martes, 26 de febrero de 2008

La bella Helena

El relato "La bella Helena" cuyo enlace se encuentra en la sección "Otros de mis relatos en la red" en el lateral del blog, opta al Premio Amantis de este año. El ganador será elegido por votación popular. Si os gusta y os apetece votarlo podéis hacerlo en el enlace que os dejo a continuación, no olvidéis que tenéis que registraros antes en el foro de Amantis. El plazo de votaciones termina el 30 de marzo. Muchas gracias!!!! VOTAR RELATO


Era tremendamente atractiva, morena, de pelo liso y brillante y ojos como el azabache. Alta y esbelta, de pechos grandes, altivos y descarados. Demasiado joven para darse cuenta de su potencial aún sin explotar. Ni siquiera el novio con el que salía, era conocedor del diamante en bruto que tenía en sus manos. Yo sí me di cuenta, desde el primer día en que me crucé con ella en el ascensor. Vivíamos en la misma planta, yo, recién mudado y separado, renaciendo de las cenizas. Aventuras pasajeras más o menos continuadas, monógamo sucesivo y resabiado de amores eternos. Mis 45 años no me permitían ya el lujo de volverme a enamorar. Mi corazón se había blindado para protegerse de esas extrañas emociones que me quedaban ya tan lejanas.

Deseé a Helena desde ese primer día. Iba tiernamente agarrada de la mano de Luis, que así se llamaba el pavo con el que salía. Pantalones vaqueros de cintura baja, ombligo al aire y camiseta de tirantes. Soy un hombre sensible y fácilmente excitable. Al cerrar la puerta del ascensor, la desnudé con mi mirada y en el primer piso, mi mente ya la estaba poseyendo. Fue en el segundo piso cuando no pude reprimir una erección. Sentí celos de ese muchacho que iba a disfrutar del cuerpo de Helena, de ese cuerpo al que yo quería tocar, acariciar y poseer. Llegué a mi casa y desnudo en el baño, me masturbé de inmediato para aliviar mi angustia.

Casualidades de la vida. Me la encuentro en la discoteca con el pasmado de Luis. Baila de forma sensual, ajena al mundo, cierra los ojos y contonea sus caderas sin cesar. Baila bien, entonces, follará mejor, estoy convencido de ello.

Descubre mi presencia y se acerca sonriente a la barra donde estoy apostado yo, con un whisky en la mano. La tengo fría, es lo único en mi cuerpo que tengo así. Reímos, charlamos. La presencia de Luis, que hasta ese momento seguía bailando en la pista, hace que vuelva a la realidad. Me quedo solo de nuevo. Al llegar a casa estoy completamente borracho, me masturbo como puedo antes de derrumbarme en la cama.

Son las 8 de la tarde, estoy en mi casa, leo un rato, me levanto, me voy al ordenador a navegar, pongo la tele, me bebo una cerveza, vuelvo al sofá. Estoy nervioso, no sé el motivo. Miento, sí lo sé: llevo dos semanas sin follar. Me visto y voy de cacería.

Vuelvo a mi casa en compañía, no es una belleza pero tiene unas buenas tetas y un hermoso culo. Le arranco la ropa y sin mayores preámbulos, me la llevo al dormitorio y follamos en la cama. Vuelve la paz a mi cuerpo.

A la mañana siguiente, abro los ojos y me encuentro la caza aún dormida. Necesito mi soledad matutina, quiero que se largue de una vez, es más fea de lo que creía… Pongo una excusa: he de irme a casa de mi madre, se lo digo. Por fin solo.

Al día siguiente, me encuentro con Helena en el ascensor. Ojalá viviéramos en el piso 40 y no en el 4º. Hoy llega sola, sin el mastuerzo de su novio.

Tan sólo diez minutos después, llaman a mi puerta. Es Helena. Trae una carta que han metido en el buzón de sus padres, pero es mía. ¿Es una excusa? ¿Por qué no la ha metido sin más en el buzón? Insisto en que entre a mi casa ¿Mi coartada? Unos CD de música de los que le hablé el otro día. Duda, aunque me sorprende que no demasiado.

