaba hacer sin detenerle. Yo quería pensar que simplemente sentía lástima por el hombre que la había contratado pese a su inexperiencia. Cuando más se acercaba a ella, más ganas tenía yo de apartarle y hacer lo mismo que él.<br /><br /><span style="color:#66ffff;">De nuevo he discutido con mi mujer, Por más que le he jurado que no miraba a la jardinera, no me ha creído. Si supiera que encima follo con ella mientras está fuera creo que me mataría. La he invitado a irnos solos de vacaciones para que se relaje. Dejaremos a Santiago solo y estudiando, dudo que apruebe jamás, esa novia suya que tiene le distrae demasiado.<br /><br /></span>La fortuna sin embargo se hizo mi aliada el día que mis padres decidieron irse de vacaciones dejándome a mí en casa. Para que no me preocupara lo más mínimo por los quehaceres del hogar, decidió contratar a Ruth para que se ocupara del jardín y de paso, echar un vistazo a la casa para que yo no tuviera que dejar de estudiar. No podía haberme hecho mayor favor dado que en esos momentos, y de manera inusual, el jardín estaba bastante descuidado, las malas hierbas campaban a sus anchas y el seto que dividía nuestro jardín del de la comunidad amenazaba con su inmensidad.<br /><br />Y Ruth pasó al otro lado, al mío. En aquel tiempo, el calor comenzaba a ser sofocante y con esa excusa, trasladé mis bártulos desde el dormitorio de la planta primera al jardín. Tenía un motivo creíble para estar a pocos pasos de ella y poder percibirla con todos los sentidos. Aquel primer plano que me dispensé fue suficiente para que mis folios se adormecieran aburridos entre mis dedos, por más que intentara leer un párrafo una y otra vez, un aire gélido lo empujaba fuera de mi cerebro para dar paso a otro más dulce y suave que acariciaba mis sentidos. Ruth trabajaba incansable, agasajándome con unas posturas que me ponían cada vez más y más nervioso. Veía su culo perfecto a pocos pasos de mi alcance y sentía mis dedos temblorosos ansiosos por tocarlo, en esos momentos agarraba con fuerza los folios en un intento de sosegarme pero tan sólo conseguía emborronar la tinta azul con mi propio sudor hasta hacer ilegible su lectura.<br /><br /><span style="color:#ff99ff;">Me sorprendía lo diferente que era Santiago de su padre, la contención frente a la libertad, la frialdad frente a la fogosidad. Por más que me insinuaba, coqueteaba y dejaba que la camiseta se subiera hasta poder enseñarle algo más de mí, él se mantenía impasible. De todas formas, era ya un triunfo que se hubiera trasladado al jardín y ahora pudiera contemplarme con más detenimiento.<br /></span><br />Evidentemente mis masturbaciones eran la manera más sencilla de calmarme y no tirarme sobre ella cual si fuera una presa y yo un ave rapaz con hambre de varios días. Las llamadas de Verónica al teléfono preguntándome dudas sobre los temas me importunaban hasta tal punto, que en más de una ocasión sentí que el amor que sentía con ella a veces se mezclaba con cierto desprecio por su insistencia. Yo le decía siempre lo mismo, que me desconcentraba del tema, burda mentira para cualquiera que me viera en esos momentos en los que era todo deseo por la chica de la azada.<br /><br />Ruth venía todas las tardes tras su trabajo en el jardín comunitario y pasaba en mi casa una hora, demasiado corto periodo para lo mucho que la deseaba. Mi falta de concentración en los estudios era suplida por una desbordante imaginación acerca de cómo la abordaría, cómo se echaría en mis brazos y cómo follaríamos salvajemente una y otra vez.<br /><br /><span style="color:#66ffff;">Contaba los días para volver a casa y sobre todo al lado de Ruth, cada vez que hacía el amor con mi mujer, me concentraba en verla a ella en su lugar e imaginarme su cuerpo junto al mío en el cuarto de las herramientas que se había convertido en mi rincón favorito.<br /></span><br /><span style="color:#ff99ff;">Los días pasaban y yo era ya fuego desbordado, echaba de menos mis encuentros con Javier y se había convertido en todo un reto en conseguir que su hijo se acostara conmigo. No obstante, parecía haber discutido con su novia y eso me llenaba de alegría. El calor me hacía más fogosa, más desprendida con todo mi ser, más necesitada de ser penetrada. Todo lo que había a mi alrededor me excitaba: caminar descalza sobre el césped sintiendo en las plantas de mis pies el frío húmedo de la hierba recién cortada, suave como el terciopelo. Me arrodillaba frente a Santiago mostrándole mis nalgas y rogaba que perdiera la razón y se echara sobre mí. Una y otra vez me imaginaba que dejaba a un lado la azada y me desnudaba para él.<br /><br /></span>Un día, mientras Ruth estaba cuidando del jardín, sentí un intenso mareo, mi cerebro me daba un serio aviso, todo me daba vueltas. Miré con asco los folios que quemaban entre mis dedos y los tiré al suelo, me levanté y me acerqué a ella, caía la noche y la urbanización estaba completamente en silencio. Nada me preocupaba, era mi otro yo, el que había estado tanto tiempo aprisionado en una vida que no quería, el que estaba actuando. Y le dejé hacer. Agarré la cintura de Ruth y la besé, sorprendiéndome gratamente cuando comprobé que mis besos no eran rechazados, al contrario, Ruth me besó intensamente, palpó mi cuerpo entre gemidos y yo, ardiendo en deseos por hacerla de una vez mía, me tiré sobre ella en el césped recién segado. Estaba completamente mojada tras el trabajo y me encantaba. Me gustaba sentir mis dedos humedeciéndose al tocar su piel. Agarré fuertemente su camiseta con ambas manos y tiré de ella hasta desgarrarla, liberando por fin sus lozanos pechos. Le desabroché el sostén y le bajé sus pantalones. No llevaba bragas y su pubis estaba minuciosamente recortado cual si fuera un boj. Mis dedos encauzaron pronto su camino, buscando conocer otra humedad distinta, más calida y espesa. Sentí tal placer al palpar con mis yemas las paredes internas de su cuerpo, que tuve que darme prisa y desprenderme de mis pantalones, sacando mi tronco viril y haciendo un trueque entre mis dedos y él. Ruth era salvaje y arañaba tan fuertemente mi espalda, que estaba convencido de que en esos momentos alguna gota de sangre resbalaba por mi cuerpo, o quizás era sudor, el mío o incluso el suyo que se había fundido con el mío en la misma danza. La embestí como si me fuera en ello la vida, y de alguna forma así era, dado que la vida que había llevado hasta ese momento se alejaba como por arte de magia, como si cada vez que la embistiera, apartara más y más la vida que me habían impuesto y que por mi culpa no había sabido rechazar. Me sentía yo mismo por primera vez, vivo, consciente de lo que tenía que hacer en esos momentos, todo pasaba fugaz por mi mente: dejar a Verónica, mandar a la mierda las oposiciones, buscar un trabajo que me sacara de esa casa y de ese enclaustramiento...<br /><br /><span style="color:#ff99ff;">Jamás me había sentido tan llena de placer y tan intensamente, siento que me estoy dejando seducir a una nueva droga y que no va a ser fácil desengancharse de ella. Miré hacia la casa y por un instante creí ver la figura recortada de Javier, no me preocupaba lo más mínimo.<br /></span><br />Y eyaculé como nunca lo había hecho, sabiendo que echaba con ello todo lo malo que me había apartado de ser yo mismo, sabiendo que no había vuelta atrás y que empezaba una nueva etapa de mi vida.<br /><br /></span><span style="color:#66ffff;">Sabía que mis encuentros con Ruth habían terminado, mi mujer y su maldita intuición habían adelantado nuestro regreso. Por unos instantes, odié a mi propio hijo y odié a Ruth por estar con él. Corrí las cortinas y simulé no haberles visto, me fui al dormitorio y como si nada pasara en el exterior, hicimos el amor. Todo iba a ser distinto a partir de esa noche, o quizás no, realmente todo iba a ser igual que antes, antes de que ella llegara.</span></div><br /><br /><object width="480" height="295"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/zm_slHe4PCg&hl=es&fs=1"></param><param name="allowFullScreen" value="true"></param><param name="allowscriptaccess" value="always"></param><embed src="http://www.youtube.com/v/zm_slHe4PCg&hl=es&fs=1" type="application/x-shockwave-flash" allowscriptaccess="always" allowfullscreen="true" width="480" height="295"></embed></object>Alice Carrollhttp://www.blogger.com/profile/02898316486550822840noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-3806802466206563546.post-22924403072694094972009-01-11T22:01:00.005+01:002021-07-04T10:34:32.758+02:00Miradas ocultas<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhTWAccCGOBxGH2iQtfsDLO21rqMKMi_U0BEsxSqwGGz_0KC2iD6kD5UTNQlusI1BajpmgmLbxc8EyiGFEorUyMHlnFAXBhueP7rNmi0tNSF2j1raRj0_4LPydHaBgDFBHZNsUe3Zb2o-k/s1600-h/Miradas+ocultas.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5290144425330538402" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhTWAccCGOBxGH2iQtfsDLO21rqMKMi_U0BEsxSqwGGz_0KC2iD6kD5UTNQlusI1BajpmgmLbxc8EyiGFEorUyMHlnFAXBhueP7rNmi0tNSF2j1raRj0_4LPydHaBgDFBHZNsUe3Zb2o-k/s400/Miradas+ocultas.jpg" style="display: block; height: 354px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 400px;" /></a> <span style="color: #d9d2e9;"><span>Al abrir la puerta sentí que me rodeaba el olor de la pastosa colonia que solía ponerse mi padre cada mañana tras ducharse. El tiempo había trascurrido pero el recuerdo del aroma seguía indemne en mi memoria. La casa parecía la misma a pesar de los años que habían pasado. Los cuadros de siempre, la silla del recibidor con su perpetua cojera puesta de manifiesto tras posar mi abrigo en ella y el espejo con el marco de bronce cuyo reflejo era una burla de la realidad.
Mi padre había muerto dos semanas antes y yo había decidido volver a su casa a intentar ordenar los papeles que guardaba, hacer una pequeña limpieza de sus cosas y poner a la venta la vivienda. Eché un vistazo a la casa: su sobrio salón destinado a las pocas visitas que recibía y sus dos dormitorios, uno de ellos, el único con vida, hacía las veces de sala de estar y el otro, destinado a dormir, compuesto de una cama de matrimonio de metro y pico, una mesilla a cada lado, un armario de nogal de tres puertas en la pared izquierda, un pequeño ventanuco que daba a la calle principal situado la pared derecha y en frente de la cama, una gran fotografía en un marco de plata de mis padres el día de su boda. En aquella casa no quedaban recuerdos de mi infancia, habían desaparecido a la par que mi madre cuando mi padre abandonó la gran casa familiar en la que habíamos morado durante lustros.
Sabía que tenía mucho trabajo que hacer y pocas ganas de ejecutarlo. Tres cajones abarrotados de papeles de bancos, seguros y títulos de acciones amenazaban mi próximo futuro. Había decidido no irme a un hotel y vivir durante algunos días en la casa de mi padre para poder dedicarme al cien por cien a la ingrata labor. Deseaba solucionar el tema en tres días como mucho y poder regresar a mi hogar.
<span>Dejé la maleta en el dormitorio y busqué en la cocina algo para beber. Olía a rancio, a sucio, los azulejos de la cocina lucían opacos y el frigorífico guardaba los últimos alimentos que mi padre había comprado antes de morir: tres huevos posiblemente podridos, un trozo de queso lleno de moho, leche de vaca, una longaniza y varias manzanas que habían sobrevivido pese al tiempo trascurrido. Cogí un vaso algo roto por un borde y me serví un poco de agua, dirigiéndome de inmediato a la salita de estar donde se hallaban los papeles.
Me pasé toda la tarde ordenando aquella marabunta de documentos y la pila no había bajado apenas, ya había anochecido y la escasa luz que suministraba la bombilla de bajo consumo no invitaba nada más que a descansar, así que me di una ducha tibia y me fui a la cama, la misma donde había dormido mi padre los últimos años de su vida. No soy supersticioso y no tenía especial reparo en dormir en aquella cama, lo que más recelo me daba, sin embargo, era la fotografía de mis padres mirando fijamente al lecho y por ende a mí. Era incapaz de conciliar el sueño con ellos contemplándome sin descanso, sus miradas no me parecían precisamente amigables, más bien todo lo contrario, era como si me reprocharan el no haberles hecho demasiado caso a ninguno de los dos en vida. Me tumbé sobre un costado, sobre el otro, boca arriba, pero no podía evitar abrir los ojos y verles en la penumbra. La farola del exterior los iluminaba de forma algo tenebrosa y me sentí de repente como si tuviera 30 años menos. Finalmente me tumbé boca abajo e intente pensar en cualquier otra cosa que no fuera en ellos. En ese momento añoré una impersonal habitación de hotel.
Fue al cabo de diez minutos cuando empecé a oír extraños ruidos procedentes del piso de al lado. Eran gemidos de una mujer que parecía estar pasándoselo realmente muy bien, los muelles de la cama se movían con un ritmo marcado por sus jadeos. Me concentré en escucharla con todo detenimiento, desvelándome por completo. Aquella mujer alternaba alocados gemidos con suspiros de alivio, quizás provocados por lo que yo intuía podían ser orgasmos. Los gemidos pararon tras diez minutos, el ruido cesó completamente e intuí que la mujer se había dormido, feliz y sosegada tras la lujuria. Su respiración pausada y serena pero fuerte lo advertía. Yo, sin embargo, me sentía francamente excitado, notaba mi pene pulsátil y duro, mi corazón le bombeaba sangre con fuerza y lo sentía a punto de estallar.
</span>
Empezaban a encajar las piezas. Ahora comprendía el motivo del fallecimiento de mi padre, había muchas probabilidades de que aquella mujer hubiera cometido un homicidio involuntario sin saberlo, su pasión y las finas paredes del inmueble habían precipitado la muerte de mi padre, algo débil del corazón. Sin embargo me sentía feliz por él, había tenido una muerte dulce y gozosa. No había sido tan divertido no obstante, para la portera del inmueble, descubrir su cadáver cuando abrió su puerta, escamada al no obtener respuesta cuando llamó al timbre para bajarle la basura como hacía a diario. Creo que la opinión que tenía de mi padre de hombre serio y respetable cambió definitivamente para siempre, al verle desnudo, empalmado y agarrando con firmeza su miembro. Para seguir manteniendo la misma imagen de él ante la familia simplemente comenté que el motivo de su muerte había sido un infarto repentino por causas desconocidas, una buena excusa que no comprometía a nadie.
Tenía calor, me levanté y me desnudé por completo. De pie, mi miembro no daba tregua alguna, lo acaricié y me tumbé de nuevo, pero me sentía extraño, estaba en la cama de mi padre y encima, aquella foto era como una maldición, un instrumento disuasorio de mi excitación, así que al final me dormí sin más.
Al día siguiente por la mañana al despertar sentí nauseas y claustrofobia por estar allí y abrí todas las ventanas de par en par. Había tenido extraños sueños en los que se mezclaban la muerte de mi padre, recuerdos de mi infancia y los gemidos de la vecina de al lado. Tenía el cuerpo empapado en sudor, me di una ducha bien fría y bajé a desayunar al bar de la esquina para intentar olvidar aquellos sueños.
<span>El día resultó francamente agotador, me dolían los ojos de forzar la visión con las escrituras antiguas de sus propiedades, aquellos delicados papeles amarillentos me parecían tan complicados como extraños jeroglíficos aún sin resolver.
Al acostarme, mullí la almohada y guardé silencio justo a la misma hora en la que la noche anterior había escuchado los gemidos. Sabía que lo más seguro era que la mujer no se dedicara a la misma actividad, sin embargo, no tardaron en escucharse de nuevo extraños ruidos. Me podía imaginar a la mujer que moraba en la casa de al lado, una mujer voluptuosa, de caderas prominentes y grandes pechos, vestida con un largo camisón de seda blanca cuasi transparente. Imaginaba su largo pelo y sus rizos cobrizos, sus labios intensamente pintados de rojo y sus ojos enmarcados con un lápiz negro. Su voz era muy sugerente y estaba convencido de que tenía que ser extremadamente viciosa. Intenté poner una imagen a sus gemidos, unos rítmicos movimientos a sus jadeos. Estaba abierta de piernas, tumbada en la cama pero con su cabeza ligeramente fuera de ella, mostrando su largo cabello que caía hasta el suelo. Una de sus piernas estaba apoyada en el colchón y la otra lucía esplendorosa en toda su largura. Tenía la tez blanca como una preciosa pin up de revista. Sus largos dedos acariciaban todo su cuerpo, sus uñas, pintadas de rojo, despertaban el vello por el que pasaba y su pubis, frondoso y enmarañado, escondía su húmedo secreto entre las piernas. Acariciaba su sexo vehementemente, su cabello se mecía en el aire y yo sentía mi pene de nuevo entre las piernas. Lo agarré con mi mano derecha y comencé a moverla hacia arriba y hacia abajo, pero la foto de mis progenitores me castigaba con su mirada, así que me levanté y con ansiedad descolgué el retrato. Cual fue mi sorpresa cuando descubrí que la foto escondía un cristal que mostraba precisamente la mujer de la que era víctima mi imaginación. Ahora estaba ante mí. Por un instante me quedé parado sin saber qué hacer. La contemplé con calma, no era la pin up que me había imaginado, aunque tenía cierto atractivo. Su pelo era largo, pero era negro y liso, su cuerpo no estaba desbordado en curvas y sus uñas no estaban pintadas, tampoco sus labios, pero su pubis era como el que yo me había imaginado y su postura parecía haberla calcado de mi mente. Miré el cristal, era muy oscuro y comprendí que realmente podía no ser más que un espejo al otro lado de la pared. La mujer no se había inmutado lo más mínimo tras descolgar el cuadro así que seguramente no se había percatado de mi presencia. Mi padre había conseguido hacerse un hueco como voyeur. No le culpo, creo que yo hubiera hecho lo mismo si hubiera tenido una vecina tan fogosa como aquella.
