lunes, 1 de agosto de 2011

Él último cliente

Eran las 8 menos cinco y Alice abrió la caja para hacer el balance diario. No había sido un día demasiado bueno, se notaba que el calor del mes de julio había hecho mella en las ganas de comprar de los viandantes, aunque no se podía engañar, la crisis económica había hecho descender sus ventas drásticamente. Menos mal que aún quedaba más de un caprichoso que no tenía problema en adquirir el último modelo del mercado. Si no hubiera sido por ellos, Alice tendría que haber cerrado su tienda hacía ya unos meses. Mesó su pelo rubio y respiró profundamente. Acababa de apagar el aire acondicionado y había dejado de sentir la caricia del aire fresco artificial en su rostro. Estaba realmente cansada, había dormido mal la noche anterior y lo único que deseaba era tumbarse para recuperar fuerzas. Había aprovechado el cierre de la tienda a las horas del mediodía para hacer la habitual compra semanal y no había podido descansar siquiera unos instantes, como hacía habitualmente tras el almuerzo. Cogió las llaves y se dirigió a la puerta para cerrar el local, sin embargo, un último cliente le sorprendió en su camino a la puerta. Guardó sus llaves en el bolsillo derecho de su minifalda turquesa y ella misma le abrió. -Estaba a punto de cerrar. –Sentenció Alice. -¿Puedo pasar? –Afirmó aquel hombre sin esperar respuesta, entrando directamente a la tienda. Para evitar que entraran nuevos e inesperados clientes, cerró la puerta del local, bajó la persiana veneciana hasta la mitad y volvió el cartel mostrando al exterior que la tienda ya estaba cerrada. Alice volvió al mostrador y el cliente comenzó a mirar detenidamente cada una de las vitrinas con los artículos que allí había expuestos. No estaba mal, pensó Alice, quizás se equivocaba, pero parecía tener más de cuarenta años, quizás incluso había alcanzado la cincuentena, pero su porte era atlético, tremendamente musculoso, pensó Alice. Se intuían sus pectorales bajo su camiseta azul oscura, su culo era estrecho y sus hombros anchos, su pelo era oscuro, casi negro y corto, apenas lucía un mechón canoso en la parte delantera de su cabeza. Sus labios eran prominentes y bien perfilados. Alice movió la cabeza para obligar a su mente a centrarse en su tarea. No le gustaba mezclar el trabajo con el placer, pero le comenzaba a resultar difícil, parecía que los últimos meses de sequía habían acentuado su libido. El onanismo reiterado no era la solución perfecta pese a todo, pensó por un instante. -¿Estaba buscando algo en concreto?- Preguntó Alice. -No, bueno, quería comprar algo tipo blackberry o un iphone.-Respondió el cliente. -Tenemos muchos modelos actualmente, la verdad es que ese tipo de teléfonos ahora lo lleva mucho la gente. Se han puesto de moda. Le mostraré algunos. Alice sacó sus llaves del bolsillo y abrió una de las vitrinas centrales. El hombre se aproximó y ella pudo apreciar su aroma. Llevaba un perfume caro, no tenía la menor duda. Podía notar el olor a almizcle, algo de sándalo y un pequeño toque de cítricos. Era excitante y lo agradeció. Estaba cansada de aquellos clientes que expedían mal olor, quizás a alguno de ellos le hubiera podido podía por el bochornoso calor imperante en la ciudad, pero otros hubieran debido ser quemados en la hoguera por falta de higiene. Cogió el móvil y Alice le fue mostrando a su cliente todas las propiedades con un entusiasmo estudiado. Conocía cada detalle de todos y cada uno de los aparatos que vendía. Era primordial familiarizarse con el producto antes de ofrecerlo en la tienda dado que muchos clientes venían con las lecciones aprendidas de Internet y pedían características muy determinadas. Alice sinceramente pensaba que jamás utilizarían la mitad de los recursos que sus aparatos ofrecían, pero eso daba igual, había que satisfacer a los clientes y lograr la venta. Había aprendido a ser coqueta y algo insinuante con los hombres maduros, a pecar de ingenuidad y dejar que las clientes femeninas pensaran que sabían más que ella, a ponerse del lado de los adolescentes y hablarles con su lenguaje. Hacía mucho tiempo que conocía y practicaba todos los trucos. Por eso se inclinó ligeramente sobre el mostrador mientras enseñaba el móvil a su cliente, para que su generoso escote de estilo francés mostrara su abundancia carnal, sus pechos lucían