Se sienta en el sofá y le pongo una copa. La cargo sin querer ¿o no? Pongo una canción, busco otra, hablo sin parar, una melodía lleva a la otra, estamos bien, el tiempo pasa. Dejó un CD en el equipo de música y me siento a su lado, le miro a los ojos en silencio, acerco mis labios a los suyos y la beso. Se aparta y con un hilo de voz me pide que no siga. Lo intento de nuevo, su “no” era dubitativo, demasiado, no es tan inocente como quiere hacerme creer. El beso esta vez lo prolongo, me recreo en sus labios y siento como Helena me lo devuelve. ¡Bien! Lo sabía, lo intuía… Acaricio sus brazos y siento como su vello se endereza bruscamente. Beso su cuello, le susurro al oído cuánto la deseo. Dejo que el aliento de mis palabras penetre por su conducto auditivo y reacciona con un leve gemido. Lamo su escote, no encuentro resistencia, ella me abraza, me besa. Ya es mía.

Meso su pelo, resbala entre mis dedos. Acaricio su nuca y ataco sus pechos. Los he liberado de su dulce opresión. Cojo su mano y la llevo a mi lecho. Desabrocho su minifalda vaquera, que cae ruidosamente al suelo. Hago que se tumbe en la cama y, mientras me desnudo, sigue mis movimientos. Se incorpora y me ayuda a desabrochar mis pantalones. Está nerviosa, algo asustada por su atrevimiento o mejor, por su propia curiosidad que la ha llevado hasta aquí. A la par, está sumamente excitada, tanto como yo. Lo noto en su respiración, en el brillo de su piel, en sus labios trémulos.

Le quito sus bragas, confirman su excitación. Le pido que se tumbe, que no tenga prisa, que disfrute y que se deje llevar por mí. Recorro su piel con mis labios, visto su cuerpo con mi saliva, dejo que mi lengua juguetee con sus recovecos. Abro sus piernas y devoro su sexo con mis labios, sondeo el terreno, rozo su clítoris, la miro de soslayo. Investigo cada una de sus reacciones, aprendo sus lugares con mi boca. Ella se agarra a las sábanas, intenta no mover su pelvis y no atrapar mi cabeza entre sus muslos. Sus gemidos son más pronunciados. Hundo mi lengua en su cueva, aleteo con ella. Se apoya en sus codos y mira mis maniobras mientras me dice entre gemidos que se está volviendo loca de placer. Si aún no hemos empezado…

Araña las sábanas, sigo disfrutando de su sexo. Cada vez más húmeda, mi saliva se mezcla con sus fluidos, mis labios saben a ella. Extiendo con mis dedos todo ese néctar, dejo que su culo se impregne de ellos, aventuro un dedo en él, siente recelo, pero no pone resistencia, mi lengua en sus entrañas ha provocado ya hace tiempo su entera rendición. Un dedo en su trasero, mis labios succionando su clítoris y mi lengua entrando y saliendo buscando calor, provocan su primer orgasmo. Grita y se relaja. Me gusta ver su rostro en esos momentos, su pelo enredado, su piel brillante y su boca entreabierta. Más atractiva si cabe.

Pero no dejo que descanse más, sigo en su sexo, casi no tiene vello, apenas un triángulo coquetamente recortado. Vuelvo a zambullirme en los mares de su deseo, mi mástil requiere atenciones pero no es su momento. Mis dedos la penetran, la miro mientras empiezo una danza con ellos, suave, fuerte, lenta, rápida. La confundo, creo que ya duda donde están, ¿en su sexo? ¿En su culo? Ambos son atacados por mí, es muy sensible en ambas partes, se sorprende de ello…

Helena agarra las sábanas, no cesa de arañarlas, sube levemente su cabeza, dejando que su larga melena se eche hacia atrás. Manoseo sus pechos con una mano, son mis colinas de placer, ha sido tocarlos y sentir mi pene a punto de estallar. Mi propia excitación me hace más atrevido, le doy la vuelta, pongo sus nalgas en pompa. Tengo una perfecta visión de su culo semi abierto y de su sexo chorreante. Vuelvo a la carga, aumento la artillería dentro de su oscuro agujero, consigo meter tres dedos, parece no inmutarse, al contrario, le gusta. Froto su clítoris y dejo que los dedos de mi mano izquierda se acomoden en sus entrañas. Ella se mueve para buscar un mayor placer. Me gusta ver sus pechos moviéndose hacia delante y hacia atrás, al mismo ritmo que yo le castigo placenteramente con mis incursiones. No puedo resistirlo más, le doy la vuelta, cojo mi ariete y se lo meto hasta el fondo. Mi pene penetra sin resistencia, su calor interior me embriaga. Sube sus piernas y empujo mi miembro, al principio con suavidad, veo el placer relajado en su cara, bruscamente de nuevo, esta vez su goce provoca mayores gemidos. Mis manos arropan sus pechos, los mueven, tiro de sus pezones hasta que intuyo el dolor reflejado en su cara, pero me dice que le gusta. Los retuerzo, acerco mi boca y los muerdo. La embisto con toda mi fuerza y le arranco otro orgasmo.