</span>Ahora podía contemplar a la mujer desde mi asiento preferente, era sin dudarlo, una habitación con vistas a pesar de todo. Desconocía la razón por la que existía esa comunicación entre los dos pisos, quizás había estado siempre y mi padre lo descubrió tras un cuadro o, a lo mejor era él mismo el que, tras haber estado mucho tiempo deshabitado, había aprovechado la ocasión y, usurpando las llaves de la portera, con la que creo se llevaba muy bien, había hecho una pequeña reforma a su antojo para dar una mayor amplitud a su visión. Las explicaciones que me daba, sin embargo, no me convencían, había sido demasiada suerte intuir la futura llegada de aquella mujer, ¿cómo sabía mi padre que no era un hombre el futuro inquilino?
Dejé a un lado las preguntas que se agolpaban en mi mente y me dediqué a contemplar la belleza que se me mostraba tan cercana. La mujer había echado a un lado las sábanas y contemplaba sus movimientos en el espejo por el que yo la miraba. Su mano izquierda acariciaba sus pechos y su mano derecha apenas la podía ver, estaba demasiado escondida entre sus piernas. Comencé a masturbar mi miembro de pie, absorto por la imagen de sexo gratuita e inesperada. La mujer se giró hasta que pude contemplar en toda su plenitud sus labios mayores apuntando hacia mí. Poco a poco fue metiendo los dedos en su sexo, de forma cadenciosa, regalándome de vez en cuando la visión del inicio de su oquedad, ahora rojiza, brillante y muy abierta. Jadeaba y se retorcía, dando vueltas sobre sí misma, cada vez más excitada. Yo estaba igual, mis movimientos subieron de ritmo, acaricié mi glande con mi dedo índice lleno de saliva, cogí mis testículos con la mano izquierda y los mimé, arrastrando mi mano hasta el inicio del ano, al cual rocé levemente. Sentí un escalofrío de placer. Todo mi cuerpo tenía la piel erizada y mi mente, completamente bloqueada en ese momento, sólo pensaba en encontrar algo grande para lanzarlo contra el espejo y destrozarlo para poder respirar el aire que emanaba la mujer.
<span>Un espasmo unido a un gemido subido de volumen me anunció que había terminado, lo mismo hice yo, sintiendo una paz infinita cuando vertí mi semen por entre mis dedos. La mujer yacía ahora relajada y sonreía al espejo, yo sonreí igualmente a pesar de saber que no era capaz de verme. Cerró sus ojos y en cuestión de segundos se quedó profundamente dormida.
Tras lavarme, volví a la habitación, coloqué el retrato de mis padres en un cajón y tras imaginarme a mi padre en la misma situación en la que había estado yo hacía unos minutos, me dormí.
Al día siguiente me levanté temprano. Tenía que volver a mi casa y a pesar de que me hubiera gustado pasar otra noche allí y sobre todo, en la habitación de mi padre, mis obligaciones no me lo permitían, así que me puse pronto a ordenar los papeles y coger los más importantes que necesitaba. Estaba tan ensimismado que me sorprendió el timbre de la puerta. Miré la hora: eran ya las seis de la tarde, no me había dado cuenta siquiera de que no había almorzado. Abrí la puerta y me sorprendió ver precisamente a la vecina de al lado.
</span><span>-Perdona que te moleste, es que he oído ruidos y me ha dicho la portera quien eras. </span><span>Sólo quería decir que siento lo de tu padre</span>-Dijo ella con una voz dulce y suave.- <span>Tu padre era un buen hombre.
</span><span>-Muchas gracias.-</span>Dije yo algo avergonzado-<span>Te invitaría a tomar un café, pero es que no hay nada en la casa.
</span><span>-Genial, así tengo una buena excusa para invitarte a tomarlo en la mía.</span>
Me sorprendió su invitación pero la acepté con alivio, por fin tomaría algo caliente, la verdad es que el día anterior había mal comido en el bar de la esquina y la idea de unas pastas acompañando el café me atraía especialmente.
María, que así se llamaba ella, me invitó a sentarme en el sofá, agasajándome con todo tipo de bollería variada que admitió mi estómago con muestras de agradecimiento haciéndose notar por medio de extraños ruidos. Hablamos sobre mi padre principalmente y las veces que la había ayudado con la cosa: a colgar una lámpara, a montar una estantería… Me sorprendió la habilidad de mi padre, nunca la demostró mientras vivía con él.
Tras el café llegó el brandy y ambos bebimos con ganas. Una extraña atmósfera pareció envolvernos, quizás era el espíritu de mi padre que había vuelto a su hogar, aunque lo dudaba. Lo cierto es que me sentí muy cercana a María, tanto como parecía estar ella de mí. Mi mano acarició su rostro y ella me dio un tierno beso. La abracé en el sofá e inclinando mi cuerpo sobre el suyo, la besé apasionadamente. Ella se mostró tan apasionada como en las sesiones nocturnas, acarició mi cuerpo y se adueñó de mi miembro tras liberarlo de los pantalones. La ropa era un incordio y tardamos apenas dos segundos en desembarazarnos de ella. Cogí sus pechos y acerqué la boca hasta tocar con mi lengua sus pezones. Abrió sus piernas, apretó mi culo entre sus dedos y ahuecó su pelvis invitándome a hacerla suya. Lo hice de inmediato, mi miembro resbaló dulcemente en su interior y sentí un tope en mi glande. Nos movimos al unísono, buscando el máximo placer. Ella gemía incluso con más intensidad que la noche anterior, me tiraba del pelo forzándome a echar mi cabeza hacia atrás. Posé mis manos sobre sus brazos y la inmovilicé, acometiéndola con más fuerza hasta que sentí que mi pene buceaba ahora por una cavidad más estrecha y ella había conseguido gozar. La estrechez del habitáculo hizo que me dejara llevar yo también por el placer, vertiéndome sobre ella e intentando no caerme del sofá. Tras el goce, ahora todo me incomodaba, la estrechez del asiento, un cojín clavándoseme en un riñón, la luz de la lámpara de pie en mi cabeza.
Pero mi incomodidad se debía también a que me quedé mudo, no sabía qué decir, no había nada de lo que quisiera hablar con ella en ese momento, fue María la que me sacó del apuro.
<span> -¿Te puedo pedir algo? Como tu padre no está… ¿Me podrías ayudar a cambiar una cómoda de lugar? Es de madera maciza y no consigo moverla ni medio milímetro.
</span> <span> -Claro, no hay problema. ¿Dónde la tienes?
</span> <span> -En el dormitorio</span>-contestó ella-
Nos dirigimos desnudos al dormitorio. Mientras ella me mostraba la cómoda a mover yo no pude dejar de contemplar el misterioso cristal que no espejo que daba al dormitorio de mi padre. La habitación de mi padre asomaba tras él mucho más oscura, pero se podían ver perfectamente todos sus enseres. No quise preguntar a María nada que pudiera desvelarme los secretos de mi padre, prefería que se fueran con él para siempre a la tumba.
María sonrió, dándose cuenta de mi descubrimiento.
<span> -¿Te veré alguna vez más por aquí?</span> –Dijo ella.
<span> -Sí, la casa ahora es de mi propiedad y aún me queda mucho por hacer aquí -</span>Contesté sin poder desviar la mirada del mágico cristal.</span></span></div><span style="color: yellow;"></span>
<object height="344" width="425"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/SVBZ0G-uq3s&hl=es&fs=1" /><param name="allowFullScreen" value="true" /><param name="allowscriptaccess" value="always" /><embed allowfullscreen="true" allowscriptaccess="always" height="344" src="http://www.youtube.com/v/SVBZ0G-uq3s&hl=es&fs=1" type="application/x-shockwave-flash" width="425"></embed></object>Alice Carrollhttp://www.blogger.com/profile/02898316486550822840noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-3806802466206563546.post-71763583697971766912008-12-27T10:09:00.001+01:002008-12-27T10:17:37.285+01:00<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjcEdiFIU1PUor2szssNVGTGeZNQ1hQB369OxNjuHqxZAOhHMKYF46zePdp3flKA9jazJr138Y1hJsuRp4qzi16U8pANspOqAf0NNeN7Xu36tfxyMcm5xxn-KtPezpMLL-zXuDRaBQRc3w/s1600-h/Feliz+Navidad+.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5284394555618097122" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 357px; CURSOR: hand; HEIGHT: 400px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjcEdiFIU1PUor2szssNVGTGeZNQ1hQB369OxNjuHqxZAOhHMKYF46zePdp3flKA9jazJr138Y1hJsuRp4qzi16U8pANspOqAf0NNeN7Xu36tfxyMcm5xxn-KtPezpMLL-zXuDRaBQRc3w/s400/Feliz+Navidad+.jpg" border="0" /></a><br /><div align="justify"><span style="color:#ffff33;">Os deseo que paséis unas felices fiestas llenas de pasión. No importa el frío que haga, el calor brota del interior y el deseo vive en nosotros. No puede haber mejor tiempo que éste para encuentros salvajes tras una larga ausencia, sorpresas inesperadas bajo los abrigos y regalos más que íntimos y sugerentes…<br /><br />Feliz Navidad!!!<br /><br />Besos. Alice Carroll</span></div><div><span style="color:#ffff33;"></span> </div><div> </div><br /><object width="425" height="344"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/8VVOpsfmEvI&hl=es&fs=1"></param><param name="allowFullScreen" value="true"></param><param name="allowscriptaccess" value="always"></param><embed src="http://www.youtube.com/v/8VVOpsfmEvI&hl=es&fs=1" type="application/x-shockwave-flash" allowscriptaccess="always" allowfullscreen="true" width="425" height="344"></embed></object>Alice Carrollhttp://www.blogger.com/profile/02898316486550822840noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-3806802466206563546.post-21752442367094572362008-12-11T19:22:00.003+01:002008-12-11T19:27:19.682+01:00Enciéndeme, mi amor<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWZMXGQq4YHA48PUniYzOjob6bPYXpzrzXNfWy25ZuxmONGwm79emZ3Ww6UK1s_ljg-Vb0jqte90y_bwN-3Z5Slkoo3miiv8cnZMSphjkKW0JacSo6G-6S5o0QGAbwQ_OgaPGoCFxl7S8/s1600-h/Enci%C3%A9ndeme+mi+amor.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5278599791619967666" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 294px; CURSOR: hand; HEIGHT: 400px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWZMXGQq4YHA48PUniYzOjob6bPYXpzrzXNfWy25ZuxmONGwm79emZ3Ww6UK1s_ljg-Vb0jqte90y_bwN-3Z5Slkoo3miiv8cnZMSphjkKW0JacSo6G-6S5o0QGAbwQ_OgaPGoCFxl7S8/s400/Enci%C3%A9ndeme+mi+amor.jpg" border="0" /></a> </div><div align="justify"><span style="color:#33ff33;">Abrí mis ojos lentamente, me sentía algo aturdida por sentir el calor del sol tan intensamente, cada rayo me penetraba con tanto descaro que mi innata fogosidad crecía en la misma medida que conseguía desperezarme.<br /><br />Allí estaba él, como cada mañana, sentado frente a mí, ignorando mi presencia pero dependiendo de mí. Era él el que lograba despertar todos mis sentidos. Mi saludo matutino quizás le parecía siempre igual, pero no lo era, mil matices que tan sólo yo era capaz de distinguir, lo diferenciaban del resto de mis otros saludos. Siempre intentaba sacar lo mejor de mí, mi voz profunda y sensual salía lánguidamente al exterior hasta envolverle por completo. Era la manera que yo tenía de abrazarle, de sentir que algo mío se unía a él aunque sólo fuera por unos segundos, instante sublime en el que temblaba de placer pensando que yo misma era la voz que conseguía trémula rozar su piel.<br /><br />Una barrera entre ambos nos separaba, el caprichoso destino que no había tenido en cuenta que yo deseaba comunicarme de una forma más profunda de lo que la vida me permitía. Necesitaba desahogar mis tortuosos pensamientos, satisfacer mis más ardientes anhelos como cualquier mujer y tener una existencia más digna que la que vivía. Gritaba en silencio su nombre, Álvaro, una y otra vez, desesperándome porque mi ser no respondía a lo que le requería.<br /><br /><span style="color:#ff99ff;">Álvaro era toda mi vida, toda mi existencia se reducía a aquellos cortos periodos de tiempo que a diario compartíamos, deseaba verle, pero su presencia me perturbaba de tal forma que suponía un duro tormento. No entendía por qué yo era distinta a las demás, por qué no me satisfacía la vida que habían planeado para mí, una vida marcada por la sumisión más absoluta, carente de deseos, de posibilidad de cambiar el destino ni alterar lo más mínimo aquella existencia. Fue con él cuando entendí mi cruda realidad. Amar sin ser amada, sentir sin que nadie se diera cuenta de ello, desear sin ser deseada.<br /><br />Cada día me empeñaba en cambiar mi destino, me concentraba en que mi voz resultara sugerente y no suplicante como a veces me parecía, que no fuera simplemente un ruego sino un reto a conocerme algo más. Me quedaba extasiada contemplando su mirada limpia, sus labios carnosos y robustamente definidos, su nariz aguileña que transparentaba una fuerte personalidad. El botón de su camisa desabrochado, su nuez abultada alterando la armonía de su cuello y el olor que desprendía me confundían, ya no era yo, era una mujer normal con apetitos carnales. Le deseaba tanto que cada día que pasaba era un martirio por no estar más tiempo junto a él.<br /><br />Ante aquella frustración encontré un remedio para aplacar mis instintos. Me concentraba en su figura hasta la extenuación, le daba vueltas y más vueltas a la utópica idea de acostarme con él. Eso provocaba un aumento brutal de mi temperatura, ardía por dentro y aquel calor interno resultaba suficiente para reconfortarme, aliviarme y descansar. Me odiaba a mí misma, odiaba mis formas bruscas y frías. Hubiera hecho cualquier cosa por estar dotada de unas bonitas piernas dignas de ser acariciadas, de tener unos brazos con los que rodear su cuerpo y poseer unas manos con las que definir palmo a palmo su figura.<br /><br /></span>Yo le aconsejaba a diario de la mejor forma posible pero él permanecía indiferente ante mi mejor baza, mi voz dulce, melodiosa, armónica y perfecta. Sabía que le gustaba porque de hecho, así lo comentaba a sus amigos cada vez que me tenía a su lado. Tenía la voz de la amante ideal, hecha para el sexo y para la sensualidad, para susurrar morbosas palabras y enamorar a través del oído. Álvaro se dejaba guiar por mí incondicionalmente, era la experta en la materia, pero mi ego no se saciaba con ello. Me era indiferente ser la mejor si ello no me valía para nada más que para sentir orgullo por un trabajo bien hecho.<br /><br />Pero si mi vida me parecía triste y sombría, mucho más me lo pareció el día que ella apareció junto a Álvaro. Era una mujer en toda regla, con un cuerpo voluptuoso, unas piernas largas y satinadas, unos brazos torneados y unas curvas suaves y sugerentes. Sus ojos eran grandes y negros, su boca era sin embargo tan sólo una fina mancha roja adornando su cara. No había comparación, la carrera la había ganado ella y aún no habíamos comenzado a correr, no obstante, fue cuando abrió su boca y comenzó a hablar cuando decidí no rendirme. Tenía la voz más aguda, chillona y carente de gracia que hubiera escuchado jamás. No todo estaba perdido, aún podía fijarse en mí.<br /><br />Tras el paseo, Álvaro aparcó el coche y se acercó a aquella estridente mujer. Yo era una obligada espectadora, y aunque por una parte rechazaba lo que veían mis ojos, el cuerpo de Álvaro con el cuerpo de una mujer, por otra sentía una insaciable curiosidad. Desconocía por completo los entresijos del sexo, mi eterna virginidad y mis pequeñas pero ardientes masturbaciones eran todo lo que yo había conocido en mi vida.<br /><br /><span style="color:#ff99ff;">Álvaro se acercó a ella y besó sus labios. Por un instante noté cierta sequedad y deseé ser la poseedora de aquellos labios que respondían con tanta ansiedad, la misma que empezaba a sentir yo por no poder impedirlo. Desabrochó con una envidiable pericia los botones de su blusa de seda negra y zambulló una mano entre sus pechos, curvas deliciosas y bien formadas por las que hubiera vendido mi alma al diablo. Comencé a sentir calor, la temperatura del vehículo aumentaba al mismo ritmo que la fogosidad de sus ocupantes. Intenté gritar y llamarle, pero tan sólo escuché la voz de mi propio silencio. Álvaro consiguió desprenderse del sostén y cobijó en sus palmas cada una de aquellas sinuosas colinas. Odié una vez más mis rectilíneas formas, el frío eterno de mi ser, la carencia de cálidos detalles que me hicieran deseable. Álvaro se acercó hasta sus pechos y mordisqueó los pezones de la mujer, lamió sus aureolas e intentó meterse uno de sus pechos en la boca, pero tan sólo fue capaz de acomodarlo en su interior tímidamente, lo suficiente para que la mujer gritara de placer con aquella aguda voz. “Fóllame”, repetía una y otra vez.<br /><br />Yo me encontraba cada vez más nerviosa, el calor era tan intenso que superaba la posibilidad de que se convirtiera en goce. Mi rabia por no poder tener cuerpo de mujer superaba la excitación que me provocaba la visión de un hombre y una mujer haciendo el amor delante de mí. Álvaro se desabrochó sus pantalones con un gesto rápido y decidido mientras la mujer dócilmente se agachaba y, sacando su miembro, lo lamía con absoluta entrega. ¡Cuánto me hubiera gustado tener esa lengua larga y profusamente humedecida para poder degustar su pene! Ojalá el destino me hubiera dotado de labios para poder mimarlo en mi boca, apretarlo para sentir su grosor, dejarlo resbalar para tener conciencia de toda su magnitud.