apretados uno contra otro sin que hubiera espacio siquiera para meter un bolígrafo. Ella también olía a perfume, pero no le gustaba abusar de él y embriagar a su clientela. Un ligero toque rosal era suficiente para que toda la tienda oliera suavemente a ella. Sintió la mirada del cliente enfocada en sus pechos y se sintió poderosa. El cliente le pidió que le enseñara otro de sus teléfonos, esta vez era uno de los más antiguos, ni siquiera tenía la pantalla táctil y se sorprendió por ello, no obstante, cuando se puso de puntillas para acceder a él comprendió que su cliente posiblemente quería observar sus largas piernas, podía sentir cómo contemplaba con detalle sus muslos torneados e incluso adivinó que incluso su escuálida tanga de encaje negro que tapaba tímidamente la línea que dividía sus muslos era objetivo de su mirada. Le explicó parcamente las características del teléfono y miró el reloj, eran las 8 y cinco. Comenzó a pensar que aquel hombre no le iba a comprar nada y simplemente venía a echar un vistazo. No obstante, su presencia le gustaba, sus miradas se cruzaron por un instante y Alice sintió inesperadamente un ligero estremecimiento entre sus piernas. Ya no sólo se mostraba insinuante, había pasado a coquetear descaradamente con él. Realmente hacía mucho que no sentía un hombre encima de su cuerpo. Parecía que su cliente estuviera sintiendo lo mismo que ella, no sólo su pícara mirada, sus acercamientos al mostrador hasta casi rozar sus cuerpos, su respiración algo agitada. ¿Se estaría equivocando? ¿Y si realmente era un ladrón que lo único que quería era robar la recaudación de su caja y unos cuantos teléfonos? ¿Y si lo que quería era arrancarla la blusa y forzarla? Sintió cierto calor entre sus piernas pensando en cada una de las posibilidades, y se sorprendió porque alguna de ellas no le molestaba en absoluto. Mientras le seguía mostrando más teléfonos se imaginaba a sí misma semi desnuda, en el suelo y atada mientras era poseída por su último cliente del día. Retiró las imágenes calenturientas de su mente para poder centrarse en su trabajo. Si hubiera sido otro quizás le hubiera mandado a paseo, era de los típicos clientes que no dejan de preguntar por uno y otro producto y no se deciden por nada. Pero éste…ese perfume la estaba semihipnotizando cual mago. El calor del local era ya notorio, Alice lo sintió como una bofetada en su nuca, su larga cabellera era en esos instantes un incordio así que cogió su cabello con una mano haciéndose con ella una coleta y lo movió para refrescarse. Decidió que debía ir guardando los teléfonos descartados y no alargar más su jornada de trabajo. Cogió tres de los teléfonos para guardarlos en la parte superior de la vitrina central y el hombre se acercó estrechamente a ella por detrás. Alice se quedó inmóvil esperando sus movimientos. Era el momento en que le sacaría un cuchillo o quizás una pistola. No quería morir tan joven, sin embargo, aquel hombre lo único que hizo fue cogerle los teléfonos para depositarlos él mismo en la vitrina. Su respiración se agitó y sintió cómo su pecho subía y bajaba con más celeridad, en parte por el miedo que había invadido su mente y en parte porque la cercanía le había excitado. Sin embargo sus pensamientos no estaban tan equivocados. El hombre apartó el pelo de Alice con sus dedos y rozó sus labios contra su cuello por un breve segundo, apartándose de inmediato, quizás esperando una respuesta negativa de ella. Pero Alice tan sólo emitió un breve gemido, permaneciendo en el sitio, deseando algo más que un leve roce. Hacía calor, demasiado calor, pero esa misma temperatura parecía subir la que surgía de su interior, de su deseo hace tiempo no saciado y de su hambre en mayúsculas de un hombre. El cliente acarició sus brazos y avanzó tímidamente hasta alcanzar sus pechos. El canal que los unía ahora estaba ligeramente sudoroso. Abarcó ambos pechos y apretó su pelvis contra las nalgas de Alice, ella se irguió, dejando que sus nalgas se mostraran ahora más protuberantes. Alice le apartó para sorpresa de él, sorpresa que fue aún mayor cuando vio que Alice se sentaba insinuante en el mostrador abriendo sus piernas. El hombre se acercó sin premura, reconoció todo el cuerpo de Alice sintiendo cómo se estremecía y sin más preámbulos le quitó sus bragas, guardándoselas en el bolsillo de sus