Le doy la vuelta y subo su culo, lo quiero para mí y se lo digo. Es la primera vez, pero quiere que se lo folle. Escupo en él y zambullo mis dedos dentro, poco a poco, dejo que se vaya ensanchando, que se vaya haciendo a la nueva sensación de ser penetrado. Los muevo en círculos, los meto y los saco. Ella se masturba mientras tanto y vuelve a tener otro orgasmo.

Acerco mi pene e intento meterlo en terreno virgen, tan sólo el glande parece tener el privilegio de conocerlo por primera vez, empujo con suavidad. Le pido que se toque. Vuelvo a intentarlo, su excitación hace que se relaje y consigo introducirlo arrancando de su boca un grito de dolor. Pero ya está dentro, sigo empujando, lentamente, se va acostumbrando a los nuevos placeres. Me gustan sus nalgas, perfectas, redondas y mías. Le propino un azote en ellas y dejo que pierdan su palidez habitual. Helena me pide más. Ha pasado de ser mi dulce vecina a mi salvaje amante. Tiro de su pelo con una mano, lo tenso hasta que tiene que levantar la cabeza, me siento como un jinete domando a su bravía montura. Vuelvo a azotarla con mi mano y gime con desesperación. Mi pene cada vez empuja con más fuerza su culo, ya habituado a la anchura, ya mío por entero. Dejo su pelo y hunde su rostro contra las sábanas, estamos atravesados en la cama, su cara sobresale de ella y la única visión que puede tener es la de las baldosas del suelo de mi dormitorio. Se corre de nuevo, yo me vuelvo loco, siento una corriente fluyendo en el interior de mi sexo y una explosión de semen sale de mi verga ahogando sus entrañas. Dejo que mi cuerpo descanse sobre ella, aún sigo en su interior.

Saco mi pene agotado y la beso. Se arrima tiernamente a mí y me abraza. Confiesa que jamás había sentido tal placer con nadie. Lo sé, respondo chulesco.

Cuando se va y me acuesto, puedo sentir el olor de la batalla en mi cama, las sábanas arrugadas, algunos cabellos arrancados por mi lujuria incontenible. Duermo de un tirón.

Al día siguiente viene a mi casa, me dice que ha sido una locura, que tiene novio, que no sabe qué le pasó, que no se volverá a repetir porque le quiere. No intento insistir, lo acepto. La invito a una copa como despedida final. Hablamos, nos reímos y, sorpresivamente, me besa apasionadamente, dice que me desea, se deshace de su ropa y yo de la mía, acerca sus labios a mi miembro, lo introduce en su boca, es acogedora, caliente y mi erección es fulminante. No hay música, no hace falta, me gusta la música que sale de sus labios cuando mete y saca mi miembro. Lo hace bien, intenta comérselo entero y a veces, llego a tocar con mis huevos su barbilla. La atraigo hacia el sofá, me tumbo encima de ella e inmovilizo sus brazos con mis manos mientras la embisto salvajemente. Ella quiere que sea contundente y yo intento romperle las entrañas de placer. Tiene un orgasmo, le sigue otro y yo le digo que me gusta que sea tan zorra. Le gusta el juego, más de lo que ella había imaginado nunca. Esta vez, me derramo pronto.

Vuelve a su casa y yo me quedo solo. Helena viene a verme a mi casa de vez en cuando, furtivamente. Sigue con el necio de su novio. Me molesta que siga con él, pero no le digo nada, yo no lo puedo prometer el amor eterno que le promete Luis. Sé que me quiere, pero calla, tiene miedo de mi respuesta. No sé cuanto tiempo estaremos en esta situación, sé que le incomoda estar así, que le gustaría que de mi boca salieran sólo unas palabras, no puedo. Yo no quiero pensar que todo se acabará, pero cada vez presiento más cerca el final…
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3 comentarios:

Lydia dijo...

Una vez más me adentré en tu historia... siempre con ese toque tan personal en que lo envuelves todo y esta vez además de la pasión has metido grades dosis de romanticismo...

noemi dijo...

yo fui la 1ª en votar, el 1r voto fue para tí y seguro k este año vuelves a ganar...
**babydoll**

Alice Carroll dijo...

Gracias Lydia por tus palabras y gracias por tu voto Noemi, tu relato es muy bueno. Suerte!
Besos.