<br /><br /></span>Álvaro inclinó su asiento mientras la mujer se desprendía de las bragas y se ponía encima de él. Observé sus finas medias de nylon, sus zapatos de estrecho tacón y su corta falda que subió cuando se colocaba encima de mi amado. Tenía un hermoso culo, grande y perfectamente formado, un dulce melocotón recién caído del árbol. Álvaro agarró cada nalga con sus manos y las amasó sin prisa mientras la mujer buscaba la mejor postura para acoplarse a él. Envidié la manera en que aquellas dos masas de carne se dejaban manosear, contemplé exaltada su cambio de color tras recibir en cada una de ellas unos pequeños azotes que sorpresivamente le propinó. Era un mundo nuevo lleno de curvas, piel y sudor que poco tenía que ver con lo que conocía.<br /><br />Observé como asomaba entre las piernas de ella el miembro de Álvaro, que yo tan bien conocía por su costumbre a recolocarse sus calzoncillos al sentarse en el asiento. La mujer se movía hacia arriba y hacia abajo gritando y gimiendo escandalosamente. Hería auditivamente el aire que había alrededor, cada vez más denso y escaso, ocultando el interior del vehículo con una cortina de vaho.<br /><br /><span style="color:#ff99ff;">Estaba realmente furiosa, desesperada y me sentía incapaz de hacer algo para que pararan. Los gritos de la mujer me bloqueaban, tenía que reaccionar buscando mi paz perdida. Lo cierto es que a pesar de mi dolor, lentamente comencé a excitarme con la visión y a pesar de la dificultad en imaginarme encima de él, hice denostados esfuerzos por conseguirlo. Una y otra vez intenté sentirme dentro de la piel de una mujer, olvidándome de mis tristes formas, me imaginé a Álvaro horadándome profundamente a pesar de mi ausencia de todo tipo de cavidad penetrable. Y poco a poco mis geométricas formas parecieron difuminarse, mi frialdad se templó de la misma forma que se templaba con un aliento cálido y mi ausencia de curvas se transformó en un laberinto de sensuales formas. Y por unos segundos logré mi objetivo.<br /><br />Álvaro y la mujer cabalgaban frenéticamente hasta que sentí cómo ambos se desmayaban en el asiento del vehículo. A pesar del placer conseguido, había sido tal el esfuerzo que me sentía agotada y frustrada. Vuelta a la realidad, a mis tristes rectas y a mi posición de mera espectadora de placeres ajenos. Me encontraba peor que nunca.<br /><br /></span>La mujer volvió a su asiento y Álvaro se incorporó, arrancó el vehículo y me tocó suavemente para que comenzara a guiarle. Anochecía, el sol se ocultaba en el horizonte iluminando con colores rojizos el mar, manso como nunca. “A doscientos metros gire a la derecha”. Mientras aconsejaba a Álvaro, observaba la bobalicona sonrisa de la mujer que plácidamente descansaba recostada sobre su costado izquierdo acercándose una y otra vez a él. “En la siguiente rotonda salga por la tercera salida”. Álvaro le correspondía con besos al aire mientras acariciaba su pierna derecha cuando tenía su mano libre. “A trescientos metros gire a la izquierda”. A pesar de mi voz sugerente y atractiva, Álvaro ni siquiera me miraba, prefería a aquella mujer con voz chirriante, resultaba algo insoportable. “Ahora coja la primera salida a la derecha”. Álvaro tocó sus pechos mientras giraba el volante con su mano izquierda.<br /><br />No sé lo que me pasó, quizás fue el sofocante calor que estropeó mis circuitos internos, pero sentí como se reprogramaban todas mis rutas e hipnotizada por aquella sensación, seguí guiando a Álvaro por calles y caminos hasta que intuí que había llegado donde quería, una calle cortada que llevaba a ninguna parte. Álvaro no fue capaz de frenar a tiempo y el vehículo cayó por el precipicio hasta el mar mientras yo, segura de haber cumplido con mi deber, dije con voz altiva mientras caíamos: “Ha llegado a su destino”<br /></span><br /></div><br /><object height="344" width="425"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/MK57aeiiLfQ&hl=es&fs=1"><param name="allowFullScreen" value="true"><param name="allowscriptaccess" value="always"><embed src="http://www.youtube.com/v/MK57aeiiLfQ&hl=es&fs=1" type="application/x-shockwave-flash" allowscriptaccess="always" allowfullscreen="true" width="425" height="344"></embed></object>Alice Carrollhttp://www.blogger.com/profile/02898316486550822840noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-3806802466206563546.post-68781439786336970792008-11-26T00:03:00.002+01:002021-07-04T10:35:04.489+02:00Los deberes de Mario X: Cena para tres<div align="justify">
</div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKGCLT6sDTRAzC-u5CJ3Cy0GTnyBIEc2U9SNTjbWkwCvaEXujsv8bFX5_nJARlqXwoUQjqh-4gCbzLhiJoXGTjrZ4OOeBjkMV1w4mBzoR3s2psKMkpO102e9Ttk_ha6EKOlPYgJip0inY/s1600-h/Cena+para+tres.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5272734965991925042" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKGCLT6sDTRAzC-u5CJ3Cy0GTnyBIEc2U9SNTjbWkwCvaEXujsv8bFX5_nJARlqXwoUQjqh-4gCbzLhiJoXGTjrZ4OOeBjkMV1w4mBzoR3s2psKMkpO102e9Ttk_ha6EKOlPYgJip0inY/s400/Cena+para+tres.jpg" style="cursor: hand; display: block; height: 400px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 385px;" /> <p align="justify"></p></a><span style="color: #b4a7d6;"><span>Cuando Alicia recibió la llamada de Mario explicándole que esa noche serían tres para cenar y no dos se quedó muy intrigada. Mario jamás le había presentado a ninguno de sus amigos, y le resultaba muy extraño que se arriesgara a dar a conocer la relación que ambos tenían y que intentaban permanecer oculta a toda costa. Mario había sido parco en palabras y no le había dado más explicaciones. Alicia pensó que para una noche que su pareja estaba fuera de la ciudad por motivos de trabajo y podía disfrutar de Mario en su casa con más tranquilidad que en otras ocasiones, no le hacía ninguna gracia tener una cena formal con alguien más.
A pesar de todo, Alicia se esmeró en la cena, preparándola con antelación para disponer de más tiempo para prepararse convenientemente. En el baño, depiló su pubis con mimo, dejando tan sólo una estrecha franja de vello que guarecía la entrada a su sexo. Le encantaba sorprender a su amante con nueva lencería y para aquella noche se había comprado un sensual corpiño de delicado encaje color azabache. Observó el curioso remate en forma de espiral que unía las copas del sostén, lo acercó a su rostro y percibió la dulce fragancia que emanaba de él, olía a nuevo y le gustó. Se desnudó, y cogiendo una a una las prendas que esa noche vestiría se las fue poniendo lentamente. Observó en el espejo del dormitorio la diminuta tanga cubriendo con tacañería sus nalgas y la rozó mientras imaginaba el cuerpo de Mario sobre ella. El corpiño fue más costoso de poner, los dichosos corchetes se resistían y tuvo que aguantar la respiración una y otra vez para poder abrocharlos. Era sumamente estrecho y apenas podía respirar sin dificultad, pero su cuerpo lucía más insinuante que nunca. Aquella intensa apretura le excitaba, era el corpiño el que, como por arte de magia, avivaba su libido y le hacía estar preparada para pasar una apasionante noche con su amante.
<span>Mientras se daba los últimos retoques con el maquillaje, sonó el timbre y Alicia corrió rauda hacia la puerta de entrada. Al abrir, vio a Mario sonriendo y a su lado, a un hombre algo más bajo que él pero de sorprendente parecido con su amante. No quería descubrir sus cartas y trató a Mario como un amigo más, a pesar de que hubiera deseado darle un largo beso y sentir el calor de su cuerpo junto al suyo.
Mario presentó a Jorge y a Alicia y ambos se dieron un cordial beso en la mejilla. Alicia sintió que Jorge demoraba sus labios sobre su piel mientras agarraba su cintura con bastante atrevimiento para no conocerse de nada. Este gesto le puso sobre alerta. Quizás Mario no había traído un amigo sino más bien un compañero de juegos en el lecho. Al pensar en ello sintió que su deseo se removía y que su tanga impoluta era la primera en percibirlo.
Al darse la vuelta, Jorge se acercó a ella y le subió la cremallera del vestido que, descuidadamente, había olvidado abrocharse. Jorge se recreó en la grata labor mientras reposaba su mano izquierda sobre las nalgas de Alicia. Se estremeció con el contacto, le gustaba que un completo desconocido se excitara acariciando su cuerpo, ya fuera de forma furtiva en un autobús, o de forma notoria como en ese momento. Miró a Mario interrogante, buscando en su mirada el camino que debía tomar esa noche, pero el rostro de su amante no desvelaba las dudas que tenía sobre Jorge.
Jorge y Mario se sentaron en la mesa redonda que Alicia había dispuesto para la ocasión y ésta depositó sobre la mesa los canapés que había preparado esa misma tarde. La conversación no fluía en el trío y Alicia optó por poner una suave música de fondo que llenase el incómodo silencio. Sin embargo, fue el vino el mejor aliado de la noche, el alcohol relajó a los tres, su forma de sentarse en torno a la mesa se suavizó y las risas se mezclaron con la música, ahora apenas audible.
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A la izquierda de Alicia se hallaba Jorge, que cada vez se manifestaba más cariñoso con el supuesto consentimiento de Mario, fiel observador de las reacciones de ella ante las frecuentes aproximaciones de su amigo. Alicia, no obstante, se sentía algo incómoda, le gustaba saber lo que Mario quería de ella, qué pretendía, aunque al ver que no ponía reparo en ver cómo su amigo se acercaba y le acariciaba el rostro mientras hablaba, optó por tomarse otra copa de vino y dejarse llevar por los efluvios alcohólicos y por el deseo. Sintió en el empeine de su pie derecho, los dedos desnudos del pie de Jorge, que cada vez se le notaba más embriagado. El invitado rozó el muslo izquierdo de Alicia con su pierna y resbaló una mano por debajo del vestido. Al notar cómo se acercaba, intentó apartarle, pero Mario cogió su muñeca adivinando sus intenciones y fue él mismo el que le instó a abrir las piernas, subiendo un poco más su vestido. Jorge no dudó un instante en manosear con descaro el interior de los muslos de su anfitriona, la miró con una media sonrisa y mientras mojaba vivamente su labio inferior con la lengua, introdujo los dedos bajo sus bragas y acarició su vulva. Alicia masticaba un trozo del pastel de carne que había preparado mientras, ensimismada, disfrutaba con el acercamiento de Jorge. Disimuló el gesto de placer aunque intuía que Mario se daba perfecta cuenta de lo que estaba pasando bajo la mesa, la conocía demasiado bien.
Jorge hablaba mientras recorría su sexo con las yemas de los dedos, abriéndolo ligeramente para sentir la cálida humedad de su grieta. Notaba como poco a poco su sexo se hinchaba y humedecía su tanga. Jorge mojó los dedos en sus paredes internas, carnosas y prietas. Recorrió milímetro a milímetro su jugosa cavidad hasta que encontró un punto en el que Alicia parecía disfrutar más. Estaba tan concentrada en su placer que había perdido el apetito y deseaba que sus dos acompañantes terminaran de una vez para seguir jugando los tres. Ya no mostró reparo en gemir suavemente para que Mario supiera lo caliente que estaba y lo mucho que necesitaba tener un miembro o dos a su disposición. Sólo pensar que iba a ser poseída por dos hombres aquella noche era suficiente para que se excitara. Por un instante sus ojos se toparon con la foto que descansaba sobre la librería y en la cual abrazaba a su novio en la playa. Esta vez había olvidado quitarla de su vista, mirar a su pareja le hacía sentirse culpable de sus continuas infidelidades, pero era algo que no podía evitar. La pasión que sentía por Mario era algo animal, una salvaje atracción de la que no podía zafarse y en la que la razón tenía la partida perdida. Era de él y, pasase lo que pasase, era para siempre. Una cadena invisible la ataba a Mario y nadie podía remediarlo.
<span>Tras el postre, Alicia miró inútilmente a Mario buscando un gesto que diera un inicio oficial a la función. Fue Jorge el que se acercó a Alicia por detrás y, levantando su vestido, achuchó sus nalgas con una mano, usando la otra para atacar su pubis por delante. Volvió a mirar a Mario y le rogó en silencio que se acercara, pero Mario se sentó en el sofá y contempló entre divertido y excitado los movimientos de ambos. Jorge arrebató su tanga con relativa facilidad y la despojó de su vestido. Alicia quedó semi desnuda en medio del salón, su corpiño tras la cena la ceñía aún más y sentía que era esclava de aquella prenda de ropa que le incitaba a mostrarse más ardiente y fogosa que nunca. Jorge apretó la pelvis fuertemente contra sus nalgas y Alicia tuvo que posar sus manos sobre la mesa de centro para mantener el equilibrio, tarea nada fácil, sus altos zapatos de tacón, único complemento que acompañaba el corpiño, se lo ponían bastante difícil.
Jorge se desnudó apresuradamente y acercando a Alicia hasta la puerta del salón, la empujó ligeramente contra ella mientras palpaba sus formas, resbalando sus manos desde los pechos hasta sus muslos. Alicia buscó a Mario y vio que éste, sorprendentemente, se había marchado de allí. Pensaba que Mario entraría en el juego antes o después, jamás pensó que simplemente le traía a alguien para pasar un buen rato mientras él se ausentaba. Miró a su alrededor y vio que su abrigo había desaparecido. La decepción y la rabia invadieron su interior y pensó que ya no le parecía tan buena idea follar con aquel desconocido sabiendo que Mario no participaría en los juegos. En ese instante, Jorge empotró su miembro dentro de su sexo y comenzó una serie de intensas sacudidas que hicieron olvidar a Alicia lo que hacía unos segundos pasaba por su cabeza. Era imposible pensar en nada más que en degustar las maravillosas sensaciones que le proporcionaba aquel amante que le había regalado Mario. Jorge alternaba sus incursiones de tal manera que algunas eran suaves y cadenciosas y producían en Alicia una especie de espera angustiosa deseando que pronto volvieran los rotundos embistes con los que se sentía completamente fuera de sí. Su glande rozaba frenéticamente su punto g una y otra vez y Alicia, no pudiendo aguantar más, se dejó llevar por las fuertes pulsiones que paralizaron intensamente su cuerpo.
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Jorge la cogió en brazos y agarrando sus muslos, le introdujo su carnoso miembro mientras Alicia se aferraba a sus brazos y se balanceaba en torno a su fuente de placer. Al llegar al dormitorio, Jorge se tumbó en la cama y pidió a Alicia que se tumbara sobre él. Alicia comenzó a galopar salvajemente sobre su montura, agitando su cuerpo hacia arriba y hacia abajo mientras movía sus caderas de forma circular para sentir en toda su intensidad el pene de Jorge.
Cuando estaba de nuevo a punto de perder el control, el calor de un cuerpo sobre su espalda le alertó de la presencia de Mario, que al contrario de lo que ella había pensado, no se había marchado, tan sólo se había escondido, dejando libertad de movimientos a la pareja.
Mario empujó a Alicia contra Jorge y pringando su culo con un oloroso aceite, la penetró lentamente. Alicia sentía que se desgarraba, pero poco a poco notó que ambos penes se amoldaban en su interior e incluso parecían complementarse, llenándola por completo. Era maravilloso sentir las embestidas de Jorge y las sacudidas que Mario le imprimía. Se estaba volviendo loca de placer. Justamente en ese momento, el teléfono sonó una y otra vez. La rítmica melodía, que se mezclaba con los ruidos que hacía el somier al moverse el terceto, no mentía, era su novio el que llamaba. Dudó entre coger el teléfono y no hacerlo, pero escogió lo primero para no levantarle sospechas.
<span>-Sí, sí, estoy en la cama ya. ¿Qué tal el viaje?</span>
A pesar de que Alicia pidió una tregua a sus compañeros de lecho, no se la otorgaron, al contrario, atacaron a Alicia con más ferocidad, divertidos por el mal rato que estaba pasando intentando disimular el intenso goce.
<span>-Yo también te quiero, te echo de menos, un beso.
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Al colgar, Alicia estalló en un fuerte orgasmo, lo había retenido tanto tiempo, que fue uno de los más intensos que había tenido en su vida.
Jorge y Mario continuaron follando a Alicia que, agotada, se dejaba llevar cual marioneta por los movimientos de uno y otro. Jorge aumentó el ritmo de sus empujes, eyaculando en Alicia y produciendo a modo de efecto dominó que Mario terminara también.
Alicia apenas tenía fuerzas para levantarse de la cama y dejó que fuera Mario el que despidiera a Jorge.
