miércoles, 26 de noviembre de 2008

Los deberes de Mario X: Cena para tres

Cuando Alicia recibió la llamada de Mario explicándole que esa noche serían tres para cenar y no dos se quedó muy intrigada. Mario jamás le había presentado a ninguno de sus amigos, y le resultaba muy extraño que se arriesgara a dar a conocer la relación que ambos tenían y que intentaban permanecer oculta a toda costa. Mario había sido parco en palabras y no le había dado más explicaciones. Alicia pensó que para una noche que su pareja estaba fuera de la ciudad por motivos de trabajo y podía disfrutar de Mario en su casa con más tranquilidad que en otras ocasiones, no le hacía ninguna gracia tener una cena formal con alguien más. A pesar de todo, Alicia se esmeró en la cena, preparándola con antelación para disponer de más tiempo para prepararse convenientemente. En el baño, depiló su pubis con mimo, dejando tan sólo una estrecha franja de vello que guarecía la entrada a su sexo. Le encantaba sorprender a su amante con nueva lencería y para aquella noche se había comprado un sensual corpiño de delicado encaje color azabache. Observó el curioso remate en forma de espiral que unía las copas del sostén, lo acercó a su rostro y percibió la dulce fragancia que emanaba de él, olía a nuevo y le gustó. Se desnudó, y cogiendo una a una las prendas que esa noche vestiría se las fue poniendo lentamente. Observó en el espejo del dormitorio la diminuta tanga cubriendo con tacañería sus nalgas y la rozó mientras imaginaba el cuerpo de Mario sobre ella. El corpiño fue más costoso de poner, los dichosos corchetes se resistían y tuvo que aguantar la respiración una y otra vez para poder abrocharlos. Era sumamente estrecho y apenas podía respirar sin dificultad, pero su cuerpo lucía más insinuante que nunca. Aquella intensa apretura le excitaba, era el corpiño el que, como por arte de magia, avivaba su libido y le hacía estar preparada para pasar una apasionante noche con su amante. Mientras se daba los últimos retoques con el maquillaje, sonó el timbre y Alicia corrió rauda hacia la puerta de entrada. Al abrir, vio a Mario sonriendo y a su lado, a un hombre algo más bajo que él pero de sorprendente parecido con su amante. No quería descubrir sus cartas y trató a Mario como un amigo más, a pesar de que hubiera deseado darle un largo beso y sentir el calor de su cuerpo junto al suyo. Mario presentó a Jorge y a Alicia y ambos se dieron un cordial beso en la mejilla. Alicia sintió que Jorge demoraba sus labios sobre su piel mientras agarraba su cintura con bastante atrevimiento para no conocerse de nada. Este gesto le puso sobre alerta. Quizás Mario no había traído un amigo sino más bien un compañero de juegos en el lecho. Al pensar en ello sintió que su deseo se removía y que su tanga impoluta era la primera en percibirlo. Al darse la vuelta, Jorge se acercó a ella y le subió la cremallera del vestido que, descuidadamente, había olvidado abrocharse. Jorge se recreó en la grata labor mientras reposaba su mano izquierda sobre las nalgas de Alicia. Se estremeció con el contacto, le gustaba que un completo desconocido se excitara acariciando su cuerpo, ya fuera de forma furtiva en un autobús, o de forma notoria como en ese momento. Miró a Mario interrogante, buscando en su mirada el camino que debía tomar esa noche, pero el rostro de su amante no desvelaba las dudas que tenía sobre Jorge. Jorge y Mario se sentaron en la mesa redonda que Alicia había dispuesto para la ocasión y ésta depositó sobre la mesa los canapés que había preparado esa misma tarde. La conversación no fluía en el trío y Alicia optó por poner una suave música de fondo que llenase el incómodo silencio. Sin embargo, fue el vino el mejor aliado de la noche, el alcohol relajó a los tres, su forma de sentarse en torno a la mesa se suavizó y las risas se mezclaron con la música, ahora apenas audible. A la izquierda de Alicia se hallaba Jorge, que cada vez se manifestaba más cariñoso con el supuesto consentimiento de Mario, fiel observador de las reacciones de ella ante las frecuentes aproximaciones de su amigo. Alicia, no obstante, se sentía