martes, 18 de septiembre de 2007

Los deberes de Mario II: Gemidos


Alicia abrió la puerta de su casa y se fue directa al salón, se quitó los zapatos de tacón y se tumbó en el sofá. Flexionó sus piernas y su vestido rojo de seda resbaló hasta la cintura, dejando a la vista su ropa interior del mismo color. El verano acechaba en la calle y el calor se acumulaba en el interior de la casa. Miró su teléfono y vio una luz roja parpadeante que le avisaba de la existencia de mensajes en su buzón, pulsó el botón correspondiente y la voz de Mario, su amante, hizo que se incorporara.

“Hola Alice,
Te envío un ejemplo sonoro para que te hagas una idea de lo que quiero de ti. Otras veces me has enviado las imágenes de tus orgasmos, he visto absorto en la pantalla como tu sexo en primer plano era acariciado por tus expertas manos conocedoras de tus pliegues y escondites, la voz era lo de menos, se oía tenue, casi inaudible, ahora quiero que excites mi sentido del oído, quiero que grabes como te tocas, pero lo importante es el sonido, tus gemidos, el ruido de tu sexo empapándose, la explosión de placer…
Besos”

Escuchó el archivo de sonido que le había dejado Mario en el teléfono. Eran gemidos de una mujer, su voz jadeante era síntoma inequívoco de su placer, Alicia se imaginaba la escena de esa mujer, masturbándose ante el micrófono, tocando su sexo, regalándose todo tipo de caricias. Los gemidos iban subiendo de volumen, los jadeos parecían evolucionar incontrolados y por fin, llegó el silencio tras el orgasmo. Alicia se excitó al escucharlo y sintió urgentes deseos de hacer lo mismo para su amante.

Descalza, fue a la habitación donde tenía instalado su ordenador y lo encendió. Apenas usaba el micrófono excepto en ocasiones puntuales para hablar con algún amigo. Lo encendió y lo probó para ver que funcionaba correctamente. Al instante, el sonido de su voz se escuchó amplificado por sus altavoces.

Buscó en sus archivos uno de los múltiples videos que había grabado con Mario, quería uno en especial, uno en el cual ella se masturba mientras Mario la contempla absorto y anima sus movimientos con su voz profunda y sensual. No podía remediarlo, cada vez que veía su imagen o escuchaba su voz, múltiples escalofríos recorrían su cuerpo, su sexo parecía renacer del letargo y la pasión que sentía por su amante hacía que sintiera deseos de estar de nuevo junto a él. Comenzó a visionar el video y sintió enseguida el calor entre sus piernas, volvía a estar de nuevo masturbándose frente a Mario mientras le oía, sus manos eran esclavas de esa voz que la hipnotizaba. Comenzó a acariciarse voluptuosamente, el video ya había terminado y su sexo empezaba a latir con fuerza, deseoso de ser complacido de nuevo. Encendió el micro y lo acercó a sus labios. El vestido era un estorbo en sus maniobras y se deshizo de él. Palpó sus pechos y sintió cómo se calentaban al tocarlos con sus manos ardientes. Éstas fueron bajando lentamente, Alicia sintió gustosa su mano bajo sus bragas, sus dedos largos y finos comenzaron a agasajar su sexo húmedo y tibio. Abrió sus piernas mientras permanecía encima de la silla y sus gemidos empezaron a mover el indicador del sonido en su ordenador. Cada vez se sentía más húmeda y esa misma humedad era audible cada vez que sus dedos friccionaban su clítoris inflamado. A medida que su excitación aumentaba, iba aumentando igualmente la franja que señalaba el indicador de sonido. Alicia se dejó llevar por su propio placer. Sus movimientos pasaron a ser más rápidos, le faltaban manos para acariciarse su cuerpo, toda su piel deseaba ser tratada de la misma manera. El sonido de sus dedos entrando y saliendo de su sexo se podía oír mezclado con sus jadeos, hasta que por fin, un último gemido captado por el ordenador fue el broche final de un intenso orgasmo, sólo aderezado con su respiración, aún agitada y entrecortada.

Tras unos segundos de relajación, abrió el archivo recién creado y escuchó de nuevo el sonido de su masturbación. Ni siquiera se había dado cuenta de que en esos momentos, el nombre de Mario había salido de su boca en varias ocasiones. Escribió un correo a Mario adjuntando el archivo y se lo envió mientras ella se preparaba un baño de espuma relajante y se disponía a recibir a su amante, que no tardaría en llegar…


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