<span>-Encantada Alicia. Espero que mi hermano me llame pronto de nuevo y podamos reunirnos otra vez.</span>
Alicia miró a Mario y pensó que jamás comprendería a su amante. Ofrecerla a su hermano demostraba una generosidad fuera de lo común. Ella jamás hubiera compartido a Mario con nadie, y menos con su hermana…</span></span>
<object height="355" width="425"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/8fpmGjm_mdQ&rel=1" /><param name="wmode" value="transparent" /><embed height="355" src="http://www.youtube.com/v/8fpmGjm_mdQ&rel=1" type="application/x-shockwave-flash" width="425" wmode="transparent"></embed></object>Alice Carrollhttp://www.blogger.com/profile/02898316486550822840noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-3806802466206563546.post-71187253397456062652008-11-06T23:59:00.004+01:002008-11-07T00:03:51.345+01:00Los zapatos de Mambrú<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgabo8pGlRZj4OB_LqzrcMH-cZ75OZV7SG56VSzrCE2QHzpHeg4BFufC06FeVo64hx59n-RWmUH3P2mtM_in1lnE0x0nNOU0KMXbI5s1yvADqZTnc8V2nEhxffT7roIB3qa-H_aWMnVfgM/s1600-h/Los+zapatos+de+Mambr%C3%BA.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5265683149510260130" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; CURSOR: hand; HEIGHT: 363px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgabo8pGlRZj4OB_LqzrcMH-cZ75OZV7SG56VSzrCE2QHzpHeg4BFufC06FeVo64hx59n-RWmUH3P2mtM_in1lnE0x0nNOU0KMXbI5s1yvADqZTnc8V2nEhxffT7roIB3qa-H_aWMnVfgM/s400/Los+zapatos+de+Mambr%C3%BA.JPG" border="0" /></a> </div><div align="justify"><span style="color:#33ff33;">Aún no se lo podía creer. Miró a su alrededor y comprobó que todo estaba en orden, la tienda había sido pulcramente adecentada por la empresa de limpiezas que había contratado, la iluminación era cálida pero potente, por nada del mundo quería que nadie que entrara allí no pudiera contemplar con el máximo detenimiento la belleza de sus productos. La fragancia de rosas de Bulgaria vertido en los tres vaporizadores que había dispuesto en lugares estratégicos había hecho desaparecer por completo el olor a madera serrada y a los plásticos en las que venían envueltas las vitrinas recién montadas.<br /><br />Por fin lo había conseguido. Muchos años de estudios infructuosos, de penosos trabajos temporales mal pagados y poco realizadores quedaban atrás. Por el camino, mucho esfuerzo, trabas continuas y peleas para conseguir convencer a todos de que él sería el mejor. ¡Cuánto tuvo que luchar con los empleados de banca para convencerles de que el dinero que le prestarían para hacer realidad su sueño era una buena inversión!<br /><br />Colocó con una precisión digna de relojero suizo cada uno de los artículos, utilizando la manga de su chaqueta para hacer desaparecer las minúsculas motas de polvo que osaban depositarse encima de sus hijos. Porque en realidad, eso es lo que eran, magníficos retoños creados por él. Ahora merecía la pena contemplarlos, brillaban tanto como mil soles, presumían juntos de su esplendor y Mambrú los miraba orgullosos, sabedor de su arte.<br /><br /><span style="color:#ffcc00;">Salió de la tienda un instante, aún faltaba media hora para abrir, la espera le estaba resultando exasperante. Contempló el rótulo encarnado ubicado en el centro del escaparate: “Los zapatos de Mambrú”. El nombre resultaba tan concreto como descriptivo, quería que sus clientas divisaran desde el principio de la calle el nombre de la nueva zapatería y que desearan avivar su paso para llegar hasta allí. La puerta siempre permanecería abierta, no le importaba derrochar algo de dinero en calefacción si como resultado las clientas más reticentes superaban el miedo inicial a entrar en una nueva tienda. Mambrú sabía que una zapatería llena de gente era fundamental para atraer a más público, las mujeres llamaban a más mujeres.<br /><br />¡Cuánto deseaba ver entrar a las primeras! Necesitaba tener sus pies entre sus manos, se excitaba sólo de pensar la cantidad de ellos que disimuladamente acariciaría, tenía la perfecta coartada y el mejor trabajo para hacerlo. Atrás dejaría días de tormento y burlas en aquella ciudad en la que vivió desde que naciera. Atrás quedaban las risas de sus supuestos amigos, cuando frecuentemente le sorprendían agachado en el suelo del parque contemplando los zapatos de las mujeres que hablaban sin parar mientras vigilaban a sus hijos jugando entre ellos. Era un suplicio tenerlos tan cerca y no poder tocarlos, no poder subir la mano desde el tobillo hasta la pantorrilla y percibir la suavidad su piel en verano y el cálido tacto de sus medias de nylon en invierno. Incluso su madre, preocupada por la actitud de su hijo, que veía que no se centraba ni en los estudios ni en conocer a una muchacha como Dios manda, le llevó obligado a la consulta de un psiquiatra, que no le curó nada, al contrario, descubrió en él a un amigo con gustos y obsesiones comunes.<br /><br />Diez minutos faltaban para colgar el cartel de “Abierto”, apenas era tiempo para un extraño, pero no para él, que sabía que antes de esos diez minutos habían pasado antes muchos otros en los que había deseado una quimera en este caso alcanzada. La tienda lucía llena de colores, pedrerías, drapeados, suaves satenes, plumas combinadas con charol, plata y oro, electrizantes colores que no iban a dejar a nadie indiferente. No era partidario de las modas, odiaba las zapaterías en las que, esclavizadas por sus dictámenes, mostraban la misma gama de color en sus productos, un año negros, otro, marrones. Tristes tiendas que tan sólo se salvaban algo en primavera y verano, gracias a las alegres sandalias multicolores que anunciaban la llegada de las vacaciones.<br /><br /></span>Sus zapatos eran únicos y exclusivos, era él su diseñador, su fabricante y su vendedor. No le hacía falta nadie más, ningún proveedor que entrara ofreciendo zapatos sería bien recibido en su pequeña zapatería. No existía ninguna como ella en esa ciudad e incluso se podría decir que en todo el país.<br /><br />Cambió nervioso el cartel de la puerta y tomando aire miró al cielo buscando un halo divino que le protegiera en su nueva andadura. Había llegado el ansiado momento.<br /><br />Caminó nervioso dentro de la tienda, se frotó las manos intentando serenarse y se atusó su largo bigote negro una y otra vez, pero tras una hora en la que nadie entró, se relajó, sentándose en la silla de cuero blanco que se ubicaba frente al monitor del ordenador. Sacó del cajón unas cuartillas y con un lapicero comenzó a dibujar nuevos diseños. No podía perder el tiempo, aprovecharía los ratos de soledad para sus creaciones y cuando cerrara cada tarde, se dedicaría a hacerlas realidad en el pequeño taller que tenía montado en su casa.<br /><br /><span style="color:#ffcc00;">No pudo completar siquiera el esbozo de medio zapato cuando entró una mujer alta y esbelta, morena de pelo y blanca de piel. Saludó cordialmente a Mambrú y comenzó a mirar con pausado respeto cada uno de los exquisitos zapatos de éste. Isabela, que era la mujer del director del banco de la calle principal, ostentaría el honor de ser la primera en inaugurar su tienda. Mambrú la miró pensando que era afortunado por poder contemplar la belleza tan de cerca. Isabela recorrió de nuevo los dos pasillos donde se ubicaban las vitrinas, sintiendo una extraña sensación, una fuerza irresistible le impelía a no salir de aquella zapatería sin adquirir antes un par de zapatos. No había entrado más que a curiosear, pero algo le embriagaba de tal manera que dominaba sus actos, quizás el olor a rosas recién cortadas, quizás la variedad de tonalidades de los zapatos. Le habían embelesado de tal forma que era difícil escapar a sus encantos. Su respiración se agitó y sintió que el deseo por tener un par de aquellos zapatos era superior a todo lo que había conocido hasta entonces. Ni su marido ni los novios que tuvo antes le habían provocado tanto deseo como le estaban provocando en esos momentos aquellos lujosos zapatos. Cogió uno de ellos, tenía unos altos y finos tacones, pedrería púrpura y estrecha puntera. Brillaban tanto como una magnífica joya. Miró a Mambrú y éste de inmediato se acercó a ella para ayudarla a probárselos. Isabela se sentó en el banco de bengué, extendió un pie al zapatero y él se arrodilló ante ella, descalzándola lentamente de los corrientes zapatos que llevaba y vistiéndola con aquella maravillosa obra de arte. Mambrú acarició su piel aterciopelada y sintió un leve escalofrío recorriendo todo su cuerpo, su saliva comenzó a anegar su boca y su miembro se inflamó bajo sus pantalones. Isabela, enfundada en los zapatos, se levantó y dio unos cortos pasos mirándose en los espejos que Mambrú había colocado en la parte inferior de las vitrinas. Se sentía distinta, más mujer, más atractiva y deseable, era imposible ser la misma con algo así adornando sus pies. Miró a Mambrú y por un instante, deseó abrazarle como agradecimiento por tener aquellos maravillosos zapatos con los que parecía estar flotando en el paraíso.<br /></span> <span style="color:#33ffff;"> -Me quedo con ellos-</span>dijo casi sin dudarlo-.<br /> <span style="color:#ffccff;"> -Muy bien señora-</span>dijo Mambrú sin poder evitar una sonrisa de satisfacción.<br /><br /> Mambrú se encontraba pletórico, aún no podía creerse que hubiera hecho realidad su anhelo. Se miró las manos y se estremeció recordando el breve pero intenso momento en que había acariciado el pie de aquella mujer. Con la esencia que quedaba de ella en sus dedos frotó su miembro unos segundos, haciendo más persistente e intensa su erección.</span></div><span style="color:#33ff33;"><div align="justify"><br /> No tardó en propagarse por toda la ciudad la calidad de los zapatos de Mambrú, la perfección de sus remates, su trato cortés y amable, pero principalmente, las maravillosas sensaciones provocadas al calzarse en ellos, el extraño influjo que desencadenaba en el interior del cuerpo y el excitante placer obtenido simplemente por entrar en su zapatería.</div><div align="justify"><br /> La nueva zapatería se convirtió en una de las más visitadas, era difícil que no estuviera completamente abarrotada de mujeres que se disputaban las atenciones de Mambrú, el cual no escatimaba su tiempo en atender a cada una de las mujeres como se merecía. Mimaba cada uno de los pies que tocaba, futuros inquilinos de sus obras y principales protagonistas de su vida. A ellos había encomendado su existencia, era capaz de transformar unos pies faltos de cuidado en unos dignos de una modelo. La magia se había aliado con él.</div><div align="justify"><br /> <span style="color:#ffcc00;">Mambrú vivía en un estado de constante excitación, en parte por el éxito del negocio y en parte por poder rozar cada día las extremidades inferiores de aquellas mujeres que se entregaban a él con la confianza de saber que los zapatos transformarían su vida. Las furtivas caricias del zapatero eran el complemento perfecto a todo el ritual que le acompañaba de entrar en la tienda, mirar los zapatos con detenimiento y solicitar a Mambrú su ayuda.</span></div><div align="justify"><br /><span style="color:#ffcc00;"> La caja registradora de la zapatería lucía plena día tras día, pero poco a poco, el ideal escenario que había creado se fue resquebrajando. La afluencia masiva de clientas era tal, que no tenía siquiera tiempo para preparar nuevos diseños, descartó la idea de contratar a alguien, su zapatería era algo casi tan íntimo como su ropa interior. Al llegar a casa lo único que le apetecía era derrumbarse en el sofá y olvidarse por unos momentos de pies, tacones y punteras mientras veía la televisión. </span></div><div align="justify"><br /><span style="color:#ffcc00;"> Y lentamente, la tienda rebosante de zapatos se fue vaciando y los pocos zapatos que quedaban en ella lucían tristes y huérfanos. Paulatinamente las mujeres dejaron de acudir, pero Mambrú, a pesar del mayor tiempo libre del que disfrutaba entre clienta y clienta, había perdido la inspiración. El deseo que había movido su vida había desaparecido, la excitación de sentir los pies de una mujer entre sus manos se había esfumado por completo. Carecía de ideas para seguir. No se deleitaba como antiguamente lo hacía en su fabricación. Era como si todo aquel placer que había sentido y que había depositado en sus obras se hubiera quedado en cada uno de aquellos zapatos y cada mujer al comprarlos, hubiera usurpado un pedazo de él, percibiendo al llevarlos en sus pies, el mismo goce que Mambrú había sentido en su creación. Las mujeres a través de sus zapatos habían vampirizado de alguna forma su capacidad para gozar con lo que hacía.</span></div><div align="justify"><br /><span style="color:#ffcc00;"> Y Mambrú tuvo que rendirse a la realidad. Ya no era un mago entre aquellas mujeres, se sentía incapaz de volver a diseñar ni un solo zapato. Los días iban pasando y la tienda, antes cálida y acogedora se fue convirtiendo en una árida estancia en donde nadie entraba.</span></div><div align="justify"><br /> Hasta que entro ella. </div><div align="justify"><br /> Mambrú se sorprendió de ver a alguien cruzar el umbral de su puerta. Era bella con mayúsculas, de piel casi transparente, pelo brillante y pajizo, ojos verdes y delgada silueta. Sus andares felinos recalcaban sus sinuosas curvas. Mambrú bajó la mirada hasta sus pies, llevaba unos zapatos que eran de su tienda, de eso no cabía la menor duda. No recordaba haberla visto jamás o quizás sí, pero su aspecto había cambiado, su mirada era distinta, sus andares eran completamente provocativos y su boca era una incitación a dejarse llevar por los más primitivos instintos. Sin decir ni una sola la palabra, aquella mujer se sentó delicadamente en el banco y descalzándose pidió a Mambrú con un gesto que se acercara a ella. Cual perro fiel se arrodilló ante ella y adivinando los deseos de aquella mujer comenzó a besar sus pies desnudos, acarició su talón, lamió con sumo cuidado cada uno de sus dedos. Ella comenzó a gemir suavemente echando su cabeza hacia atrás y cerrando sus ojos para sentir más intensamente las sensaciones que le estaba provocando el zapatero. Mambrú estaba tremendamente excitado al ver cómo reaccionaba su clienta incitándole a seguir. Continuó acariciando sus piernas hasta llegar a su pubis rizado, sintió el calor que desprendía y su excitación se avivó. Sin pensarlo más, bajó la cremallera de sus pantalones y masajeó su miembro mientras volvía a la zona que más le gustaba a él: sus pies. Succionó cada uno de sus dedos, jugueteó entre ellos con su lengua y pudo contemplar con agrado que la mujer se había levantado sus faldas y se estaba masturbando mientras gemía cada vez más intensamente hasta que finalmente se relajó complacida mirando a Mambrú cómo terminaba de masturbarse.</div><div align="justify"><br /> La mujer se marchó tal y como había venido, sin cruzar una sola palabra con él. Éste, agotado y exhausto tras el sexo, se sentó en el banco rebobinó toda la escena intentando recordar qué es lo que había pasado exactamente. Ella es la que había llevado las riendas en todo momento y parecía haber entrado de ex profeso en la tienda precisamente para que Mambrú hiciera lo que finalmente hizo.</div><div align="justify"><br /><span style="color:#ffcc00;"> Lo cierto es que aunque fue la primera mujer en desnudar por entero sus pies ante Mambrú, no fue la última, y el zapatero comenzó a disfrutar a diario de unas maravillosas jornadas de fetichismo y placer. Todas las que solicitaban aquellos nuevos servicios habían adquirido previamente sus zapatos y parecía que de alguna manera, las “vampiras” agradecían lo que Mambrú había provocado en sus vidas.</span></div><div align="justify"><br /><span style="color:#ffcc00;"> Y Mambrú recobró la inspiración y el arte de la creación. Las vitrinas se fueron llenando de nuevos diseños y las clientas volvieron a entrar en su tienda. En su afán de atender a todas las mujeres como merecían, decidió incrementar de forma desorbitada los precios de sus zapatos, prefería la calidad a la cantidad.</span></div><div align="justify"><br /><span style="color:#ffcc00;"> Aquella noche, al cerrar la zapatería para regresar a su hogar, se sintió simple y llanamente un hombre feliz. Quizás era el momento de ampliar el horario de venta y dejar que alguna de las clientas contemplara sus creaciones en el mismo taller de su casa…<br /></span></div></span><div align="justify"></div><br /><br /><object width="425" height="350"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/pot6mZWxg78"></param><param name="wmode" value="transparent"></param><embed src="http://www.youtube.com/v/pot6mZWxg78" type="application/x-shockwave-flash" wmode="transparent" width="425" height="350"></embed></object>Alice Carrollhttp://www.blogger.com/profile/02898316486550822840noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-3806802466206563546.post-12172525417198152262008-11-01T18:59:00.012+01:002008-11-01T19:42:17.131+01:00Ganadores del concurso de Relatos Eróticos “Karma Sensual” 2008, “Amores que Matan”<div align="justify"><span style="color: rgb(255, 255, 0);">Estos han sido los 13 </span><a href="http://www.friulinelweb.it/crearparaleer/concursos.html"><span style="color: rgb(255, 153, 0);"><strong><span style="color: rgb(255, 153, 255);">autores y relatos seleccionados</span></strong> </span></a><span style="color: rgb(255, 255, 0);">para integrar el libro que editará gratuitamente "El Taller del Poeta" para febrero 2009.</span></div><br /><div align="justify"><span style="color: rgb(255, 255, 0);"></span></div><a href="http://www.friulinelweb.it/crearparaleer/concursos.html"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5263758473851512162" style="margin: 0px auto 10px; display: block; width: 400px; height: 144px; text-align: center;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhngkAv36SCHPNReVuZbTMtSPh5XZF44EGdvbiWW2ZBFi5ZFkH8pIV8Q2qpXVOkSAEzJW-m_UX64EpFWJcxf33kd1EUKn0660QcPlEJZvunWYCg5eLnjMRI_8prg53IYiUy1-oiUy6wW8s/s400/Karma+4.jpg" border="0" /></a><br /><div align="justify"><span style="color: rgb(255, 255, 0);"></span></div><p></p><p><span style="color: rgb(255, 255, 0);">El libro este año se titulará: " Karma sensual4: Amores que matan" y se compondrá de los 13 (trece) mejores relatos seleccionados por el jurado de "Karma sensual", junto a datos de los autores.<br /><br />Nos comunicaremos con los 4 primeros seleccionados para proponerles ser Jurado Ambulativo del concurso "Karma sensual5: Amor y Gula – Para comerte mejor-" 2009.<br /><br />Saludos.<br />Marta Roldan<br />(Organizadora de Karma Sensual)</span><br /><br /><span style="color: rgb(102, 255, 255);">Enhorabuena a todos los premiados. Haber sido jurado en el premio ha sido una gran experiencia para mí. Tan sólo quiero animar a todos a que participéis el próximo año en este premio del que puedo decir que es uno de los más consolidados y serios que hay en el “apasionante” mundo de los relatos eróticos.<br /><br />Besos a todos. Alice Carroll<br /></span></p>Alice Carrollhttp://www.blogger.com/profile/02898316486550822840noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-3806802466206563546.post-70932133378848776022008-10-16T22:56:00.006+02:002021-07-04T10:35:42.279+02:00Café y matemáticas<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBeOP3T6FpQx58wVsBsavBAcIuCC0-Zj5gfKLEKxWQlUvCQPjRZphMGsrYd1wfod1kDSud_qhxmnKI7EvG8RTMWSTazN2uq2E1-UONzHIZk3CO-O_9WAynivET2eY-FgIZbti50g6ja4k/s1600-h/Caf%C3%A9+y+matem%C3%A1ticas.jpg"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5257858747803663234" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBeOP3T6FpQx58wVsBsavBAcIuCC0-Zj5gfKLEKxWQlUvCQPjRZphMGsrYd1wfod1kDSud_qhxmnKI7EvG8RTMWSTazN2uq2E1-UONzHIZk3CO-O_9WAynivET2eY-FgIZbti50g6ja4k/s400/Caf%C3%A9+y+matem%C3%A1ticas.jpg" style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center;" /></a> <span style="color: #ff99ff;">Era en los atardeceres cuando yo me despertaba. Hasta esa hora de la tarde, mi vida era una sucesiva letanía de hechos rutinarios hasta el bostezo. Me levantaba, preparaba el desayuno a mi marido mientras se duchaba y le daba un beso de despedida cuando se iba a trabajar. Limpiaba la casa, preparaba la comida, me vestía y quedaba con mis supuestas amigas de la urbanización para tomar un café e ir juntas a clases de Pilates. Regresaba a casa y mientras ponía la mesa, veía las noticias esperando a que Esteban volviera. Nada era sorprendente y nada me motivaba. Pensé que ya a mis 46 años me conformaría con aquella existencia baldía con la que se habían conformado mis amigas a las que he llegado a odiar en ocasiones al verlas felices sin tener ningún motivo para ello. Conocía a sus maridos y por mucho que les mirara con buenos ojos, no me parecían seres capaces de lograr ni siquiera su propia felicidad, evidentemente imposible que lograran la ajena.