algo incómoda, le gustaba saber lo que Mario quería de ella, qué pretendía, aunque al ver que no ponía reparo en ver cómo su amigo se acercaba y le acariciaba el rostro mientras hablaba, optó por tomarse otra copa de vino y dejarse llevar por los efluvios alcohólicos y por el deseo. Sintió en el empeine de su pie derecho, los dedos desnudos del pie de Jorge, que cada vez se le notaba más embriagado. El invitado rozó el muslo izquierdo de Alicia con su pierna y resbaló una mano por debajo del vestido. Al notar cómo se acercaba, intentó apartarle, pero Mario cogió su muñeca adivinando sus intenciones y fue él mismo el que le instó a abrir las piernas, subiendo un poco más su vestido. Jorge no dudó un instante en manosear con descaro el interior de los muslos de su anfitriona, la miró con una media sonrisa y mientras mojaba vivamente su labio inferior con la lengua, introdujo los dedos bajo sus bragas y acarició su vulva. Alicia masticaba un trozo del pastel de carne que había preparado mientras, ensimismada, disfrutaba con el acercamiento de Jorge. Disimuló el gesto de placer aunque intuía que Mario se daba perfecta cuenta de lo que estaba pasando bajo la mesa, la conocía demasiado bien. Jorge hablaba mientras recorría su sexo con las yemas de los dedos, abriéndolo ligeramente para sentir la cálida humedad de su grieta. Notaba como poco a poco su sexo se hinchaba y humedecía su tanga. Jorge mojó los dedos en sus paredes internas, carnosas y prietas. Recorrió milímetro a milímetro su jugosa cavidad hasta que encontró un punto en el que Alicia parecía disfrutar más. Estaba tan concentrada en su placer que había perdido el apetito y deseaba que sus dos acompañantes terminaran de una vez para seguir jugando los tres. Ya no mostró reparo en gemir suavemente para que Mario supiera lo caliente que estaba y lo mucho que necesitaba tener un miembro o dos a su disposición. Sólo pensar que iba a ser poseída por dos hombres aquella noche era suficiente para que se excitara. Por un instante sus ojos se toparon con la foto que descansaba sobre la librería y en la cual abrazaba a su novio en la playa. Esta vez había olvidado quitarla de su vista, mirar a su pareja le hacía sentirse culpable de sus continuas infidelidades, pero era algo que no podía evitar. La pasión que sentía por Mario era algo animal, una salvaje atracción de la que no podía zafarse y en la que la razón tenía la partida perdida. Era de él y, pasase lo que pasase, era para siempre. Una cadena invisible la ataba a Mario y nadie podía remediarlo. Tras el postre, Alicia miró inútilmente a Mario buscando un gesto que diera un inicio oficial a la función. Fue Jorge el que se acercó a Alicia por detrás y, levantando su vestido, achuchó sus nalgas con una mano, usando la otra para atacar su pubis por delante. Volvió a mirar a Mario y le rogó en silencio que se acercara, pero Mario se sentó en el sofá y contempló entre divertido y excitado los movimientos de ambos. Jorge arrebató su tanga con relativa facilidad y la despojó de su vestido. Alicia quedó semi desnuda en medio del salón, su corpiño tras la cena la ceñía aún más y sentía que era esclava de aquella prenda de ropa que le incitaba a mostrarse más ardiente y fogosa que nunca. Jorge apretó la pelvis fuertemente contra sus nalgas y Alicia tuvo que posar sus manos sobre la mesa de centro para mantener el equilibrio, tarea nada fácil, sus altos zapatos de tacón, único complemento que acompañaba el corpiño, se lo ponían bastante difícil. Jorge se desnudó apresuradamente y acercando a Alicia hasta la puerta del salón, la empujó ligeramente contra ella mientras palpaba sus formas, resbalando sus manos desde los pechos hasta sus muslos. Alicia buscó a Mario y vio que éste, sorprendentemente, se había marchado de allí. Pensaba que Mario entraría en el juego antes o después, jamás pensó que simplemente le traía a alguien para pasar un buen rato mientras él se ausentaba. Miró a su alrededor y vio que su abrigo había desaparecido. La decepción y la rabia invadieron su interior y pensó que ya no le parecía tan buena idea follar con aquel desconocido sabiendo que Mario no