pantalones. Alice observó con asombro ese pequeño detalle, no obstante, ahora lo único que le importaba era que se acercara más a ella. Necesitaba un contacto carnal sin demora o se moriría de deseo. No tuvo que decirle nada. El hombre bajó la cremallera de sus pantalones y dejó asomar su miembro viril completamente erecto, aliviado por ser liberado. Alice se dejó abrazar por aquel desconocido y ella misma se quitó la blusa con premura, estaba tremendamente sofocada. El cliente completó la tarea desprendiéndola del sostén y dejando a su libre albedrío aquellos grandes pechos. No tardó en sobarlos y hacer que sus pezones consiguieran ser tan puntiagudos como lanzas recién afiladas. Él cogió los pechos entre sus manos, hundió su cara en ellos, los mordió y besó reiteradamente haciendo que Alice sintiera un indescriptible placer. Su sexo estaba henchido y el cliente, adivinado la necesidad imperiosa de ella lo acarició con sus dedos, recorriendo su vulva y abriendo sus labios hasta internarse en su acalorada cavidad de carne. Alice apoyando sus manos en el mostrador, abrió sus piernas más aún y se deshizo de sus sandalias de estrecho tacón para poder agarrar entre sus piernas a su cliente. Cerró los ojos para disfrutar de las sensaciones, sin embargo, de repente notó algo templado y duro entre sus piernas, abrió sus ojos intentando adivinar lo que su cliente tenía entre manos, pero no lo fue capaz. Sin embargo el ruido y la vibración que sintió en su sexo le hizo por fin darse cuenta de lo que se trataba. El propio teléfono de aquel hombre se había convertido por arte de magia en un hábil consolador vibratorio. Sintió el cuerpo extraño rozando su culo, adentrándose entre sus nalgas, haciendo pequeños círculos en la abertura de su sexo que ahora se mostraba totalmente entregada. El hombre sabía lo que se hacía, masturbó a Alice de forma tal eficaz que le arrancó un orgasmo, haciendo que se mostrara aún más receptiva. La cogió de un brazo y la llevó hasta la parte de atrás del mostrador. Alice aún sentía los temblores de placer en su sexo, y aún no se sentía saciada. No habían más que comenzado. El cliente instó a Alice a agacharse invitando a Alice a comerse su verga. Ella accedió sin reparos y cogiendo el miembro del cliente entre sus manos lo engulló, lamiendo con su lengua la parte posterior y dejando que sus dientes se apoyaran ligera e intermitentemente en su parte anterior . Mientras la boca de Alice saboreaba rítmicamente el pene de su cliente, acarició sus testículos, achuchándolos de forma frecuente hasta hacerle gemir de placer. La temperatura del local era ya insoportable, no sólo en parte a la falta de aire acondicionado, sino también al terrible calor que ambos cuerpos desprendían. Alice se levantó, orgullosa, y sentándose de nuevo en el mostrador, abrió sus piernas impaciente de ser penetrada. El hombre, agarrando sus brazos se acercó a ella y con una embestida lenta y continua, la llenó por completo, soltando en ese instado un leve quejido de satisfacción. Alice sintió el miembro llenando su cuerpo por entero, echó su cabeza hacia atrás y cerró sus ojos mientras él, de pie, inclinado sobre ella, empujaba su cuerpo contra su sexo una y otra vez mientras mesaba sus húmedos pechos, rebosantes de diminutas gotas de sudor. El ritmo alternaba, a veces cansino y eterno y a veces alocado y frenético, volviendo completamente loca a Alice, que entregada al desconocido, sentía ya cómo le dolía su clítoris de excitación culminada. El hombre la embistió por última vez, sacó su miembro y arrodillándose sobre el mostrador, se derramó sobre los pechos de Alice, que, exhausta, aceptó aquella ducha inesperada. El cliente se recolocó las prendas y tras unos breves segundos, Alice intentó hacer lo mismo con las suyas, no obstante, recordó que le faltaban sus bragas. Le haría falta pasar por el servicio para poder salir de allí. Estaba pringosa y sudaba profusamente. -Realmente no me decido por ningún móvil.-Comentó él. -No importa-Contestó Alice-Puede venir otro día. -Lo haré.-Afirmó el cliente con una sonrisa en sus labios mientras Alice abría la puerta y dejaba que su último cliente se marchara. Alice volvió a cerrar la puerta y se dirigió al baño. Ahora si que necesitaba descansar. El día había sido realmente fructífero, aunque no lo hubiera sido monetariamente hablando…