El destino se encargó de cambiarlo todo una tarde de otoño, cuando las gotas de lluvia que estaban cayendo lánguidamente mancharon los cristales de las ventanas que acababa de limpiar. Mi marido me había comentado algo hacía unos días, pero como en otras ocasiones, ni siquiera le había prestado atención. Fue al sonar el timbre de la puerta cuando lo recordé.
<span style="color: #ea9999;"><span>-Éste debe ser Oscar</span></span>-dijo mientras se levantaba a abrirle.
Me levanté yo también del sofá y vi pasar por delante del salón a aquel muchacho saludándome con una media sonrisa. Esteban y él se encerraron en el despacho y yo me volví a sentar intentando seguir con la lectura del libro que había cogido de la biblioteca esa misma mañana.
No fui capaz de seguir. Mis pensamientos viajaron muy lejos en el tiempo pero me resultaban aún tan cercanos que me dolían. Regresaron al momento en que Esteban y yo queríamos tener hijos y no pudimos, la desesperanza y la frustración de los penosos tratamientos de fertilidad, los malos resultados y la rendición final. Mi hijo podía tener ahora la edad de Oscar.
<span style="color: #33ffff;">Mi marido era profesor de matemáticas en un instituto. Era buen profesor y un buen hombre, tranquilo, pausado y demasiado lógico para ser espontáneo. Jamás me reí con ninguno de sus chistes. Pero a pesar de todo, nos llevábamos relativamente bien, habíamos pasado demasiado cosas juntos como para no hacerlo. Impartía clases a los chicos de segundo de bachillerato y todos decían que era el mejor profesor de matemáticas que había tenido el centro desde hacía tiempo. Fue al empezar el nuevo curso cuando, ante la insistencia de algunos padres y los mismos alumnos, decidió ayudar con clases particulares a los muchachos que eran brillantes en otras asignaturas pero iban más flojos en la materia y querían sacar un buen expediente para optar por la carrera deseada.
Oscar era uno de aquellos chicos. Alto y con paso decidido, vestía como un chico más de su edad, vaqueros de cintura baja, camiseta de deporte y zapatillas de marca. Tenía el pelo negro y lo llevaba cuidadosamente despuntado. Sus ojos grandes y marrones lucían con un brillo especial.
</span>Sonó el timbre de la puerta cuando aún faltaban diez minutos para terminar la clase. Abrí y encontré al que parecía ser el segundo alumno de esa tarde. A pesar de tener la misma edad que Oscar, Pedro, que así me dijo que se llamaba, parecía todavía un crío con su cara llena de acné, sus rizos castaños y sus gafas oscuras y redondas.
Le invité a sentarse en el sofá mientras mi marido terminaba la clase. Pedro era muy tímido así que proseguí con la lectura no acosándole con preguntas para no intimidarle.
Por fin finalizaron la clase y Pedro se encerró con mi marido mientras yo despedía a Oscar en la puerta, pero en el exterior tronaba con fuerza y la lluvia caía a borbotones sobre el asfalto.
<span style="color: #33ff33;">-¿Por qué no te esperas un poco a que escampe? Te invito a un café si quieres</span>.
Oscar dudó, pero respondió con un escueto “<span style="color: #ff9900;">vale</span>” que fue suficiente para que entrara de nuevo en casa.
En la cocina, Oscar seguía mis movimientos y respondía a mis preguntas. Me admiró su madurez y su seguridad, su voz grave me fue envolviendo poco a poco. Por un instante, me sentí como si fuera su madre, me imaginé la rutina de prepararle la merienda, como estaba haciendo en esos momentos. Sentí deseos de darle un tierno beso en la frente, de invitarle a que se quedara a dormir en el cuarto de invitados, el que hubiera sido el dormitorio de nuestro hijo. Mientras estaba absorta con mis pensamientos, me giré para preguntarle cuántas cucharadas de azúcar quería y le vi ruborizarse al verse sorprendido contemplando fijamente mi trasero.
<span style="color: #33ffff;">Oscar se tomó el café y se fue. Me senté en la silla de la cocina y me quedé mirando sin pestañear la puerta del frigorífico sin poder pensar absolutamente en nada. Estaba completamente obnubilada y de alguna forma, haber ejercido de madre por unos minutos me había servido para sentirme realmente bien. Además, el pequeño descubrimiento de que resultaba apetecible para un hombre joven atizaba mi coquetería femenina, últimamente adormecida por la rutina.
Oscar y Pedro venían a casa un día sí y otro no. Con Pedro poco hablaba, es cierto que al ser más niño podía haber ejercido también como madre con él, pero no me llamaba la atención en absoluto. Era Oscar el que me llenaba, me gustaba su olor varonil, sus brazos torneados, sus labios perfectamente delineados, su nuez abultada en el cuello. El café después de la clase se convirtió en acostumbrado y los ratos en los que estábamos juntos eran cada vez mayores. Comencé a arreglarme más para recibir a aquellas visitas, me gustaba verme guapa aún estando en casa. Intercambiamos sensaciones, inquietudes y deseos. Era una terapia que me resultaba plenamente placentera y a Oscar, que había perdido a su madre al cumplir catorce años, intuía que le pasaba lo mismo. Estábamos muy a gusto el uno con el otro.
Lo cierto es que cada vez pensaba más en él. Me sorprendieron los celos que sentí cuando me confesó que había conseguido acostarse con una compañera en una fiesta de sábado y no pude contener mi rabia riñéndole como si realmente fuera su madre, diciéndole que no podía acostarse sin más con la primera que pasara por su vida. No quería reconocerlo, pero Oscar me atraía como hombre más que como hijo. No recuerdo cuando me di cuenta de aquel sutil cambio, quizás fue una noche cuando estando con Esteban haciendo el amor, cerré los ojos y me imaginé a Oscar sobre mí, besándome dulcemente y poseyéndome por primera vez.
Por la mañana, sentí remordimientos por aquellos tortuosos pensamientos. Mi deseo por él se avivaba al verle, la necesidad de tocarle se hacía imperativa. ¿Pero no ves cuánto te deseo? Me decía a mí misma en silencio.
</span>Nuestros cafés pasaron de la cocina al salón. Oscar y yo nos sentábamos uno al lado del otro y con la tenue luz de la lámpara de pie de la esquina hablábamos hasta que, a falta de cinco minutos para que terminara la clase mi marido, él se iba. Cada vez que cerraba la puerta y le despedía, sentía que me desgarraba por dentro, que una parte de mí se esfumaba y que volvía de nuevo a la más absoluta oscuridad.
Aquella tarde cuando Oscar se marchó, me fui al baño y delante del espejo, me desnudé imaginando que al otro lado no estaba mi imagen reflejada en él, sino la de Oscar, contemplando cómo me desposeía de mis prendas y me entregaba a él. Acaricié el espejo y besé aquellos labios que me parecieron demasiado fríos al principio, lamí mi imagen para calentarla y al besarlos de nuevo, por fin conseguí imaginarme que eran los de él. Con la camisa desabrochada cayendo por mi espalda, me deshice del sostén y acaricié mis pechos, grandes y hermosos, los achuché y bajé la mano hasta mis piernas. Sin dejar de mirar mi imagen me desabroché los pantalones e introduje mis manos bajo las bragas, eran las de Oscar, grandes y fuertes las que lo hacían. Eran sus dedos los que curioseaban en mis entrañas y los que penetraban mi sexo. Mientras me masturbaba, pude oír a mi marido despidiendo a Pedro y gritando mi nombre mientras me buscaba por la casa. Un “¡estoy aquí!” salió de mis labios con algo de dificultad. Seguí mimando mi sexo hasta que el vaho del baño emborronó mi visión y la que yo me imaginaba de Oscar. Aunque quizás fue el orgasmo que sentí en ese momento el que hizo disminuir mi percepción visual. Fue algo fantástico, hacía mucho que no me masturbaba y casi ni recordaba la facilidad y la intensidad con que se llegaba a la meta.
<span style="color: #33ffff;">Al siguiente día que Oscar vino, me encontraba algo apurada a su lado, quería disimular en lo posible lo que sentía por él, pero me parecía que mi torpeza de movimientos al estar tan cerca de él me delataba. Mi piel se erizó por un instante cuando me agarró el brazo para contarme un chiste y mi sexo se volvió más presente que nunca. Demasiado para controlarlo, creo que mi cabeza había dejado de funcionar por completo porque si no, no entiendo cómo tuve el valor de acercarme a él y besar sus labios.
Oscar, ante aquel gesto por mi parte no se inmutó. Me miró confuso, pero su inercia tendía hacia mí y al ver que me apartaba mientras musitaba un “no sé qué me ha pasado, lo siento” me abrazó y me besó. Fue un beso largo, ardiente y apasionado, pero tierno. Dulcemente tierno. Sentí su respiración fundida con la mía, toqué sus brazos y me gustó su firmeza, sus músculos aún no estaban formados completamente. Acaricié su pelo, tiré de él, besé su cuello y lamí con devoción los lóbulos de sus orejas. Pero no pasamos de ahí, el reloj acechaba la verticalidad y mi marido estaba a punto de salir con Pedro. Sentía mi corazón a punto de estallar y, aunque vi que Oscar quería seguir, le aparté señalándole la hora.
Nos despedimos sin más. Con un adiós y sin darnos siquiera un beso. Creo que ambos estábamos pensando lo mismo. Que no había ocurrido nada o quizás sí, pero ambos teníamos cierto temor a reconocerlo.
Esa noche me angustié pensando que Oscar quizás no volvería jamás y que se había arrepentido de lo que había hecho. Afortunadamente me equivoqué porque ese miércoles que tenía clase se presentó como siempre. El tiempo que duró la clase con mi marido se me hizo eterna, no podía parar, me levantaba del sofá, me sentaba, caminaba como un león enjaulado por toda la casa esperando que el tiempo trascurriera más deprisa. Por fin Pedro vino y los minutos volaron al lado de aquel insulso muchacho al que esta vez sí que le torturé con mis preguntas.
</span>
Oscar apareció en el salón y mi marido volvió con Pedro al despacho. Nos quedamos de pie, mirándonos sin saber qué decir, yo no sabía si pedirle perdón, si decirle que había sido un error, así que dejé que mi corazón decidiera por mí y le abracé. Oscar correspondió a mi abrazo y sentí que estábamos de nuevo unidos. Nos besamos y abrazamos con ansiedad. Rocé con mis dedos sus labios, los chupé con delicadeza y lamí su abultada nuez. Palpé sus formas sobre la ropa, estaba tremendamente excitada. Acaricié su cuerpo y un impulso me hizo desabrochar su camisa. Oscar se dejaba hacer por mí. Besé sus pechos, acaricié el vello de su torso, mordisquee su cintura, desabroché sus pantalones y cogí entre mis manos su miembro, completamente erecto para mi deleite. Él seguía algo despistado, creo que temía por Esteban, que nos pillara in fraganti, pero supe que me deseaba cuando me desabotonó con ansiedad mi blusa, bajó mi sostén y se zambulló en mis pechos hambriento de deseo por ellos. Lamió y mordisqueó mis pezones, los succionó una y otra vez y sentí un placentero cosquilleo en ellos, posó su mano entre mis piernas y bajando la cremallera de mis pantalones, resbaló su mano dentro. Su pericia a pesar de los nervios me sorprendió. Yo le deseaba dentro, así que me desabroché por completo y le supliqué que se pusiera encima. Ante su mirada dubitativa, le tranquilicé, Esteban no iba a salir, todavía faltaba media hora para finalizar la clase. Oscar se puso sobre mí y resbaló su miembro en mi interior. Por un momento creí estar en un sueño y no en mi salón, no podía ser cierto que estuviera haciendo el amor con Oscar, pero su pene dentro de mí era algo demasiado real para suponer que no era cierto.
Oscar me embistió con fuerza y yo le ayudé, fue corto pero tan intenso que mis ojos se llenaron de lágrimas que resbalaron por mi piel hasta caer en el sofá. Estaba llorando de puro placer, me volvía a sentir viva, Oscar era un soplo de aire fresco en mi existencia. Reposó jadeando unos momentos dentro de mí hasta que por fin consiguió recuperar el resuello y se apartó.
Aquellas sesiones de sexo se hicieron habituales, éramos tan descarados, que a veces dejábamos escapar algún que otro gemido que nos hacía volver a la realidad del salón y de mi marido y Pedro a pocos metros de nosotros.
No sé lo que había entre nosotros: pasión, amor, enamoramiento, cariño, ternura... No puedo definir mis propias sensaciones. Sé que Oscar se acostaba con alguna compañera de vez en cuando. Yo ya no le preguntaba por ello, no quería saber nada de su vida, me daba demasiado miedo competir con aquellas jóvenes que compartían su vida más que yo. Sabía que tenía unos momentos en los que era completamente mío, suficiente para ser feliz. Con Esteban me sentía bien, ya no sentía mi vida tan rutinaria, había encontrado algo que me daba luz en todos los sentidos. Había conseguido recuperar la ilusión de la sorpresa.
</span><span style="color: #33ffff;">Y eso es lo que me llevé. La mayor sorpresa de mi vida una noche en la que no podía dormir y encontré a Esteban masturbándose compulsivamente en el salón mientras contemplaba extasiado en el ordenador los encuentros que habíamos tenido Oscar y yo aquellas tardes. Fue en ese momento cuando me di cuenta de que aquel cable que había en la librería no estaba conectado a la televisión ni al video sino al ordenador portátil que él tenía siempre en la mesa del salón y que había estado grabándonos con la pequeña webcam que tenía escondida entre unos libros.
Regresé silenciosa a la cama sin que Esteban percibiera mi presencia y dejé que siguiera disfrutando con aquellas imágenes. Decidí al taparme con la sábana que si él no había puesto ninguna pega al enterarse de mi relación con Oscar, yo tampoco tendría inconveniente en que siguiera ejerciendo de voyeur con nosotros. Un secreto por otro secreto, algo completamente justo. En ese momento creo que todos éramos algo más felices que antes.
</span>
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<object height="344" width="425"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/AjvYeUGXi_M&hl=es&fs=1" /><param name="allowFullScreen" value="true" /><embed allowfullscreen="true" height="344" src="http://www.youtube.com/v/AjvYeUGXi_M&hl=es&fs=1" type="application/x-shockwave-flash" width="425"></embed></object>Alice Carrollhttp://www.blogger.com/profile/02898316486550822840noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-3806802466206563546.post-88312364476559185852008-09-26T16:06:00.003+02:002021-07-04T10:38:50.165+02:00La esclava de mi vida<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEFNZs_TDcCpkssYLrtcENyKKRU2k2v0fmGf5Nx8rxR6v4yeFmZkea9qVdEk4NzNJzEGJPazqlPBpHqCP96J7LSHMlQmje_if3KkHHrD0uKfXGbLEOUI6OGzNnHeLxFFBWoUtaGM6VMaM/s1600-h/La+esclava+de+mi+vida.JPG"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5250331481338781554" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEFNZs_TDcCpkssYLrtcENyKKRU2k2v0fmGf5Nx8rxR6v4yeFmZkea9qVdEk4NzNJzEGJPazqlPBpHqCP96J7LSHMlQmje_if3KkHHrD0uKfXGbLEOUI6OGzNnHeLxFFBWoUtaGM6VMaM/s400/La+esclava+de+mi+vida.JPG" style="cursor: hand; display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center;" /></a> <span style="color: #33ccff;">
</span><span style="color: #b4a7d6;"><span>Desde que la vi anunciada en una revista de contactos no pude quitarme su imagen de la cabeza. Me parecía la mujer más perfecta que hubiera existido nunca: sus delicados rasgos, su cabello liso y rubio, sus sorprendentes e hipnóticos ojos verdes y su voluptuoso cuerpo. Me enamoré de ella nada más verla. Pero sabía que aún no podía pretender poseerla, amarla y hacerla mía para siempre. Mi deseo por ella tendría que esperar algún tiempo, era un caro capricho que mi exiguo presupuesto no podía permitirse. Por aquel entonces yo trabajaba como asalariado en un pequeño almacén y los gastos obligados de cada mes casi se llevaban más de la mitad de mis ingresos y no podía darme ningún lujo por muy placentero que pudiera resultarme.
Recorté aquella maravillosa imagen, digno boceto de una altiva reina futura protagonista de mis sueños más ardientes y la pegué con cuidado ritual en la desnuda pared del dormitorio del pequeño apartamento de alquiler en el que yo vivía. Tenerla siempre presente en el cabecero de mi cama me servía de diario estímulo para intentar esforzarme lo posible para ser en fechas no muy tardías su propietario. Por ella trabajé duramente en el almacén quedándome a hacer horas extras hasta el desmayo. Al trabajar más y estar más cansado, salía menos, con lo que eso tenía de bueno para mi economía, ya que apenas gastaba nada que no hubiera antes presupuestado en mi cuadernillo donde lo apuntaba todo.
Cada noche rozaba su foto con las yemas de mis dedos, le daba un apasionado beso que abarcaba todo su cuerpo y me acostaba, no sin antes dejar volar mi imaginación a un futuro no muy lejano en el que ambos compartiríamos el mismo techo. Me imaginaba mi vida a su lado, las eternas noches de sexo y goce y la pasión que envolvería mi vida para siempre. Por fin lograría ser feliz.