participaría en los juegos. En ese instante, Jorge empotró su miembro dentro de su sexo y comenzó una serie de intensas sacudidas que hicieron olvidar a Alicia lo que hacía unos segundos pasaba por su cabeza. Era imposible pensar en nada más que en degustar las maravillosas sensaciones que le proporcionaba aquel amante que le había regalado Mario. Jorge alternaba sus incursiones de tal manera que algunas eran suaves y cadenciosas y producían en Alicia una especie de espera angustiosa deseando que pronto volvieran los rotundos embistes con los que se sentía completamente fuera de sí. Su glande rozaba frenéticamente su punto g una y otra vez y Alicia, no pudiendo aguantar más, se dejó llevar por las fuertes pulsiones que paralizaron intensamente su cuerpo. Jorge la cogió en brazos y agarrando sus muslos, le introdujo su carnoso miembro mientras Alicia se aferraba a sus brazos y se balanceaba en torno a su fuente de placer. Al llegar al dormitorio, Jorge se tumbó en la cama y pidió a Alicia que se tumbara sobre él. Alicia comenzó a galopar salvajemente sobre su montura, agitando su cuerpo hacia arriba y hacia abajo mientras movía sus caderas de forma circular para sentir en toda su intensidad el pene de Jorge. Cuando estaba de nuevo a punto de perder el control, el calor de un cuerpo sobre su espalda le alertó de la presencia de Mario, que al contrario de lo que ella había pensado, no se había marchado, tan sólo se había escondido, dejando libertad de movimientos a la pareja. Mario empujó a Alicia contra Jorge y pringando su culo con un oloroso aceite, la penetró lentamente. Alicia sentía que se desgarraba, pero poco a poco notó que ambos penes se amoldaban en su interior e incluso parecían complementarse, llenándola por completo. Era maravilloso sentir las embestidas de Jorge y las sacudidas que Mario le imprimía. Se estaba volviendo loca de placer. Justamente en ese momento, el teléfono sonó una y otra vez. La rítmica melodía, que se mezclaba con los ruidos que hacía el somier al moverse el terceto, no mentía, era su novio el que llamaba. Dudó entre coger el teléfono y no hacerlo, pero escogió lo primero para no levantarle sospechas. -Sí, sí, estoy en la cama ya. ¿Qué tal el viaje? A pesar de que Alicia pidió una tregua a sus compañeros de lecho, no se la otorgaron, al contrario, atacaron a Alicia con más ferocidad, divertidos por el mal rato que estaba pasando intentando disimular el intenso goce. -Yo también te quiero, te echo de menos, un beso. Al colgar, Alicia estalló en un fuerte orgasmo, lo había retenido tanto tiempo, que fue uno de los más intensos que había tenido en su vida. Jorge y Mario continuaron follando a Alicia que, agotada, se dejaba llevar cual marioneta por los movimientos de uno y otro. Jorge aumentó el ritmo de sus empujes, eyaculando en Alicia y produciendo a modo de efecto dominó que Mario terminara también. Alicia apenas tenía fuerzas para levantarse de la cama y dejó que fuera Mario el que despidiera a Jorge. -Encantada Alicia. Espero que mi hermano me llame pronto de nuevo y podamos reunirnos otra vez. Alicia miró a Mario y pensó que jamás comprendería a su amante. Ofrecerla a su hermano demostraba una generosidad fuera de lo común. Ella jamás hubiera compartido a Mario con nadie, y menos con su hermana…

5 comentarios:

Lydia dijo...

Una cena para tres de lo más sugerente y de lo más morbosa... y los detalles siempre tan bien contados, como esa forma de apretarse el corpiño o las escenas candentes siempre con tu estilazo y tu sensualidad...

Félix Amador dijo...

Hay que ver lo bien que sales en las fotos.

Eroti-k-Mente dijo...

Excelente relato. Que bueno volver a leerte. Te estas tomando tu tiempo, pero bien vale la pena!!

Ralipsa Zeltzin dijo...

Alie. Hola, hace poco empece con esto de escribir este tipo de historias y me encontre en un mundo genial.

Los tuyos (los que lei) me gustaron mucho.

Si queres te podes dar una vuelta por el mio y pegarles una leía. No sé el nivel que tienen, por eso espero opiniones.

Un beso y felicitaciones.

Unknown dijo...

me gusta tríos.

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