23 comentarios:

moonlight dijo...

me alegra tenerte de nuevo por aquí!

Miss Lust dijo...

me encanta tu manera de escribir, como explicas cada detalle de lo que sucede...

Personal....Jesus dijo...

Me gusta como comentas tus relatos y la manera como los escribes y describes tu imaginación y creatividad no tiene límites para transportarnos a lugares muy remotos.
Saludos

Lilian dijo...

Me encanta la trama y como lo narras, es increible llegar a excitarse tanto con un buen relato escrito. Por cierto hay unos relatos hablados con tramas similares a este cuento que te hacen enloquecer, es en www.cuentoseroticosquemojan.com. Se los recomiendo.

Rocio Izquierdo dijo...

Me encanta como escribes, se lo recomendaré a todo el munda.
www.dskandalo.es

Rocio Izquierdo dijo...

Me encanta como escribes, acaba una excitada.
www.dskandalo.es

André dijo...

Me gusta como describes cada detalle que hace parecer cada uno de tus relatos totalmente diferentes, a pesar de tener casi siempre la misma trama.

fantasia y realidad dijo...

El erotismo y la sexualidad son tan necesarias que nos ayudan a hacer nuestra vida mas felz.te encontre por casualidad y me encanto como describes el deseo..

Anónimo dijo...

Me encantan tus historias!!! Yo también tengo un blog con historias reales te invito a que lo visites elsexodemivida.blogspot.com
Espero que te guste!

Erocuentos dijo...

Muy bueno este blog y muy bueno este relato. La vida esta llena de sorpresas y aunque en el sexo casi todo es predecible, en la vida pasan muchas cosas dignas de contarse. Lo compartire. gracias.
Erocuentos.

Maria Ramos Gomez dijo...

Hola yo también soy una chica liberal que desea hacer amistades en este mundillo de blogs eróticos. Te dejo mi dirección: mariaramos23.blogspot.com y espero recibir noticias tuyas. Un besito

Anónimo dijo...

me gusta tu blog, me da inspiracion te invito a leer el mio: www.erotik69.blogspot.com

MeL dijo...

Alice, no nos abandones tanto tiempo!

MeL dijo...

Alice, no nos abandones tanto tiempo!

Helena Lesen dijo...

Vaya sorpresa me he encontrado navegando sin ton ni son... impresionante, exquisito. Volveré con cada actualización ^_^

Humberto Urdaneta dijo...

Juguetes Eroticos

Narrador dijo...

¡Qué gran relato! ¡Me ha encantado!

Sara dijo...

Magníficas historias y muy bien narradas, me han gustado mucho. Yo también escribo algunas. Podéis verlas en http://unsecretodesara.blogspot.com.es/ Espero que os gusten.

Sara dijo...

Magníficas historias y muy bien narradas. Me han gustado mucho. Yo también escribo algunas, podéis encontrarlas en http://unsecretodesara.blogspot.com.es/
Espero que os gusten.

victoria eugenia canela dijo...

Un magnifico relato que me ha encantado.
Mis felicitaciones.
SALUDOS.

victoria eugenia canela dijo...

Un magnifico relato que me ha encantado.
Mis felicitaciones.
SALUDOS.

Unknown dijo...

Bien por Alice se nota su creatividad, es bueno saber que hay relatos eróticos que respetan la sexualidad y que no atentan contra la moral de las personas. Normalmente estos relatos sobre el erotismo se leen mucho por lo que tratan el tema del sexo, un tema que a la gran mayoría de las personas les atrae mucho.

Tienda erotica

Unknown dijo...
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