<span>Quería bautizar a mi futura compañera con un nombre digno de ella que la describiera en toda su magnitud y que mostrara a su vez, todo lo que era capaz de inspirarme cuando la miraba, pero ninguno me convencía plenamente. No en vano, era la primera vez en mi vida que iba a comprar una esclava y no quería dejar pasar de largo el más mínimo detalle. No deseaba un nombre corriente, nadie que existiera en el mundo podría llegar a acercarse en belleza y encanto a su persona.
Poco a poco mi cuenta fue engordando y por fin conseguí el dinero suficiente para comprarme mi esclava, a la que cariñosamente apodé “sin nombre”. Contacté telefónicamente con el proveedor de aquellas sumisas muchachas que habían nacido para dar placer carnal y quedé en ir a recoger la mía esa misma tarde. Estaba deseoso por ejercer de amo y ese pensamiento es el que me provocaba de continuo recurrentes erecciones que ni siquiera pude evitar mientras conducía mi coche al ir a su encuentro. Estaba nervioso, me sudaban las manos y me sentía igual que un inquieto novio que camina ante el altar.
Cuando llegué a la dirección que me habían indicado por teléfono, me sorprendí al ver más esclavas, tan bellas o incluso más que mi futura compañera, pero ninguna de ellas había compartido conmigo las noches pasadas de onanismo compulsivo así que me fui directamente al lugar donde mi bella sumisa de rasgos eslavos ya me esperaba. Pagué al vendedor al contado y la llevé a su nuevo hogar.
No me importaba, tal y como me advirtió el vendedor, que fuera completamente muda. No necesitaba hablar con ella, ni quería que me preguntara cada tarde si me había ido bien en el trabajo, ni tampoco que me discutiera ninguno de mis comentarios. Yo era el amo y ella mi esclava sumisa, eso era un hecho indiscutible. La había comprado para follarla hasta la extenuación, hacerla mía y poseerla cuando a mí me apeteciera. No podía existir mayor placer para mí. Sus deseos irían ligados desde ese momento a los míos, su placer sería mi propio placer y mis apetitos carnales, la causa de su existencia.
</span>Cuando llegué a casa, la despojé impaciente de la túnica negra que tapaba su cuerpo y sin poder esperar siquiera a desvestirme, la tumbé en la cama, bajé la bragueta de mis pantalones y la desvirgué para siempre sin contemplaciones. El placer de poseer por primera vez a mi esclava fue insuperable, jamás había conseguido encontrar a ninguna mujer que se plegara a mis órdenes como ella lo hacía y sentir que la había encontrado elevó mi ego maltratado tanto por el paso de los años como por aquellas mujeres que había conocido y me habían destrozado psicológicamente. Mi esclava ni se inmutó, había aprendido cómo debía comportarse y se dejó hacer. Me sentí un triunfador por primera vez en mi vida, atractivo, fuerte y poderoso. Estaba pletórico gracias a ella.
Mi muda esclava seguía al pie de la letra y con una obediencia encomiable, todos mis mandatos. Su presencia disparaba mi imaginación y cada tarde, cuando llegaba a casa tras una dura jornada de trabajo, solía esperarme desnuda a cuatro patas como una montura fiel sobre la alfombra de rallas azules de mi salón. Ver sus labios mayores, entrever la abertura de mi pozo de los deseos y contemplar sus pechos eran suficientes motivos para no perder ni un solo segundo y poseerla sin dilación. Intentaba controlar mis eyaculaciones para disfrutar lo máximo posible, pero sus apreturas me producían tempranas sacudidas en todo mi ser.
A medida que fueron pasando los días me resultó insuficiente disfrutar de ella a escondidas en mi casa, quería presumir de mi esclava y comenzamos a salir de excursión en mi coche, habitualmente elegíamos el bosque como destino. Allí, entre los árboles y con el excitante riesgo de ser descubiertos, hacíamos el amor. Mi esclava a la luz del sol me resultaba todavía más atractiva.
<span>Casualmente leyendo una revista que acababa de comprar en el quiosco de la esquina de mi casa, encontré un artículo en el que se hacía referencia precisamente a la historia de un pequeño pueblo de Puerto Rico llamado Vieques, poblado en el siglo XIX por un sinfín de esclavas. En el reportaje se daba el listado de los nombres de aquellas mujeres esclavizadas en esa época, leí la lista de corrido y de inmediato encontré el nombre que estaba buscando: Matumissa. Me parecía exótico, original y estaba dotado de una maravillosa musicalidad, era un nombre digno de mi bella esclava.
Matumissa se convirtió en el centro de mi vida. Creo que poco a poco aprendí a amarla. Me gustaba su ausencia de iniciativa, de voz y su total rendición a mis deseos. Cuando llegó el invierno, volvimos a recluirnos en casa y disfrutábamos de las largas noches de invierno abrazados en la cama. Me gustaba sentir sus pechos desnudos en mi torso y rozar sus suaves piernas. Enredaba su pelo entre mis dedos y su relajante olor me adormecía hasta que caía por fin en un profundo sueño.
La desbordada imaginación y la inspiración de tenerla hicieron que me convirtiera en un adicto comprador de productos eróticos. Mi arsenal de esposas, látigos y todo tipo de artículos sadomasoquistas era impresionante, tanto, que tuve que hacer limpieza por primera vez en mi casa para hacerles hueco. Me tomaba mi tiempo cada noche en elegir el instrumento que utilizaría con ella. Disfrutaba atando a mi sumisa esclava a la cama, azotarla sin compasión con uno de aquellos coloridos látigos para posteriormente follarla hasta el desmayo. Pero al igual que comencé a amarla también comencé a enfermar de celos. Me volvía loco pensando por las mañanas mientras trabajaba en la posibilidad de que tuviera un amante a escondidas. Al llegar a casa necesitaba demostrar mi pleno dominio sobre ella y la poseía en el suelo, atándola fuertemente con una maroma a una pata de la cama, mientras azotaba sus desnudos glúteos una y otra vez a modo de castigo para ella y de goce para mí.
</span>Pasaron los meses y ocurrió algo en mi vida que descabaló mi existencia para siempre: comencé a relacionarme con Nuria, una compañera de trabajo con la que compartía aficiones comunes. A la hora del desayuno nos encontrábamos en los servicios de las oficinas del trabajo para demostrarnos nuestra pasión. Nuria me sorprendió por su capacidad de sumisión y su necesidad de que yo guiara su placer, casi de forma semejante a como yo lo hacía con Matumissa. Nuestros encuentros en los servicios se convirtieron en una de mis mayores fuentes de placer. Tenía una nueva esclava, ahora mi favorita, y lo mejor es que no había pagado absolutamente nada por ella.
Pero en casa las cosas ya no fueron igual que siempre. Pude percibir en Matumissa un cambio de actitud. Notaba su mirada fría y rencorosa, tan distante que se me ponían los pelos de punta. Creo que sospechó desde el primer día que le era infiel. Mi capacidad para doblegarla disminuyó de día en día, intuía que la fuerza que yo perdía le daba más vida a ella. Cuando llegaba a casa, sus ojos fijos en mí conseguían acongojarme hasta tal punto, que comencé a temerla. No sólo eso, incluso mis relaciones con mi compañera también se vieron afectadas. Me sentía culpable de estar con otra mujer que no fuera mi esclava, parecía que una invisible cadena había unido nuestras vidas de tal manera que llegué a pensar que posiblemente la muerte fuera la única forma de recuperar mi perdida libertad. Tenía que matar a Matumissa, para sobrevivir yo, acabar con aquellos ojos que me torturaban cada noche, los mismos que antiguamente me habían parecido tan maravillosos. Acabaría con ella para siempre, ya no deseaba ser su amo, porque realmente había dejado de serlo el mismo día que le dejé de ser fiel. Ahora quería romper las cadenas y volver a tener una vida normal.
</span><span>Aquella noche cogí el cuchillo más grande que encontré en el cajón de los cubiertos de la cocina, me dirigí al dormitorio donde ya estaba ella en la cama esperando mi llegada y se lo clavé una y otra vez. Sentí que la debilidad se apoderaba de mis músculos. La miré y pude comprobar que había muerto. Mi muñeca de silicona quedó completamente destrozada, trozos de su cuerpo quedaron esparcidos por toda la estancia y un frío mortal inundó mi ser. En ese instante sentí un infinito vacío y un total arrepentimiento por el daño cometido, jamás volvería a tener en mis brazos a mi dulce esclava siliconada, jamás volvería a hacer el amor con ella, a besarla y a quedarme embelesado con sus ojos. Me di cuenta sin embargo de que ni siquiera su muerte había logrado que yo recuperara mi independencia, que al comprarla había sellado un vínculo eterno del que no me podría zafar jamás. Miré el cuchillo y obedecí aquellas voces interiores que me impelían a seguir con ella, convenciéndome de que era lo mejor para ambos. ¿Qué más daba que nuestra unión fuera en vida o en muerte?
</span></span></div>
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Con esfuerzo subió la puerta metálica que protegía el escaparate, metió la llave en la cerradura y se hizo el propósito de llamar ese mismo día al cerrajero para que le echara un vistazo y la arreglara de una maldita vez. Encendió las luces del interior y se colocó la bata que dejaba siempre detrás de la puerta del pequeño garito que le servía a su vez de almacén y sala de estar para pasar los ratos de soledad en los que nadie entraba a comprar.<br /><br />Miró su rostro reflejado en el cristal de la vitrina donde guardaba las cremas de belleza y se notó algo cansada. Había dormido mal y estaba nerviosa, su cabeza no paraba de dar vueltas a las mismas ideas que recurrentes saturaban su cabeza de pensamientos negativos. Su cumpleaños había pasado sin pena ni gloria, otro más, el tiempo iba pasando pero su vida no había cambiado en absoluto. Seguía haciendo las mismas cosas que hacía diez años atrás, cuando su padre le dejó en herencia la farmacia del pueblo en el que había vivido en su infancia. No podía dejar de pensar si la vida que ahora llevaba en aquel pequeño pueblo era simplemente un error, un dejarse llevar por una rutina que a veces le resultaba asfixiante. Después de una corta relación con un chico con el que no llegó a nada, principalmente en el plano sexual, no había conocido a nadie más. ¿A quién iba a conocer en aquel pueblo aislado por aquella complicada carretera de montaña plagada de ciclistas? Más de un dominguero había tenido que atender tras sufrir un colapso de puro agotamiento al llegar hasta la cumbre. ¿Pero acaso no leía ninguno el cartel que anunciaba que se trataba de un puerto de primera categoría? Ojalá se fijara en ella alguno de aquellos aguerridos deportistas, esos que sí conocían el camino y llegaban con sus fuerzas casi intactas.<br /><br /><span style="color:#ff9900;">La puerta se abrió y Matilde saludó al muchacho de la cooperativa de farmacia que de forma puntual le suministraba los pedidos. Era alto y desgarbado, tendría unos cinco años menos que ella o quizás más. Siempre se mostraba atento y servicial pero jamás le miró de la manera que le hubiera gustado a ella, hacía mucho que no sentía que la mirara ningún hombre. Lo cierto es que la rutina le había hecho remolona a la hora de arreglarse, era limpia y aseada pero nada coqueta, ropa amplia y cómoda, demasiado otoñal para su edad. En aquella pequeña prisión de montaña tampoco le hubiera servido de nada. Se recolocó sus gafas de pasta negra mientras despedía al muchacho y le miró sus pantalones vaqueros caídos que dejaban asomar sus calzoncillos rayados. Tenía un buen culo, pensó. Por un instante sintió que una pequeña oleada de calor que subía hasta sus mejillas, puso sus frías palmas sobre ellas y poco a poco su temperatura descendió.<br /><br />Comenzó a abrir los paquetes de medicamentos y colocó cada medicina en el sitio correspondiente: antiinflamatorios y antitérmicos a la derecha, antibióticos en la vitrina de la izquierda, los productos de parafarmacia en la vitrina central y los preservativos en la mesa acristalada que hacía de mostrador. Ese siempre era el mejor sitio para cuando venía algún mozo que había pillado a alguna muchacha para llevársela al huerto esa noche. Ojalá en vez de venderlos los usara, pensó con resignación. Sólo le quedaba el consuelo diario del onanismo bajo las frías sábanas de su cama. Sabía cual había sido su problema desde que era una chiquilla, su tremenda timidez, su imposibilidad de hablar con los hombres y mostrar cómo era. Odiaba su timidez tanto que se sentía capaz de vender su alma al diablo con tal de que se la quitara.<br /><br /></span>Aquella fría mañana de otoño parecía que no quería acercarse nadie a comprar. Posiblemente en unos días los fríos provocarían el inicio de los primeros catarros y ella se hartaría de vender antigripales. Miró la calle a través de su escaparate y vio que por fin el local que había estado en obras durante dos meses abría sus puertas. Era una completa insensatez poner un herbolario en aquel pueblo y más cuando iba a tener como vecina y rival una farmacia. Matilde no creía ni en ungüentos ni en magias y menos en aquellos hierbajos que pretendían vender. Miró al hombre que una y otra vez salía de la tienda observando el aspecto de su escaparate. Era alto y delgado, de tez blanca y poco pelo. Tenía unas espectaculares entradas, su inicio era su frente y su fin prácticamente su nuca. Por un instante, el hombre se dio la vuelta y sorprendentemente caminó en dirección a la puerta de su farmacia. Matilde se colocó de inmediato tras el mostrador y simuló actividad.<br /><span style="color:#33ffff;">-¡Buenos días!</span> –Dijo con una inusitada alegría su nuevo vecino- <span style="color:#33ffff;">Soy Domingo, el dueño del herbolario. Quería presentarme antes de abrir, hoy es mi primer día.<br /></span><span style="color:#ff99ff;">-¿Qué tal?-</span> dijo Matilde con una media sonrisa intentando concentrarse en no dejar a relucir su timidez. Domingo chocó su mano con la suya y le pareció suave y firme, tenía los dedos largos y cálidos. Un perfume de incienso empapó sus fosas nasales y sintió por un instante un relajante bienestar.<br /><br />Domingo hablaba sin prisas y miraba sus ojos sin apenas parpadear, le resultaba tremendamente inquietante, era como si quisiera escudriñar cada uno de los recovecos de su alma. Mientras hablaba y preguntaba a Matilde sobre el pueblo, tocaba su brazo de forma algo intimidatoria para lo que ella estaba acostumbrada, mostrándole la seguridad de la que ella carecía. Matilde contestaba con frases cortas y a pesar de que pretendía ser lo más cortés posible, sentía que estaba siendo tan seca como alguno de los habitantes de aquel pueblo cuando no tenían ganas de hablar con nadie. Al final, todo se pega, hasta la forma de ser de todo un pueblo.<br /><br />Domingo le volvió a dar la mano a modo de despedida y cuando ya estaba a punto de irse, paró y dio media vuelta.<br /><span style="color:#33ffff;">-Se me olvidaba: ¿me puedes dar una caja de aspirinas?</span><br /><span style="color:#ff99ff;">-¿Un hombre dedicado al negocio de las hierbas y usa química para el dolor? Es un poco difícil de entender</span>-dijo ella.<br /><span style="color:#33ffff;">-No, no, son para mis flores, yo no tomo esas cosas-</span>contestó sonriendo él-<span style="color:#33ffff;">Dime cuanto es.<br /></span><span style="color:#ff99ff;">-Nada, son un regalo de la casa</span>-dijo Matilde sorprendiéndose a sí misma por su amabilidad.<br /><span style="color:#33ffff;">-Muchas gracias, pero espera un momento... Un regalo se merece otro.</span><br /><br />Domingo salió corriendo de la farmacia en dirección a su tienda. Matilde se puso de puntillas intentando ver lo que hacía en el interior y al cabo de dos minutos le vio salir de nuevo. Entró en la farmacia y depositó sobre su mano una pequeña bolsa de plástico transparente con media docena de pastillas de color rojo.<br /><span style="color:#ff99ff;">-¿Qué es esto?</span> –Dijo ella extrañada.<br /><span style="color:#33ffff;">-Son completamente inofensivas, tranquila. Tómate una cada vez que dudes de tus decisiones o pretendas conseguir algo</span>-dijo Domingo con cierta dosis de misterio y una pícara sonrisa.<br /><br /><span style="color:#ff9900;">Domingo salió de la farmacia y ella se quedó mirando aquellas extrañas pastillas. Su tamaño era considerable y no tenían brillo. Como ferviente seguidora de la medicina alopática, dudaba de cualquier cosa que no procediera de un laboratorio, las guardó en un cajón y continuó ordenando los medicamentos que aún faltaban por colocar.<br /><br />No se volvió a acordar de aquellas pastillas, pero sí de su vecino, al que observaba día tras día a través del cristal. Lo cierto es que sus predicciones se habían cumplido y apenas entraba gente a su interior. Le daba algo de lástima que no pudiera ganar lo suficiente para poderse establecer allí y acabara yéndose. Era el primer hombre en mucho tiempo que la había mirado de forma distinta, ella misma se había notado diferente al verse reflejada en las pupilas de Domingo.<br /><br />Aquella mañana se sentía inquieta, paseaba por la farmacia colocando lo ya colocado y miraba tras el escaparate deseando que Domingo volviera a su farmacia, unas tiritas, algodón, cualquier cosa que pudiera necesitar y que él no tuviera. Dudaba si entrar a su herbolario y preguntarle si necesitaba algo, pero no era capaz de decidirse. Aquella duda y las palabras de Domingo le llevaron a las misteriosas pastillas que le había dejado días atrás. No tenía ni idea de su composición pero una repentina fe ciega en sus palabras hicieron que se tomara una. Necesitó agua para que pasara del todo, era contundentemente grande. No sintió nada, no ocurrieron extraños milagros y todo siguió igual.<br /><br /></span>No fue hasta que pasaron quince minutos cuando comenzó a sentir una extraña sensación de seguridad. Percibió su cuerpo más sensual que nunca, su rostro más atractivo, y su deseo, más despierto. A pesar de todo, no se sentía con el valor suficiente de ir al herbolario y entablar una conversación con su dueño. Palpó su cuerpo a través de la bata y sintió su calor. Desabrochó su falda y la dejó sobre una silla, notaba cierto alivio, pero no lo suficiente, de espaldas al mostrador se quitó los botones de su bata, la bajó hasta la altura de su cintura atando con las mangas un nudo a su alrededor y se deshizo de su blusa, volviéndose a recolocar la bata sobre su ropa interior. Se sorprendió de la maravillosa sensación que le proporcionaba la frescura de la tela de su bata sobre su piel y decidió que desde ese momento, no llevaría más la ropa de la calle bajo la bata.<br /><br />Miró de nuevo el herbolario y deseó que en ese momento entrara Domingo y con aquella profunda mirada, se diera cuenta de que tan sólo sus curvas vestían su cuerpo.<br /><br /><span style="color:#ff9900;">Pasados unos días, la necesidad de volver a ver a su vecino se hizo más imperiosa, más de una vez estuvo a punto de salir de la farmacia y olvidar su timidez, pero de nuevo, las dudas sobre sí misma sitiaron sus pretensiones. Esta vez fue directa hacia aquellas misteriosas pastillas, tomó una entre sus dedos y la tragó sin tanta dificultad como la primera. Esperó a que los extraños efectos de las mismas la poseyeran y de nuevo el calor se hizo su amo y señor, envolviéndola de forma más claustrofóbica. Acarició su cuerpo desnudo bajo la bata y sintió que cada caricia apaciguaba poco a poco sus ardores. Resbaló sus dedos por el antebrazo, después bajó hasta sus muslos, dibujó con sus dedos pequeños círculos cada vez más cercanos a su sexo, hasta que se encontró con él bajo sus bragas. Mientras acariciaba trémula sus labios mayores miraba el herbolario suplicando que viniera a verla, que la sentara sobre la mesa y que la estrechara hasta perderse en su cuerpo. Súbitamente, la abuela María entró ruidosamente en la farmacia y tuvo que parar. La atmósfera de sensualidad y necesidad de gozar en la que había caído desapareció en un segundo, lo que tardó aquella anciana mujer a la que todos llamaban cariñosamente “abuela” por ser la más longeva del lugar, en dar los buenos días y pedir algo para el lumbago.</span></span></div><div align="justify"><span style="color:#33ff33;"><span style="color:#ff9900;"><br />Matilde desconectó unos días de su mundo, del pueblo, de su farmacia y de Domingo y su herbolario. Tanto le había insistido su amiga Mariví, que tenía un pequeño apartamento en la costa de que pasara el largo puente con ella, que al final decidió aceptar. El aire del mar le renovó por dentro y por fuera y volvió con un espíritu nuevo. Le sorprendió la grata sensación de encontrarse de nuevo en el pueblo, ya no le parecía tan inhóspito y cerrado. La primera mañana tras el descanso no dejó de pensar y dudar sobre si ir a verle o no. Necesitaba más valor para perder toda una vida de recatada timidez, su virginidad la ataba a aquellas paredes como un cruel torturador, pero su deseo se iba haciendo más fuerte e intenso cada vez que tomaba aquellas pastillas, así que cogió las cuatro pastillas que quedaban y con un gran vaso de agua se las tragó. Los efectos esta vez no se hicieron esperar, era fuego, necesidad absoluta de sexo, de gozar y de perder por fin aquella virginidad que tanto la ofuscaba. Con tan sólo la bata como vestimenta abrió decidida la puerta de la farmacia y caminó hasta el herbolario. Aún sentía algo de temblor en sus dedos, pero no resultó suficiente para impedirle entrar dentro. Domingo estaba sentado en ese momento leyendo una revista y sonrió cuando vio entrar a su recatada vecina con el pelo suelto, sin gafas, intuía que sin ropa y con una mirada de deseo que reconoció nada más verla.<br /></span><br />Matilde estaba desatada, actuaba como si estuviera en un sueño y no pudiera despertar. Se acercó hasta Domingo y como si lo hubiera hecho toda su vida, fue deshojando la margarita que la cubría hasta quedarse desnuda de pétalos, ofreciéndole su piel desnuda. Él se levantó y comenzó a besar su cuerpo desnudo, lamió su cuello y notó en él un cierto olor a botica que le recordó los jarabes de su infancia. Acarició su espalda y notó como Matilde la arqueaba de pura excitación. Cogió sus pechos y los masajeó mientras acercaba su lengua en punta y tamborileaba sobre sus pezones. Matilde estaba en una maravillosa nube de sublime placer, acariciaba los brazos de Domingo y le dejaba hacer completamente agradecida. El olor a incienso del lugar la incitaba a mostrarse más desinhibida, se vio a sí misma desde fuera desabrochando sus pantalones, sacando su miembro y acariciándolo entre sus dedos. Pero no era una imagen, realmente era ella. Era ella la que le estaba pidiendo que la penetrara, que la hiciera suya y la poseyera, la que acercó su boca a aquel grueso pene y lo lamió como si lo hubiera hecho siempre. Domingo agarró una de las piernas de Matilde y empujándola contra la mesa del mostrador la libró para siempre de su virginal estado. Matilde gemía placenteramente y disfrutaba de su cuerpo, que era suyo pero a veces era de otra, de aquel deseo desgarrador que se había apoderado de su interior y de esa súbita espontaneidad que no era típica de ella. Domingo empujaba su cuerpo contra el de la farmacéutica suavemente, sabía que era el primero en hacerlo, lo intuyó desde el principio, su estrechez arropaba cálidamente su miembro. Le perdía la gozosa sensación de abrir nuevas puertas en su camino, de ser el sereno de los cuerpos que habían extraviado las llaves de su placer.<br /><br /><span style="color:#ff9900;">Tras gozar, ambos se dejaron caer al suelo. Matilde simplemente musitó un “gracias por las pastillas, me tienes explicar cuáles son sus ingredientes” y él sonrió sin decirle nada mientras pensaba en los demostrados efectos beneficiosos de los placebos sobre las personas. No se había confundido al observar a Matilde la primera vez que la vio, era tal y como se había imaginado.<br /><br />Domingo volvió días más tarde por más aspirinas y en compensación por no ser cobrado regaló a su vecina otra bolsa de pastillas, en esta ocasión, de color verde, pero por si acaso tardaba tanto como la primera vez en entrar al herbolario le advirtió que era necesario tomar una cada día si quería notar algún efecto beneficioso.<br /></span><br /></span><br /></div><br /><object height="344" width="425"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/Uj6G1C6c0uw&hl=es&fs=1"><param name="allowFullScreen" value="true"><embed src="http://www.youtube.com/v/Uj6G1C6c0uw&hl=es&fs=1" type="application/x-shockwave-flash" allowfullscreen="true" width="425" height="344"></embed></object>Alice Carrollhttp://www.blogger.com/profile/02898316486550822840noreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-3806802466206563546.post-60697337210488619192008-08-23T08:09:00.005+02:002021-07-04T10:39:17.764+02:00El placer en tu piel<a href="http://www.lulu.com/content/3689991" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5237594617926016306" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJOjVj2isM3inz7xOGWykniZoQ6K3UwbzJZos3mcYC58xkGfJF6YHijMpAWE3VAgasCfhKMzn3FhW1DsCDssoViUcR9wLipjRAN0gNfO-4tXDcpeNH19XHmxRj6jae_gMUw7CqSebKvqg/s400/El+placer+en+tu+piel.jpg" style="cursor: pointer; display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center;" /></a>
<div style="text-align: justify;"><span style="color: #b4a7d6;"><span>Tras dos meses de ausencia vuelvo al blog con una pequeña sorpresa, mi nuevo libro titulado </span><a href="http://www.lulu.com/content/3689991">"<span>El placer en tu piel"</span></a><span>, una recopilación de 32 de mis mejores relatos, que incluyen algunos de los publicados en el blog y unos cuantos nuevos. El trabajo creo que ha merecido la pena, la intimidad de un libro leído en la cama es uno de los mayores placeres que existen, y más si su lectura nos puede traer excitantes sensaciones...</span></span>
</div><span style="color: #b4a7d6;"><span>Muchos besos.</span></span>Alice Carrollhttp://www.blogger.com/profile/02898316486550822840noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-3806802466206563546.post-35573061851183598782008-06-20T01:44:00.003+02:002021-07-04T10:39:39.279+02:00Tiempo de verano<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyi6mPNF_UqMW2DItZbDeY388m5gjMJ5lkRr6HFdgHxTbFUcrHxWhmi8TzV9y-bYEoHTxjErrQzZuks-vQoDQc425YkwuqaD5qhR_vzN5gWthgpuo5OUVw-Kdfcu_tzc_FoLs-c9_PXX4/s1600-h/Tiempo+de+verano.jpg" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5213742888945117954" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyi6mPNF_UqMW2DItZbDeY388m5gjMJ5lkRr6HFdgHxTbFUcrHxWhmi8TzV9y-bYEoHTxjErrQzZuks-vQoDQc425YkwuqaD5qhR_vzN5gWthgpuo5OUVw-Kdfcu_tzc_FoLs-c9_PXX4/s400/Tiempo+de+verano.jpg" style="cursor: pointer; display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center;" /></a> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="color: #b4a7d6;"><span>El verano me invita a la desidia, me dejo llevar por la maravillosa sensación que provoca en mi piel el calor del sol. Despierta mis sentidos, fluye caliente dentro de mí la sangre que, una y otra vez, recorre mi cuerpo desperezándome del largo invierno. Siento mi sexo más inquieto, más voluptuoso e impertinente, más necesitado si cabe. Demanda caricias, pasión y ardientes besos, igualar la temperatura de mi dermis a la del exterior. Me siento absorbida dentro de un ciclón de fogosidad, me paseo por la calle envuelta en dulces recuerdos de encuentros pasados, deseos de nuevas aventuras. La sensualidad dirige mis pasos, miradas furtivas de anónimos transeúntes revuelven mi pasión. Todo a mi alrededor emana un cálido aire que me confunde. Me acaricio con vehemencia, me lo pide mi piel, subo ligeramente mi vestido y me concentro en el cosquilleo que sienten mis muslos al posar mis dedos en ellos. Cierro los ojos, escondida tras las gafas de sol e inspiro profundamente acaparando en mi interior un pedazo del verano que comienza. Mi deseo se transparenta en mis gestos, coqueteo ajena a cualquier comentario. Nada me importa más en estos momentos que olvidarme del cuerpo abandonándolo en manos de otro cuerpo, el de mi amante. Noto como perfila el verano en mis curvas, su cálido aliento se confunde con el de la leve brisa que despeina mi cabello, sus manos calientes posadas en mi piel son una invitación a olvidarse del tiempo para simplemente gozar, no hay prisa, tan sólo el frenético cabalgar sobre él llegando al orgasmo me hace ansiosa e impaciente. El sol se cuela por los orificios de la persiana, vistiendo extrañamente nuestros cuerpos enlazados tras la pasión. Besos silenciosos, caricias cansinas preliminares del dulce sueño que nos arropa. Es tiempo de verano.<o:p></o:p></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="color: #b4a7d6;"><span><o:p> </o:p></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-style: italic; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="color: #b4a7d6;"><span>Olvidamos la rutina y damos un descanso veraniego a mis cuentos en el blog. Una pausa para ordenar el caos de papeles, relatos y pasiones que acumulo a estas alturas. Mientras tanto, os dejo en buenas manos, las que podéis encontrar en los enlaces y en especial, y actuando a modo de madrina, las de mi amiga Margarita Ventura y su nuevo blog, envuelto de exquisita sensualidad: <a href="http://erotikmente.blogspot.com/">Eroti-k-mente</a><o:p></o:p></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%; font-style: italic;">Feliz verano y prometo que mi ausencia se verá salpicada por algún que otro cuento que os sorprenda. Besos a todos.</span></span><o:p></o:p></span></p> <br /><br /><object height="344" width="425"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/ApiOuBegj2g&hl=en" /><embed height="344" src="http://www.youtube.com/v/ApiOuBegj2g&hl=en" type="application/x-shockwave-flash" width="425"></embed></object>Alice Carrollhttp://www.blogger.com/profile/02898316486550822840noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-3806802466206563546.post-90180902220378193692008-06-07T08:55:00.005+02:002021-07-04T10:39:59.800+02:00Los deberes de Mario IX: Juegos de parejas<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibkUw80ItHmhk_9J4Ia7MmblHR_hkOcZkHQbsySyCOoPl3wj9ZLrH9tZtprgGt1GOGTulTbEHJxHs2loGvm2RqW6x3cmh7egJEHlpeXUOwJt71-dh01rzSYI1i5PYdDyhuH46dGvH0iJo/s1600-h/P1020836f.JPG" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5209029960446887570" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibkUw80ItHmhk_9J4Ia7MmblHR_hkOcZkHQbsySyCOoPl3wj9ZLrH9tZtprgGt1GOGTulTbEHJxHs2loGvm2RqW6x3cmh7egJEHlpeXUOwJt71-dh01rzSYI1i5PYdDyhuH46dGvH0iJo/s400/P1020836f.JPG" style="cursor: pointer; display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center;" /></a> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="font-family: "; font-size: 12;"><span> </span><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-family: georgia; font-size: 100%;">Sabía que era una mala idea. Su intuición se lo repetía de forma machacona; su corazón, exageradamente fuera de control, parecía ratificarlo y su cabeza no cesaba de dar vueltas a la misma idea. Todo ello contribuía a llenar de dudas a Alicia que, en silencio en el asiento del copiloto, observaba a Mario de reojo, intentando adivinar si sentía lo mismo que ella en esos momentos.<o:p></o:p></span></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%;"><o:p> </o:p></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%;"><span> </span>Mario conducía sin prisa, tranquilo. Era de madrugada, las calles estaban inusualmente desiertas a pesar de ser sábado, pero el mal tiempo y las lluvias fuera de lugar habían hecho desistir a gran parte de la población a salir de juerga. El asfalto mojado, brillaba iluminado por los faros del vehículo. En ese momento ya no llovía, pero el olor a humedad era tan intenso, que a veces Alicia sentía cierto ahogo. Aunque ella no lo quisiera reconocer, el nudo que atenazaba su garganta nada tenía que ver con las adversas condiciones climáticas, sino con la proposición que Mario le hiciera una semana atrás y que había aceptado sin pensar demasiado que tras siete días, tendría que cumplir con su palabra.<o:p></o:p></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%;"><o:p> </o:p></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%;"><span> </span><span>Pero ahora se arrepentía de haber sido tan solícita ante la pregunta de Mario. Tenía el típico miedo a lo desconocido, a no saber estar a la altura, al momento posterior. Alicia se frotó los dedos entre sí, los notaba algo húmedos, los nervios le estaban jugando una mala pasada. Se ajustó el vestido rojo al cuerpo, intentando apartar el molesto cinturón de seguridad que, alerta ante su brusco movimiento se había bloqueado oprimiéndola hasta casi dejarla sin respiración. Tras una tregua entre el artefacto y ella pudo destensarlo, pudiendo por fin proseguir con la tarea interrumpida. Ajustó sus pechos dentro de la tela de modo que éstos quedaran firmemente encajados en el ceñido escote. Apenas un milímetro más y la sonrosada aureola de aquellos quedaría a la vista. Fue en ese instante cuando aprovechando un semáforo en rojo, Mario la miró y sonriendo, alcanzó con su mano derecha las piernas de Alicia, despreciando su vestido para acariciar directamente su piel. Deslizó las manos hasta sus muslos y ella, como un gesto reflejo, abrió sus piernas, invitando a Mario a que siguiera su camino. Pero inoportunamente el semáforo tornó a verde y el incesante y molesto claxon del vehículo que se ubicaba tras ellos sacó a Mario de su ensimismamiento que, con un claro gesto de fastidio, prosiguió la marcha.</span> <o:p></o:p></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%;"><o:p> </o:p></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%;"><span> </span><span>Alicia se podía imaginar con todo tipo de detalles, cómo sería el exterior del local. No tenía que ser muy distinto a la multitud de clubs nocturnos que poblaban las carreteras de salida de la ciudad. Luces de neón aseguradas, una fachada avejentada por la contaminación de los coches que pasaban a su lado, ventanas discretamente cerradas en las que como mucho se podría ver alguna cortina de tonos vivos; entrada pobremente asfaltada, a la que llegaban los vehículos de los clientes tras dejar a su paso una polvorienta estela. Así como iba coloreando el exterior del club al que acudían esa noche, iba apartando de su imaginación cómo podría ser su interior. No quería pensar en ello, era acercarse demasiado, aún le quedaban unos minutos para echarse atrás, decir a Mario que dieran media vuelta y se alejaran de allí. Pero no era capaz de hacerlo, al contrario, parecía que sus labios se hubieran pegado por un extraño maleficio.</span></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%;"><o:p> </o:p></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%;"><span> </span>Alicia se sorprendió cuando Mario se adentró en uno de los mejores barrios de la ciudad. El paisaje de altos edificios grisáceos había desaparecido para dar paso a lujosas casas rodeadas de tupidos jardines. Mario detuvo su marcha al lado de un inmenso chalet de color amarillo pálido, luces blancas situadas en el suelo apuntaban a lo fachada, haciendo que brillara como si hubiera sido acariciada por los rayos del sol. Nada que ver con lo que ella se había imaginado.<o:p></o:p></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%;"><o:p> </o:p></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%;"><span> </span><span>Bajaron del coche y llamaron al videoportero. De inmediato, un hombre vestido de traje oscuro salió de la casa y acercándose a ellos, les pidió que se identificaran. Tras mirar una hoja en la que Alicia pudo ver subrayados algunos nombres, les dejó pasar. Nadie podía entrar sin una previa invitación.</span><o:p></o:p></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%;"><span> </span><span>Alicia, al entrar, miró con sorpresa la piscina ovalada que había en medio de lo que podía ser el antiguo salón de la casa. En ella, desnudos, se bañaban cuatro personas. La sala estaba azulejada de color verde y sillones blancos rodeaban el recinto de agua. Una música suave sonaba de fondo y el olor a cloro solapaba el de tabaco.</span></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%;"><o:p> </o:p></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%;"><span> </span>Hasta ellos se acercó una esbelta mujer de cabello rubio y abundantes pechos que saludó a Mario con cierta familiaridad que a Alicia no le pasó desapercibida. Intentó no pensar con quién podría haber ido Mario a aquel lugar en anteriores ocasiones. La mujer, de nombre Mirela, les invitó a hacer un recorrido por todo el club, mientras comentaba a ambos las reglas por las que se regía el mismo.<o:p></o:p></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%;"><o:p> </o:p></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%;"><span> </span>Los tres subieron por unas escaleras de mármol a la primera planta. Los halógenos iluminaban los cuadros que había colocados en la pared: acuarelas de dibujos de parejas haciendo el amor y retratos de mujeres en sugerentes posiciones. Esta planta era lo más parecida a un bar que había allí: numerosas mesas redondas de pequeño tamaño y multitud de sofás y sillones negros para proporcionar comodidad a los clientes. Ese era el primer punto para los nuevos visitantes, donde se establecían los contactos y se insinuaban proposiciones. La escasa iluminación de tonos anaranjados le añadía una calidez especial. Alicia miró disimuladamente a su alrededor, había una docena de supuestas parejas que no parecían haberse inmutado ante su llegada.<o:p></o:p></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%;"><o:p> </o:p></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%;"><span>Siguieron subiendo por la ancha escalera hasta la segunda planta, donde se adivinaba ya el tipo del local del que se trataba: numerosos colchones recubiertos de impecables sábanas blancas cubrían casi todo el suelo. A Alicia le llamó la atención la cantidad de expendedores de pañuelos de papel y toallitas clavados en la pared. En ese momento no había nadie, pero según Mirela y guiñando un ojo, comentó que no tardaría en llenarse. Mirela se despidió de ellos y Mario, agarrando a Alicia del brazo la llevó hasta el ático, del que Mirela parecía haberse olvidado a propósito. Mario demostraba una sospechosa seguridad, la misma de la que carecía Alicia, que notaba como, a medida que iba subiendo los peldaños, iba apareciendo en ella el temor a lo desconocido.</span><o:p></o:p></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%;"><o:p> </o:p></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%;"><span> </span><span>El ático, llamado también “el cuarto oscuro” según rezaba nada más subir a él, carecía de luz, Alicia no era capaz de percibir más que la figura recortada de Mario que, acercándose a ella, comenzó a besarla apasionadamente, mostrando una gran excitación. Amasó los pechos de Alicia que de inmediato despreciaron el lugar donde cuidadosamente los había colocado tan sólo hace unos minutos y asomaron despreocupados por encima de su escote. Resbaló una mano por debajo de su vestido y sobó sus glúteos, pellizcándolos entre sus dedos. Alicia intentó abstraerse del lugar en el que estaban y se centró en su amante, abrazándole, acariciando su torso hasta llegar a tocar el abultamiento que se palpaba por encima de los pantalones. Lentamente, Alicia comenzó a desnudar a su amante, la ausencia de luz más que un obstáculo, suponía un aliciente para avivar su excitación. Botón a botón, fue despojando a Mario de su camisa, besando la piel que iba sintiendo bajo sus dedos. Tras desabrochar sus pantalones y caer al suelo, ayudó a Mario a desprenderse de ellos, inclinando su cuerpo para bajarle, no sin cierta ritualidad, sus calzoncillos. Buscó con la lengua su pene desnudo, lo lamió una y otra vez, se lo metió en la boca de forma repetida hasta que lo humedeció intensamente. Mario agarró a Alicia de los brazos y la ayudó a levantarse. Buscó apresuradamente la cremallera del vestido y la bajó con cierta ansiedad, quedando así Alicia, completamente desnuda.</span></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%;"><span> </span><o:p></o:p></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%;"><span> </span>Mario empujó a su amante, a la par que la iba besando,<span> </span>hasta las camas corridas que había ubicadas al lado de la pared, abrió sus piernas y agachándose sobre ella, le abrió delicadamente sus labios mayores para lamer su vulva, besó con sus carnosos labios su sexo hasta que por fin comenzó a sentir la plena excitación de Alicia en su boca.<o:p></o:p></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%;"><o:p> </o:p></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%;"><span> </span><span>Alicia, aferrándose a la sábana para no arrancar la piel a tiras de Mario con sus uñas, gemía sonoramente, olvidando por completo el motivo por el que se encontraban allí. Fue en ese momento de sumo placer cuando se dio cuenta de que no estaba solos. Mario, intuyendo que Alicia se había dado cuenta de ello, cesó sus movimientos y apartándose de ella, dejó que otro hombre que hasta ese momento había permanecido en completo silencio, tomara su lugar. Alicia estaba confusa, pero tan excitada, que sentía verdadera necesidad de tener sexo en ese momento, así que cuando aquel desconocido completamente empalmado, agarró sus brazos contra el colchón y sin más presentaciones, la penetró, ni rechistó, al contrario, sintió tal placer que un gemido desgarrador salió de su garganta. Aquel desconocido tenía un cuerpo atlético, perfecto, intuía sus músculos por sus rotundas e incesantes embestidas. A pesar del infinito goce del momento, pudo percibir a su lado a Mario, que a modo de espejo, follaba con una silenciosa mujer. Intentó que los celos se diluyeran para poder seguir disfrutando del momento. El hombre no tenía compasión por ella, ni un breve descanso que le permitiera cambiar de postura. Sostenía sus piernas en un perfecto ángulo recto y las agarraba tan firmemente, que sentía cierto cosquilleo en los dedos de los pies. Sintió que el miembro de aquel desconocido no estaba desnudo, el intenso roce del preservativo que lo cubría provocaba en su sexo a veces un molesto escozor.</span><o:p></o:p></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%;"><o:p> </o:p></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%;"><span> </span><span>Estaba exhausta, pero alerta a todo lo que pasaba a su alrededor. Allí había más gente, difícilmente podría Mario besar y acariciar su pecho izquierdo cuando precisamente se encontraba a su derecha y con una distancia lo suficientemente grande para que apenas pudiera rozarla. Había entrado en juego otro hombre acompañado de una mujer, y parecía excitarle sumamente tener dos a su alcance, dados sus gemidos tras comenzar a acariciar los pechos de Alicia. La presencia de aquellos dos hombres fue suficiente para que Alicia se precipitara en una amalgama de excitantes convulsiones. El hombre que tenía encima, no obstante, siguió por unos minutos, aplastó los pechos turgentes de Alicia hasta casi dejarla sin aire y tras un sonoro grito, eyaculó. </span><span> </span><span>Fue en ese instante cuando sintió que una mano femenina conducía la suya hasta el miembro del segundo hombre, instándole a acariciárselo, mientras la misma mujer se desplazaba justamente hasta donde Mario estaba, pudiendo escuchar cómo le hacía a éste una ruidosa felación. La mujer que hasta ese momento había follado con Mario cambió éste por el hombre al que había dejado la primera, al que se subió y comenzó a cabalgar sobre él tras apartar la mano de Alicia, que obediente seguía masturbando al desconocido. Alicia, ya relajada, quería que todo terminara, no podía soportar ver a Mario follando con otra mujer y deseaba estar a solas con él.</span></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%;"><o:p> </o:p></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%;"><span> </span>Sus deseos parecían haber sido trasmitidos telepáticamente dado que Mario por fin terminó y tras unos minutos llevó a Alicia a un rincón del ático, dejando a las dos parejas continuar con los juegos. Mario la abrazó mientras intentaba averiguar cómo se encontraba tras la experiencia. Pero Alicia no dijo nada, se sentía muy confusa y algo incómoda por haber tenido que presenciar a su amante al lado de otra mujer. No obstante, la experiencia en aquella sala le había gustado más de lo que hubiera pensado y quién sabe si, ante una nueva propuesta de su amante, volvería a aceptar volver a aquel lugar.<o:p></o:p></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%;"><o:p> </o:p></span></span></p><span style="color: #b4a7d6;"> </span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><span style="color: #b4a7d6;"><span style="font-size: 100%;"><span> </span><span>La respuesta que se dio a sí misma al regresar a casa en el coche fue sí.</span></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify;"><br /><span style="font-family: "; font-size: 100%;"><span style="color: #ffff33;"></span><o:p></o:p></span></p> <span style="font-size: 100%;"><br /></span><br /><object height="344" width="425"><param name="movie" value="http://www.youtube.com/v/YDAwzyaV4qU&hl=en" /><embed height="344" src="http://www.youtube.com/v/YDAwzyaV4qU&hl=en" type="application/x-shockwave-flash" width="425"></embed></object>Alice Carrollhttp://www.blogger.com/profile/02898316486550822840noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-3806802466206563546.post-20334752255621347162008-06-04T09:23:00.006+02:002008-06-05T23:10:40.992+02:00Concurso de relatos eróticos Karma Sensual 4: Amores que matan" (2008)<div style="text-align: left;"><span style="color: rgb(255, 204, 255);font-size:130%;" ><em>Os dejo las bases del concurso KARMA SENSUAL 4: AMORES QUE MATAN y os animo a participar en el mismo. Creo que es de los concursos de relatos eróticos más interesantes que hay en la actualidad y que año tras año está consiguiendo consolidarse. Dado que participo como jurado, esta vez me abstengo de mandar relato alguno, pero creo que el tema de este año puede dar mucho juego. Os invito a mandar vuestros relatos a la dirección de correo que se adjunta en las bases: </em></span><a href="mailto:mkarmasensual3@friulinelweb.it"><span style="color: rgb(0, 204, 204);font-size:130%;" ><em>karmasensual3@friulinelweb.it</em></span></a><span style="color: rgb(255, 204, 255);font-size:130%;" ><em> , estaré encantada en su día de leerlos todos, igual que el resto de los miembros del jurado.</em></span></div><div align="justify"><em><span style="color: rgb(255, 204, 255);font-size:130%;" ></span></em></div><div align="justify"></div><div align="left"><span style="color: rgb(51, 255, 51);">Un poco de historia: este concurso fue “hecho en casa”, gracias a una primera idea de Sonia Aldama en el 2005, en la ex Lista de Escritura Creativa, quien propuso escribir acerca de los siete pecados capitales impulsada por un anterior debate-discusión desarrollado entre algunos miembros de dicha lista. Javier Muñoz y yo, Marta Roldán (Carmiña), decidimos expresarnos en forma conjunta sobre la Lujuria y, a medida que nuestro relato cobraba vida, surgió la necesidad de hacerlo público. Allí fue cuando Israel Benavidez propuso organizar un concurso de relatos eróticos.<br /><br /><span style="color: rgb(255, 153, 0);"><strong>Aquí tienen las bases</strong>:</span> (desde ya agradezco su difusión)<br /><br />1) Pueden participar solamente personas mayores de 18 años de edad, residentes en cualquier país del mundo. Prohibida la participación a los miembros del Jurado, pueden participar (siempre de forma anónima encubierta con seudónimo diverso) los ganadores incluidos en antologías “Karma sensual” de años anteriores a esta edición.<br /><br />2) Los relatos deberán estar escritos en español global, sin modismos territoriales, cumpliendo con un discreto y adecuado nivel erótico literario, no se aceptarán vulgaridades. No a la apología de la violencia sexual, no a la pornografía, no a la pedofilia ni a la prostitución.<br /><br />3) Se puede presentar una obra por persona, inédita, que no esté participando ni haya obtenido premios en otros concursos. El jurado de “Karma sensual” lleva adelante este concurso de buena fe, esperamos que los participantes cumplan con las bases o de lo contrario se hagan responsables de sus actos y las consecuencias de sus actos. Los derechos quedan en posesión del autor.<br /><br /><span style="color: rgb(255, 153, 0);">Tema: el erotismo. Subtema: “Amores que matan”. Para dar a conocer los ganadores el 31 de octubre en la noche de brujas.<br /></span><br />Participación gratuita.<br /><br />4) Extensión: mínima 50 líneas, máxima 100 líneas, a doble espacio, fuente: Arial 12. Firmar con seudónimo.<br /><br />5) Enviar solamente por e-mail a: <span style="color: rgb(204, 102, 204);">karmasensual4@friulinelweb.it</span> . Presentar los textos en el cuerpo del mensaje, firmados con seudónimo y, en archivo adjunto de Word, detallar los datos personales agregando indefectiblemente una copia del Documento de Identidad: nombre y apellido, dirección, país de procedencia y de residencia, número de teléfono, dirección de correo electrónico alternativo, página web personal o weblog y breve curriculum literario.<br /><br />Asunto obligatorio del e-mail: Concurso “Karma sensual4”y nombre del relato.<br /><br />6) Premio:<br /><br />- Publicación gratuita de una antología con los 12 mejores relatos a cargo de la editorial “El Taller del poeta” de Fernando Luis Pérez Poza, Pontevedra, España.<br /><br />- Diploma<br /><br />- Participación opcional como Jurado Ambulativo del concurso “Karma Sensual5 2009”.<br /><br />7) Fecha límite de cierre del concurso y recepción de trabajos: 15 de setiembre de 2008.<br /><br />8) Fecha límite para hacer público el fallo del jurado e informar personalmente a los ganadores: 31 de octubre de 2008.<br /><br />El resultado del concurso será publicado en la siguiente página web:<br /><br />www.friulinelweb.it/crearparaleer<br />Los seleccionados serán notificados por e-mail.<br /><br />9)Los textos no incluidos en la antología serán eliminados de nuestros archivos.<br />10)Cada autor que forme parte del libro de edición gratuita sólo deberá comprar, si lo desea, la cantidad de ejemplares que necesite directamente a la Editorial “El taller del poeta” con el 20% de descuento sobre el precio final por derecho de autor y beneficio de reventa.<br />11)Será competencia de cada autor integrante de la antología el hecho de organizar, si es su deseo, armar y llevar a cabo la presentación del libro donde, cuando y como quiera.<br />12) El libro será publicado en febrero de 2009, luego de las correcciones pertinentes al caso y con la autorización de los autores seleccionados.<br /><br /><span style="color: rgb(204, 51, 204);"><strong>Madrina:</strong> Sonia Aldama(España)<br /><br /><strong>Organizadora general:</strong> Marta Roldan (Italia)<br /><br /><strong>Jurado Estable:</strong> Israel Benavidez (Alemania), Fernando Lobaina (Canadá). Graciela Pucci (Argentina)<br /><strong>Jurado Ambulativo</strong> (cambiará cada año): Sara Veiras (España), Milena Wetto (Venezuela), Pilar Pedraza (Bolivia) y Alice Carroll (España).</span><br /><br />Pueden obtener datos sobre los integrantes del jurado:<br /><br />De Marta Roldan: Site: www.friulinelweb.it/crearparaleer<br /><br />Noticias literarias: http://noticiasliterarias.bitacoras.com<br />De Israel Benavidez: http://eltrotamundos.blogspot.com<br /><br />De Graciela Pucci: http://blog.iespana.es/literarte-revistadearteycultura<br /><br />http://librocuartodeespejos.blogspot.com<br /><br />De la editorial: Fernando Luis Pérez Poza www.eltallerdelpoeta.com<br />Los tres primeros seleccionados de cada año participarán como Jurado Ambulativo del año siguiente, por lo cual, este Jurado Ambulativo cambiará cada año .<br />14) Los autores ganadores, por participar en el concurso, ceden el derecho de publicar su obra seleccionada en el libro “Karma sensual4: Amores que matan” sin requerir remuneración alguna por tal publicación. De todas maneras los derechos quedan siempre en posesión del autor, indiscutiblemente.<br />15)La participación en este concurso presupone la aceptación de sus bases. Seguramente habrá cosas que no he dejado en claro, pueden comunicarse conmigo ante cualquier duda, especificando el asunto, a: roldan.marta@gmail.com<br />Gracias desde ya. </span></div><span style="color: rgb(51, 255, 51);"><div align="justify"><br />Marta Roldan. E-mail: fama@friulinelweb.it<br />Sitio: www.friulinelweb.it/crearparaleer<br />Noticias literarias: <a href="http://noticiasliterarias.bitacoras.com/">http://noticiasliterarias.bitacoras.com/</a> </div><div align="justify"><br /><span style="color: rgb(255, 153, 0);">Sara Veiras (España):</span> Nace en Montevideo el 28 de octubre de 1960. Ha cursado estudios de Literatura y Filosofía en Montevideo, y de Psicología y Psicoanálisis en Madrid. Obra inédita: Las fronteras de Eros (Novela). La pasión según ella (Libro de cuentos). Palabras de este mundo (Poesía). Invierno con mar (Poesía). CHRONIQUE: 13 heures (Poesía) Agosto 2006 3er premio “I Concurso de Monólogos” con Tristeza: Ciudad de Nava del Rey (Valladolid) Septiembre 2006 Finalista concurso “El verso digital” con Algo último: Jaén (www.publicatuslibros.com)Diciembre del 2006 Finalista concurso de cuentos “El país literario” con El viejo inmor(t)al: (www. elpaisliterario.com) </div><div align="justify"><br /><span style="color: rgb(255, 153, 0);">Milena Wetto (Venezuela):</span> Comunicadora Social egresada de la Universidad Católica Andrés Bello. Periodista, redactora y correctora de numerosas publicaciones empresariales y comerciales.Actualmente desempeño el cargo de Jefe de Redacción y Correctora de Textos para la revista Caribe Genuino, además de brindar asesoría redaccional a otras empresas y agencias de publicidad venezolanas. Lectora asidua, escritora eventual, apasionada del género erótico. </div><div align="justify"><br /><span style="color: rgb(255, 153, 0);">Pilar Pedraza (Bolivia):</span> Seis novelas publicadas, medalla de oro en poesía, Premio Adela Zamudio 2006, mención de cuento Alfaguara 2002, mención de cuento Premio Adela Zamudio 2007. Articulos de prensa en diarios de circulación nacional; conductora de TV- Programa "Conversando con Pilar", Canal 20 de Cochabamba. Miembro de Mesa Redonda Panamericana Cochabamba, Directora de Comunicación Asociación Cívica Molle, Directora de RR.PP. del PEN INTERNACIONAL CBBA. Representante del Comité Cívico Femenino de Cochabamba. Miembro del Club del Libro "Amado Nervo"<br /><br /><span style="color: rgb(255, 153, 0);">Alice Carroll (España):</span> www.alicecarroll.blogspot.com Libro de relatos eróticos “Alicia y sus pasiones”. Premios de relatos eróticos: -Premio Amantis: Por “Mi nuevo vecino” http://foro.amantis.net/about2006.html<br /><br />-Premio Unisexsida de la Universidad Jaume I de Castellón: Por Graciela” (http://www.unisexsida.uji.es/)<br /></div></span>Alice Carrollhttp://www.blogger.com/profile/02898316486550822840noreply@blogger.com2